Rusia convirtió una presa ucraniana en un arma en 2023: ahora se ha disfrazado de verde y la ciencia advierte de una bomba ambiental
La presa, destruida hace dos años, recupera la imagen que tenía antes de la construcción de la misma. Sin embargo, los sedimentos contaminados pueden originar problemas de salud.


Mes de junio del año 2023. En el marco de la guerra que mantienen Rusia y Ucrania, iniciada un año antes, el Kremlin lanza un ataque y destruye la presa de Kakhovka, al sur del país. Los efectos se dejaron notar al momento: el agua liberada del río Dnipró a causa de la rotura obligó a desplazarse a miles de personas, además de destruir numerosas infraestructuras.
Pero el daño no quedó ahí. Dos años después de aquel suceso, el impacto medioambiental se deja notar. Donde antes había una masa de agua de más de 2.000 kilómetros cuadrados ahora hay un nuevo ecosistema: un bosque se ha ido abriendo paso de forma natural. Según informa el diario , la comunidad científica advierte de una serie de elementos que, ahora, plantean diversos riesgos ecológicos y para la salud.
Pero, más que convertirse en un nuevo paraje, la zona conocida como Velykyi Luh recupera lo que un día fue: uno de los ecosistemas fluviales más importante de Europa del Este. Desde la destrucción de la presa, la naturaleza se ha abierto paso y han crecido plantas autóctonas de la zona y árboles como sauces y álamos. La vida, pese a las bombas, se abre paso. “Estamos asistiendo a la creación espontánea del mayor bosque de llanura aluvial en la región esteparia del país”, celebra Oleksiy Vasyliuk, coautor de un estudio sobre la zona del grupo UWEC.
La amenaza oculta
No obstante, lo que tendría que ser una buena noticia podría no serlo tanto. Porque, durante los últimos años, el lecho del embalse fue acumulando sedimentos contaminados con residuos industriales procedentes de diversas plantas. Y ahora, al haber quedado expuestos, podrían llegar a liberar compuestos tóxicos que pongan en peligro la salud de los vecinos ucranianos.
“Esos contaminantes pueden provocar cáncer, daños pulmonares y alteraciones hormonales. Aún desconocemos su impacto total”, advierte la ecóloga Oleksandra Shumilova. Un aviso que se suma al emitido por la prestigiosa revista , que en su artículo ‘Efectos ambientales de la destrucción de la presa de Kakhova por la guerra en Ucrania’ lo califica como una “bomba de relojería ambiental”.
De acuerdo con la publicación, la cantidad de sedimentos contaminados supera los 1,5 kilómetros cúbicos. Y lo que está por saber, pues la situación en la región, plagada de minas y con constantes bombardeos, impide investigaciones más completas.
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Mientras tanto, ya hay planes para volver a construir la presa. La empresa estatal, Ukrhydroenergo, cuenta con el rechazo de los ecologistas, quienes reclaman dejar la zona tal y como está. Y es que más del 80% de la zona emergida tras su destrucción forma parte de espacios protegidos.
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