Si te tocas la cara cuando hablas, la psicología dice que tienes estos rasgos comunes
Tocarse la cara al hablar puede mostrar desde duda y nervios hasta coqueteo o aburrimiento. Aprender a leer este gesto mejora nuestra comunicación.

Cuando alguien se toca la cara mientras habla, no es un acto aleatorio: este gesto puede reflejar distintos rasgos y estados emocionales, según el contexto. Por ejemplo, puede indicar que la persona es reflexiva y tiende a dudar antes de responder, o que suele experimentar nerviosismo en situaciones sociales. También puede ser una señal inconsciente de coqueteo o de aburrimiento, dependiendo de cómo y cuándo se produzca el gesto.
Una persona que toca su mandíbula mientras conversa, por ejemplo, suele ser alguien que procesa la información profundamente y se autocalma mediante ese contacto para organizar sus pensamientos. Este rasgo suele asociarse con un estilo de comunicación introspectivo y analítico.
Por otro lado, tocarse zonas próximas al rostro como el cuello o la mandíbula puede ser una forma sutil de coqueteo, mostrando interés romántico o físico sin darse cuenta. Este comportamiento suele relacionarse con personas que tienden a expresar atracción mediante gestos corporales involuntarios.
Sin embargo, tocarse la cara repetidamente durante una conversación también puede revelar rasgos como impaciencia o falta de interés, sugiriendo que la persona se aburre o está desconectada del diálogo.
En definitiva, la psicología señala que este simple gesto de tocarse la cara al hablar está ligado a varios rasgos comunes que reflejan cómo pensamos y sentimos. Aprender a reconocerlos nos ayuda a mejorar nuestra inteligencia emocional y nuestras habilidades comunicativas, favoreciendo relaciones más auténticas y comprensivas
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