Economía

Este país prohíbe el cigarrillo electrónico y los cárteles de la droga se apoderan del mercado: “Los ves en todos lados, jamás pensarías que están prohibidos”

La prohibición de este producto tan económico ha desencadenado enormes beneficios que ahora atraen la atención de los cárteles.

Este país prohíbe el cigarrillo electrónico y los cárteles de la droga se apoderan del mercado: “Los ves en todos lados, jamás pensarías que están prohibidos”
Laura Martin Sanjuan
Cosecha del 81. Licenciada en Periodismo. Desde 2017 en Diario AS. Si hay un directo, estará tecleando. Sino, estará buscando una entrevista, un destino por descubrir o un personaje al que conocer.
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Hace años que Canadá ha identificado que los vapeadores ha desatado guerras ilegales por su tráfico, mercado negro y territorio de venta en las calles. El de Sylvain Ethier mostró una trama a muchos niveles. La investigación detrás de la Operación Mygale alegaba que los sospechosos compraron tabaco en Estados Unidos y lo importaron ilegalmente a Canadá antes de venderlo en los territorios de Kahnawake, Quebec, y Six Nations, Ontario. Se cree que la organización importó 2,1 millones de kilos de tabaco entre agosto de 2014 y marzo del año pasado. Se estima que el fraude ascendió a más de 530 millones de dólares.

Vapeadores: el nuevo filón del crimen organizado

La creciente popularidad de los vapeadores ha abierto una nueva vía de negocio para las redes criminales internacionales. En países como Australia, donde el precio de los cigarrillos tradicionales se ha disparado por políticas fiscales agresivas, el crimen organizado ha encontrado una oportunidad de oro.

Australia, que ostenta los precios más altos del mundo en productos de tabaco, ha visto cómo mafias italianas, cárteles mexicanos y otras organizaciones delictivas han irrumpido en el mercado de los vapeadores. La estrategia gubernamental de elevar los impuestos al tabaco con el objetivo de reducir su consumo ha tenido un efecto colateral: la creación de un lucrativo mercado negro.

Según el periodista Óscar Balderas, esta dinámica ha atraído a, al menos, 40 de los sindicatos criminales más poderosos del planeta, según datos de Interpol. Expertos como el señalan que una cajetilla de 20 cigarrillos puede alcanzar los 460 pesos mexicanos en Australia (unos 25 euros), frente a los 160 pesos (aproximadamente 9 euros) que cuesta en Estados Unidos. Este diferencial de precios ha convertido al vapeo en una alternativa más accesible, pero también más vulnerable a la explotación ilegal.

La situación ha escalado hasta niveles preocupantes. En Guasave, Sinaloa, sicarios vinculados al grupo delictivo liderado por el Chapo Isidro tomaron represalias contra estudiantes que comercializaban vapeadores sin el consentimiento del Cártel de Sinaloa. Este episodio pone de manifiesto la violencia creciente que rodea a este nuevo mercado clandestino.

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Lo que comenzó como una medida de salud pública ha terminado por alimentar una economía paralela que se mueve en los márgenes de la legalidad, y que ahora es objeto de deseo para las redes criminales globales. Para Balderas, “ves vapeadores en todos lados, jamás pensarías que están prohibidos”, el gobierno de México se enfrenta ahora a la decisión crucial de “arrebatar” este lucrativo negocio al crimen organizado o arriesgarse a que los vapeadores se conviertan en un nuevo generador de violencia en el país.

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