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Un conductor se niega a pasar un test de drogas, le despiden y reclama: indemnización por improcedente

El ex repartidor de comestibles denunció a la empresa por despido improcedente y acaba recibiendo más de 20.000 dólares.

Un conductor se niega a pasar un test de drogas, le despiden y reclama: indemnización por improcedente
MAZKO VADIM
Marta Tejedor
Actualizado a

Un empresario de la cadena de supermercados australiana Woolworths, especializada en la venta de alimentos, despidió sin justificación aparente a uno de sus trabajadores. Tony Boyd, que llevaba casi dos años trabajando en Countdown, nombre por el que se identificaba la empresa en aquel momento, recibió un día un mensaje sobre su empleador, Maui Ward. Estaba despedido.

Boyd llevaba trabajando como repartidor desde julio del 2022, gracias a un contrato informal que había concretado con Ward de manera verbal. Todo parecía ir bien hasta que, en junio del año pasado, se le exigió al repartidor a someterse a un control de drogas.

Sin una justificación clara por parte de la empresa, Boyd se negó a hacer la prueba “argumentando la falta de una política sobre drogas y alcohol, o una obligación contractual que exigiera dicha prueba”, informa . Al día siguiente, el repartidor se encontró en el vehículo que usaba de la empresa una nota advirtiendo que ese sería su último día en la empresa.

Una carta de despido

La carta que le había dejado Warb alegaba que no podía seguir trabajando como repartidor de alimentos en Countdown “porque la empresa no le permitía estar en un lugar sin completar antes la prueba de drogas”, explica el medio. Más tarde, Boyd recibió un mensaje de su empleador confirmando lo que decía la carta, asegurando que ese era su último día trabajando para ellos.

Ante esta situación, Boyd habló personalmente con Warb para encontrar una solución, pero no tuvo éxito. Al ver que su empleador no cambiaba de opinión, decidió levantar una queja formal a la empresa alegando que había sido víctima de un despido injustificado.

Sin una respuesta por parte de la empresa australiana, Boyd presentó una reclamación a la Autoridad de Relaciones Laborales (ERA). El 18 de junio de este año, la Autoridad declaró que no había justificación alguna por la que Boyd debiera someterse a un control de drogas.

Debido a que Boyd no contaba con un contrato de trabajo firmado, pues este se realizó de manera verbal, y a la ausencia de una política de empresa que obligara al control de drogas de sus empleados, se consideró el despido como ilegal y sin llevar ningún proceso justo detrás.

El empleador no se presentó ante la Autoridad

Cuando Boyd le explicó a su empleador que no iba a hacerse las pruebas porque no había ninguna justificación válida, Ward se mostró despreocupado y permitió que siguiera trabajando. Según la ERA, no se le advirtió en ningún momento a Boyd que su respuesta negativa podría ocasionar su despido. No estuvo informado en ningún momento.

La reclamación que presentó el demandante buscaba reparaciones por la pérdida de su trabajo y el impacto que esto tuvo a nivel personal y financiero en su vida. Ward, por su parte, no proporcionó una declaración completa ni asistió a ninguno de los procedimientos programados ante a la ERA.

La Autoridad decidió seguir sin su presencia en cada uno de los procedimientos, alegando que Warb había sido notificado con antelación sobre la fecha en la que se iban a celebrar. Al no responder ante las peticiones de asistencia, la ERA concluyó que no se presentaba de forma voluntaria.

Su presencia podría haber supuesto “un acuerdo o una manera para que Boyd continuara en su trabajo”, explicaba la ERA. No obstante, al no presentarse a las audiencias, la balanza se inclinó favorablemente hacia la reclamación de Boyd.

La decisión de la Autoridad

“Conmocionado y decepcionado” fueron los dos adjetivos con los que se identificó el exempleado durante sus declaraciones ante la ERA. El despido improcedente del que fue víctima le había dejado sin una base económica estable y con una presión financiera notable, provocándole ansiedad y una baja autoestima.

Por la humillación recibida por parte de la empresa, la pérdida de dignidad y el daño emocional que sufrió Boyd, la ERA aprobó la indemnización de 15.000 dólares. Además, a esta paga se le sumaron otros 12.168 dólares adicionales en concepto de salarios perdidos, equivalentes a tres meses de salario ordinario.

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Al no considerarse que Boyd hubiera aportado motivos suficientes para su despido, no se realizó ninguna reducción a la recompensa recibida.

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