Una misteriosa inscripción lleva a los investigadores al posible paradero de la tumba del conde Drácula
Se reaviva una de las teorías más controvertidas de la historiografía europea: dónde está enterrado Vlad III de Valaquia, más conocido como el conde Drácula.

Una inscripción enigmática, tallada en piedra hace más de cinco siglos, ha reavivado una de las teorías más controvertidas de la historiografía europea: la posibilidad de que Vlad III de Valaquia, más conocido como el conde Drácula, esté enterrado en el corazón de Nápoles. El hallazgo, que ha sido objeto de estudio durante más de una década, podría cambiar para siempre la narrativa sobre el destino final del príncipe.
El descubrimiento se centra en la iglesia de Santa Maria la Nova, un complejo monumental situado en el centro histórico de Nápoles. Allí, en la capilla se encuentra una tumba que durante siglos ha pasado desapercibida, pero que desde 2014 ha sido objeto de creciente atención por parte de investigadores italianos, estonios y rumanos. El motivo no es otro que una serie de símbolos tallados en la lápida, entre ellos un dragón —símbolo de la Orden del Dragón a la que pertenecía Vlad III— y signos de origen egipcio que no encajan con la iconografía funeraria napolitana del siglo XVI.
El profesor Giuseppe Reale, director del complejo y experto en historia medieval, ha sido una de las voces más activas en la investigación. En declaraciones al diario Il Mattino, Reale confirmó que la inscripción, hasta ahora indescifrable, ha sido finalmente traducida por un equipo interdisciplinar. “Se trata de un elogio fúnebre que menciona explícitamente a un príncipe del Este, defensor de la fe cristiana, capturado por los turcos y rescatado por su hija”, explicó. Aunque el texto no menciona el nombre de Vlad III directamente, los investigadores consideran que las referencias coinciden con su biografía.
La hipótesis de que Drácula no murió en batalla, como sostienen las versiones tradicionales, sino que fue capturado por los otomanos y posteriormente liberado, cobra fuerza con este hallazgo. Según esta teoría, su hija María Balsa —quien habría sido adoptada por una familia noble napolitana tras huir de la persecución turca— logró llevar a su padre a Italia, donde vivió sus últimos días en el anonimato. A su muerte, habría sido enterrado en la tumba de su suegro, Matteo Ferrillo, un noble local cuya sepultura se encuentra precisamente en la capilla Turbolo.
El origen de la teoría se remonta a 2014
El origen de esta teoría se remonta a 2014, cuando un grupo de académicos italianos, en colaboración con expertos de la Universidad de Tallin, comenzó a estudiar los elementos iconográficos de la tumba. La presencia del dragón, símbolo de la Orden fundada por Segismundo de Hungría en 1408 para defender el cristianismo frente al Imperio Otomano, fue la primera pista. A ello se sumaron los símbolos egipcios, que algunos interpretan como una forma de cifrado utilizada para ocultar la verdadera identidad del difunto.
La inscripción, que data aproximadamente del año 1520, fue grabada en latín arcaico y contenía elementos cifrados que dificultaron su interpretación durante años. Solo recientemente, gracias a técnicas de análisis digital y a la colaboración de expertos en criptografía histórica, se ha logrado reconstruir su significado. “No es solo un epitafio, es un mensaje codificado que pretendía proteger la memoria de un personaje perseguido y temido”, afirma Reale.
Aunque la comunidad académica internacional se muestra dividida, el hallazgo ha despertado un renovado interés por la figura de Vlad III, cuya leyenda fue inmortalizada por Bram Stoker en su novela Drácula de 1897. Para algunos, el hallazgo en Nápoles no es más que una coincidencia simbólica; para otros, podría ser la clave para resolver uno de los enigmas más fascinantes de la historia europea.
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