Una mujer viaja a 70 países del mundo y señala las siete frases a evitar para “no parecer indeseable”
La escritora y experta en viajes Meena Thiruvengadam comparte las expresiones que, según su experiencia, pueden resultar ofensivas o arrogantes en el extranjero.

La forma en la que los turistas se comunican en el extranjero puede marcar una gran diferencia en la percepción que generan en las personas locales. Meena Thiruvengadam, periodista especializada en viajes y consultora editorial con una amplia trayectoria internacional, ha identificado a lo largo de sus visitas a más de 70 países una serie de frases y actitudes que, aunque comunes entre viajeros estadounidenses, también se observan en turistas de otros países y suelen causar una mala impresión.
Según informa en CNBC, muchas de estas expresiones nacen del desconocimiento cultural, de prejuicios interiorizados o simplemente de una falta de sensibilidad a la hora de interactuar en contextos diferentes al propio.
Desde el uso de verbos concretos hasta la globalización del dólar
En muchos contextos, palabriccwin247.como “descubrir” o “conquistar”, muy utilizadas en blogs o redes sociales de viajes, pueden tener connotaciones coloniales ofensivas, sobre todo en países que todavía están lidiando con las consecuencias de ese pasado.
Por otro lado, según relata Thiruvengadam, otro error habitual es mostrar desconcierto cuando los precios no se ofrecen en dólares estadounidenses. Preguntar por el equivalente en esa moneda o sacar billetes de dólar en un mercado local transmite una actitud poco respetuosa hacia la economía del país que se visita. Para evitar situaciones incómodas, la periodista recomienda informarse previamente sobre la moneda local y utilizar una aplicación para hacer las conversiones necesarias.
Otra actitud problemática es comentar abiertamente lo “barato” que resulta todo en el lugar de destino. Aunque para algunos viajeros puede ser un alivio económico, expresarlo públicamente puede resultar ofensivo, especialmente en contextos donde esa asequibilidad es consecuencia directa de desigualdades sociales o laborales. Para Thiruvengadam, es fundamental no perder de vista que lo que para un visitante es una ganga, para un residente puede ser el reflejo de una realidad económica injusta.
También señala como inadecuado aplicar categorías o esquemas propios a realidades ajenas. Por ejemplo, preguntar “de qué estado eres” a una persona en un país donde no existen divisiones administrativas similares a las de EE. UU., o buscar franquicias internacionales como Starbucks sin interesarse por la oferta gastronómica local. Este tipo de actitudes denotan una resistencia a salir de la zona de confort y una escasa apertura a lo que el lugar puede ofrecer de único.
“Que bien hablas inglés”
Para Thiruvengadam, está mal. Felicitar a alguien por su nivel de inglés puede tener un efecto contrario al pretendido. Aunque puedan parecer un halago, este tipo de comentarios parte de la idea de que la lengua anglosajona es el idioma de referencia, ignorando que muchas personas en el mundo lo hablan como lengua oficial o secundaria, sin que eso deba sorprender ni considerarse un mérito excepcional.
La escritora también advierte sobre el uso de términos como “país del tercer mundo” para referirse a determinados destinos. Esta etiqueta, con claras connotaciones despectivas y obsoletas, resulta especialmente inapropiada cuando proviene de alguien que espera ser acogido con hospitalidad. Para la experta, hablar de “país en desarrollo” es una forma más precisa y respetuosa de describir ciertas realidades sin caer en estigmatizaciones.
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En última instancia, la periodista defiende una visión del viaje como una oportunidad para aprender y adaptarse. Hacer comparaciones constantes con “cómo se hacen las cosas en casa”, o actuar como si se estuviera en casa, impide que el viajero se abra a otras formas de vida. Thiruvengadam recuerda un episodio en un restaurante de alta cocina en París donde un turista pidió una ensalada básica porque era lo que solía comer en su país. El gesto fue interpretado como una falta de respeto tanto por el chef como por el resto de comensales, y para ella ilustra perfectamente el tipo de comportamiento que conviene evitar.
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