Van a una terraza, les roban una tablet de 2.000 euros y la reacción del personal no ayuda a que cese el pánico
La turista tenía que volver a su casa ese mismo día sin los objetos personales y su herramienta de trabajo.

Le roban el bolso a una joven que tenía que coger un avión ese mismo día. Los grandes centros urbanos, como Italia, son focos de robos. El riesgo aumenta en los espacios multitudinarios y si encima los objetos carecen de atención, las probabilidades de que te roben se disparan.
El centro de Roma ha sido el escenario del robo a Ginebra durante un almuerzo entre amigas. La joven de treinta años se excusó al baño mientras su amiga Annarita permaneció en la mesa, en un principio cuidando de las pertenencias de ambas. Sin embargo, a Annarita le pudieron las ganas de contestar a mensajes, por lo que se quedaron sin vigilancia los bolsos de ambas.
“Annarita y yo estábamos en un restaurante cerca de Via del Corso, en pleno centro de Roma. Como hacía buen tiempo, almorzábamos en la terraza, y la calle a nuestro lado estaba muy concurrida. Las dos habíamos dejado nuestros bolsos en los reposabrazos de las sillas y todo iba bien. En un momento, entre plato y plato, ella fue al baño. Yo estaba respondiendo unos correos desde el móvil y, cuando volvió, se dio cuenta de inmediato de que su bolso ya no estaba”, relato Ginebra explicando el robo de su bolso.
El interior del bolso albergaba una tablet valorada en 2.000 euros que la joven usaba para trabajar, además de 80 euros en efectivo y las llaves de casa y del coche. Además, ante el desespero consultaron con el camarero, que confirmó el elevado número de robos por la zona.
Robos por la zona
“Yo estaba respondiendo unos correos desde el móvil y, cuando volvió, se dio cuenta de inmediato de que su bolso ya no estaba”, ha relatado Annarita.
Pero la verdadera preocupación fue porque, “mi amiga, que no es de Roma, además tenía que regresar ese mismo día, y para ella fue un verdadero cao”. Annarita tuvo un sentimiento de culpa por lo haber prestado atención al bolso de su amiga. Además, el restaurante no contaba con cámaras de seguridad, por lo que sería imposible identificar a los ladrones.
Annarita ha explicado su experiencia: “Es cierto que estaba distraída y había mucha gente pasando, quizá por eso, si alguien se acercó, no llamó mi atención. Aun así, tengo que admitir que la desaparición del bolso me tomó completamente por sorpresa”.
El restaurante sugirió a las dos migas que la próxima vez depositasen el bolso encima de ellas pero nunca en el respaldo de la silla o en la parte exterior de la mesa.
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