Ricky Rubio sugiere su retirada
El base insinúa su adiós en un enigmático mensaje en X: “Esto no es una despedida, es un agradecimiento”. Su último partido fue el 2 de junio de 2024.


Y dijo adiós... o no. Ricky Rubio (34 años y 1,88 m) insinuó hoy su retirada del baloncesto. El mago de El Masnou, el chico prodigio del baloncesto español pondría en caso de confirmarse el adiós el punto final a una carrera meteórica, brillante, extenuante, que tuvo sus últimos kilómetros el pasado 2 de junio en el Palau Blaugrana, en el tercer partido de las semifinales de la Liga Endesa ante el Real Madrid. El supuesto anuncio se produce en su cuenta de X, en un emotivo y enigmático mensaje en el que da las gracias por todo lo recibido... Pero en el que no termina de aclarar si se retira o no.
… I took this year to reflect on my career and my life, and I’ve realized that if I’ve gotten to
— Ricky Rubio (@rickyrubio9)
where I am today, it’s not because of the assists I’ve given, but because of the assists I’ve received. This isn’t a goodbye, it’s a thank you to all the people who have helped me…
Fue una dura derrota y eliminación del playoff por el título ante el eterno rival para los 7.066 espectadores reunidos en el feudo azulgrana, pero también un momento histórico para ellos: podrán decir que fueron los últimos que vieron en vivo a un base especial, tocado por una varita mágica que le permitió saltar etapas en el baloncesto a zancadas gigantes: debutó en la ACB en 2005 con el Joventut con tan solo 14 años, 11 meses y 24 días; y con la Selección en 2008 frente a Portugal, a los 17 años, 8 meses y 28 días. En ambos casos, el valiente fue Aíto García Reneses, el entrenador de los jóvenes, fue quien le puso sobre la pista. Entre genios se entienden, claro.
Clubes y Selección
Y que también le permitió llenar hasta arriba de medallas su cuello y su casa de títulos. Nacido el 21 de octubre de 1990, es el único jugador en Europa con Euroliga, FIBA Eurocup, ULEB Cup, Liga Endesa, Copa del Rey (tres) y Supercopa (dos) entre el Joventut, su casa, el club que le formó, le vio crecer y le permitió estrenarse en la élite; y el Barça, el conjunto en el que maduró completamente como jugador, con el que tocó el cielo en el Viejo Continente en 2010 en París y con el que saltó a la NBA en 2011.

Con España, su palmarés es igualmente envidiable. En 159 internacionalidades (22º en el ránking histórico), Rubio se colgó tres oros, en el Mundial de China 2019 y en los Eurobasket de Polonia 2009 y Lituania 2011; una plata olímpica en Pekín 2008 en su primer gran torneo internacional; y tres bronces: en Río 2016 y los continentales de Eslovenia 2013 y el de Turquía 2017.
En China 2019 y en los Juegos de Tokio 2020 se vio al mejor Ricky con España… y eso es mucho decir. Asia le rejuvenece, le hace crecer, le permite ser elegido MVP del Mundial y máximo anotador de una cita olímpica además de ser introducido en el mejor quinteto a pesar de caer en los cuartos de final del torneo. Nada mal.

NBA
La carrera del genio catalán no se puede entender sin la NBA, donde jugó durante 12 temporadas en cuatro franquicias diferentes: Minnesota, Utah, Phoenix y Cleveland. Una historia que comenzó en 2011, dos años después de ser elegido como 5 en el draft de 2009, con los Wolves, en una ciudad donde fue recibido con algarabía por los aficionados. Aterrizaba en una institución deprimida, huérfana de una estrella desde la salida de Kevin Garnett. Su sonrisa, su cara de niño bueno que nunca ha roto un plato fue lo primero que cautivó. Luego, llegó el baloncesto. El prestidigitador se puso a la faena: pases, pases y más pases de todo tipo de factura y condición hasta alcanzar los 5.150 en su carrera para colarse dentro del top-100 histórico (67º).
Era imposible apartar la mirada del televisor cuando Ricky andaba suelto por el parqué. Era hipnótico. Puro síndrome de Stendhal. Pero las desgracias se cruzaron en su camino en forma de lesiones, múltiples traspasos, perdidas dolorosas y problemas de salud mental. En marzo de 2012, frente a Los Angeles Lakers y Kobe Bryant, sufrió una rotura de ligamentos en la rodilla izquierda. Casi una década después, en diciembre de 2021 y cuando recuperaba la sonrisa en Cleveland, el ligamento cruzado de la rodilla izquierda dijo basta.

Dos lesiones de una gravedad alarmante que afectaron a una mente que se vio golpeada por el fallecimiento de su madre en 2016 por un cáncer de pulmón. Una muerte que le llevó a implicarse en la investigación contra el cáncer a través de su fundación, la Ricky Rubio Foundation.
La mayor lucha del catalán fue siempre con su cabeza. Con una mente que sufrió mucho y que le dijo basta en plena concentración de la Selección para el Mundial de Indonesia 2023. Le dijo que debía tomarse un descanso, apartarse de las canchas, de la presión de un deporte que había amado, pero en el que había jugado demasiado tiempo y desde demasiado joven.
Y ese fue el fin de su carrera. Hubo un paréntesis, con esa vuelta al Barcelona en febrero de 2024. Unos últimos pasos más en una carrera que será narrada con una amplia sonrisa por los libros de historia. Porque no se va un simple jugador, se ve el chico que nos hacía levantarnos de la silla, que nos hacía frotarnos los ojos: era imposible que tanta calidad, tanta hermosura con un balón entre las manos se condensaran en un solo hombre. Ahora, parece que se retira. Pero no está confirmado al 100%.
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