La caída en picado del Barcelona
Dos años sin títulos y un verano sin acceso a los grandes nombres del mercado de la Euroliga: la nueva realidad de un Barcelona cada vez menos competitivo.


La noticia no es que el Barcelona lleva dos años sin pisar la Final Four de la Euroliga ni la final de la Liga Endesa. Es que lo primero se considera normal, un resultado lógico para la situación del equipo en la jerarquía actual del baloncesto europeo, y lo segundo cada vez sorprende menos. En el mercado, el Barcelona ya no aparece vinculado a los grandes nombres. Ni siquiera en rumores, ni en manejos de agentes para presionar a otros equipos. Nada. Las grandes transacciones de este verano de 2025 están pasando muy lejos del Palau, donde luego el equipo sentirá en pista lo que ya es una obvia perdida de jerarquía y un hachazo drástico a la ambición competitiva. El objetivo, desde el verano de 2023, es recortar gastos, apretar todas las tuercas que se pueda. Pero conjugar eso con las aspiraciones que debería tener un equipo como el Barça se está haciendo muy difícil.
Un Barcelona de perfil muy bajo ha dado relevo, y por eso el contraste es todavía mayor, a una de las etapas de más inversión y expectativas de la historia de la sección. La que tuvo a Sarunas Jasikevicius como entrenador (2020-23) y a Nikola Mirotic como jugador franquicia, superestrella. En esos años, con Saras, el Barça ganó dos Ligas y dos Copas… pero se estrelló en la gran obsesión, la búsqueda de la tercera Euroliga y la primera desde 2010. En 2021 el equipo azulgrana terminó primero la fase regular, eliminó al Zenit en cuartos, al Milán en semifinales… pero cayó en la final contra el Efes. En 2022 y 2023 repitió tragedia con dos derrotas muy duras, en semifinales, contra el Real Madrid. En el primer caso, después de un brillante 21-7, otra vez líder en la fase regular. En el segundo, tras terminar a una sola victoria del líder, el Olympiacos.
Joan Laporta, que había regresado al club y había heredado muchos de los agujeros y conflictos económicos que había dejado Josep María Bartomeu, se desencantó, se dijo entonces, con esa derrota en Kaunas 2023 contra un Madrid que llegaba como víctima y salió como campeón de Europa. Y decidió que si no se ganaba la Euroliga con ese equipo, para qué gastar tanto. Se planeó un tijeretazo de al menos un 20% en el presupuesto y se entró en un trance muy turbio que acabó con las salidas forzadas de Nikola Mirotic y Cory Higgins, una metáfora que estaba por venir. Y la de un Jasikevicius, además de mala manera, cuya continuidad se había dado por segura.
El entrenador ganaba más de tres millones al año, seis veces más que lo que firmó su sustituto, un Roger Grimau que solo duró una temporada y dejó su sitio a Joan Peñarroya, que acabó la de su estreno por los pelos y después de superar un par de crisis de primera magnitud. Sobre todo, tras perder en cuartos en la Copa.
En el mercado de entrenadores, el Barça también ha frenado su inversión y, por eso, no se ha concretado nunca, por ejemplo, el interés por la vuelta de Xavi Pascual. Desde ese verano de 2023 en el que se organizó un recorte que se sigue aplicando, cada año más que el anterior, el club ha firmado dos temporadas en blanco, sin ningún título y, por ejemplo, fuera incluso, por criterios de clasificación, de la próxima Supercopa.
Después de no jugar las finales de Liga y Copa y quedarse fuera de la Final Four en Europa, para esta temporada el plan es más control de gasto, menos intentos en el primer rango del mercado europeo de fichajes. Solo quedan cuatro jugadores de aquel equipo de la Final Four de 2023, ya además muy veteranos: Álex Abrines (que medita su retirada), Tomas Satoransky, Jan Vesely y Nicolás Laprovittola. Hace dos veranos se fueron Mirotic, Higgins, Sanli y Tobey además de Jasikevicius. El pasado, Kalinic, un Ricky Rubio que solo estuvo unos meses en el equipo, Jokubaitis y Da Silva. Ahora han salido ya Jabari Parker, Justin Anderson y Youssoupha Fall. No seguirá seguro Chimezie Metu y habrá que ver si no hay más movimientos.
El Barça ha mirado con recelo a los contratos de Vesely (35 y casi toda la pasada temporada frenado por las lesiones), Satoransky (34 en octubre) y un Willy Hernangómez que llegó como gran apuesta pero ha cubierto dos temporadas mediocres, muy por debajo de su salario de estrella en un equipo que no se puede permitir ni un patinazo con su inversión. El madrileño roza el top 10 de los sueldos en Euroliga, en el que solo está metido de lleno, del equipo azulgrana, el escolta Kevin Punter, que regresará para una segunda temporada.
El caso de Metu es paradigmático: un fichaje muy acertado y un jugador (venía de la NBA) de excelente nivel en Euroliga pero que cayó fulminado por una lesión en e tendón de Aquiles. Por entonces, ya se hablaba de un posible preacuerdo con el Real Madrid. Ahora, en plena recuperación de su grave lesión, está descartado que regrese al Barça… pero no, no del todo, que pueda acabar en Madrid.
La de Metu no fue la única lesión de un Barça que compitió, en algunos momentos de forma muy meritoria, sin el californiano de origen nigeriano, Laprovittola, Núñez y Vesely. Ahora, la renovación va a ser otra vez importante: están fichados el alero estadounidense Myles Cale, una incógnita en el nivel Euroliga porque llega desde el Trento, y el base argentino Juani Marcos, que salió de la cantera culé en 2021. Y, en teoría, está atado Tornike Shengelia y avanzados Will Clyburn y el pívot francés Yoan Mokoundou. Regresan Laprovittola y Núñez, casi dos fichajes por lo grave de sus lesiones el curso pasado, y habrá que ver si tiene tregua con los problemas físicos Vesely… y cuánta gasolina le queda. El físico y el exceso de veteranía pueden ser problemas para el Barça en una temporada en la que la Euroliga tendrá 38 jornadas de fase regular y la sobrecarga de partidos va a ser constante.
El Barça no ha podido acometer operaciones de más nombre porque los sueldos más altos están copados por Punter, este sí uno de los mejores de Europa en su puesto, Willy, Vesely y Satoransky. Con los dos pívots hubo rumores de salida, pero en principio el Barça descartó este extremo y a eso apuntan los movimientos del mercado. Los suyos y los de los demás. El club negó también que pudiera intentar una salida obligada, con rescisión unilateral, en el caso de Willy como hizo en su día con Mirotic y Higgins.
Si Cale encaja bien, Laprovittola y Núñez regresan con buen tono, Vesely tiene fuelle y tanto Shengelia como Clyburn, si realmente acaban fichando, siguen a un buen nivel (el primero ha rendido de maravilla en los playoffs de Italia), el Barça puede ser un equipo competitivo. Pero no uno de los favoritos. No en liccwin247.competiciones ACB con el Real Madrid por delante, y seguramente también, como mínimo, el nuevo y ultra ambicioso Valencia Basket. Y desde luego no en una Euroliga en la que cambian de equipo Theo Maledon o T.J. Shorts y se habla del posible regreso de Vase Micic o Jonas Valanciunas sin que el Barça tenga ni siquiera opción de meter la cabeza en los rumores. Algo inimaginable hace solo dos años.
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