Los equipos en Europa, pendientes de un flujo con el continente americano cada vez más difícil de predecir y analizar. Los últimos casos, Micic, Hayes-Davis, Valanciunas...

La NBA ‘agota’ a la Euroliga

El flujo NBA-Euroliga se ha convertido en una autopista de tantos carriles y con tanto tráfico que cada vez resulta más difícil de gestionar, sobre todo en este lado del Atlántico, donde el capital deportivo que hay en juego es el principal, el que muchas veces decide quién es el campeón. Hace dos temporadas, el Panathinaikos se coronó gracias en gran parte a la llegada de Kendrick Nunn (MVP, además, la pasada temporada) el 31 de octubre de 2023, cuando sus caminos en la NBA se habían estrechado tanto que, una opción cada vez más viable para jugadores estadounidenses, merecía más la pena jugar en un grande de Europa y refrescar la trayectoria que buscar oportunidades en condiciones demasiado de meritorio en la NBA, especialmente para un jugador que en 2020 entró en el Mejor Quinteto Rookie y jugó más de 22 minutos por partido en las Finales que los Heat perdieron contra los Lakers.

Las estrellas que cambiaron la NBA por la Euroliga
Después, precisamente en los Lakers tras salir de South Florida, una lesión de rodilla estropeó su camino hasta que se vio traspasado a los Wizards y en ese complejo limbo que amenaza en la NBA a los jugadores con recorrido pero que no están entre los establecidos al 100 por 100, con la certeza de que habrá un buen mercado para ellos, y que han dejado atrás la fase de promesa pura, de talento en ascenso y por el que apostar. Nunn, además, es un guard (base-escolta), un puesto en el que la competición es altísima en la NBA y en el que hace falta un plus para no zozobrar en las rotaciones (en la Euroliga están él, TJ Shorts, Shane Larkin, Mike James, Facundo Campazzo...). Cuando dejó de tenerlo, se fue a Grecia. Y entre el título de campeón y el de MVP de la Euroliga (acompañado por el de Máximo Anotador), firmó una renovación histórica que por ahora ha aparcado los inevitables y casi permanentes rumores de regreso a la NBA: tres años sin cláusulas de salida y, a cambio, el sueldo más alto de Europa, unos 13,5 millones de euros libres de impuestos, en torno a los cuatro y medio al año.
En el sentido inverso, Nigel Hayes-Davis ha culminado en Europa su proceso de reconversión, de meritorio a gran estrella. El alero, que tuvo un paso muy flojo por el Barcelona antes de firmar tres temporadas excelentes en el Fenerbahçe, era ahora mismo, seguramente, el mejor alero de la competición: MVP de la última Final Four (y campeón) e integrante del Mejor Quinteto las dos últimas temporadas. Pero da igual cuánto esfuerzo pudiera y quisiera hacer su equipo por retenerlo: con 30 años quiere intentar volver a probar suerte en una NBA de la que salió por la última puerta de atrás en 2018. Ha firmado con Phoenix Suns un contrato mínimo por una temporada y poco más de dos millones de dólares. Un caso similar al de Guerschon Yabusele un año antes, cuando después de sus brillantes Juegos Olímpicos en París, y con entonces 28 años, decidió volver a la NBA un lustro después. En su caso ni siquiera fue antes de verano: decidió con la temporada ya encima y pagando su cláusula a un Madrid que tuvo que repensar (con poco éxito) su rotación interior, sobre la marcha.
Son casos en los que ni siquiera cuenta la oferta económica inicial, jugadores que quieren probar suerte en la mejor liga del mundo porque creen que son mejores que cuando se fueron, más maduros y completos. Y saben que la apuesta económica tiene pocas opciones de salir mal: firman, si hace falta, contratos mínimos y de un solo año por menos dinero del que ganarían en Europa. Pero si va bien, en la NBA se salta muy rápido (el salario medio supera los 13 millones) a unas cifras imposibles en la Euroliga. Y si no funciona, los grandes del Viejo Continente montarán una puja a lo grande para facilitar su regreso.
Micic, un caso no muy distinto a Vezenkov
Esto obliga a una lectura permanente y óptima de cómo se mueven esas mareas y cómo se sienten y piensan los jugadores: anticipar y preparar los regresos es tan importante como lidiar con las salidas inevitables. Vasilije Micic se fue en 2023, después de un lustro triunfal en el Efes: campeón en 2021 y 2022, MVP en 2021 y dos veces MVP de la Final Four. En ese momento el mejor jugador de la competición, también decidió (entonces 29 años) que no quería retirarse sin probar suerte en Estados Unidos. Después de dos años con pocos minutos, ninguna relevancia y más traspasos en los despachos que highlights en pista, va a volver. Se fue con un contrato de tres años y más de 23 millones de dólares, 8,1 millones para esta próxima temporada (2025-26), una player option que los Suns ejecutaron para poder traspasarlo a los Hornets, que menos de una semana después lo enviaron a unos Bucks que ya contaban con negociar su salida.
En Wisconsin necesitaban espacio salarial para completar sus operaciones importantes del verano, y a eso se redujo Micic: millones de oxígeno porque firmó un buyout para quedar libre en el que perdonó 6,1 de los 8,1 que tenía firmados. En teoría un asunto ruinoso para él… que en realidad no lo es. Ahora firmará en Europa por un súper salario con el que, con más temporadas garantizadas, superará ese total de dinero asegurado, seguramente de largo, y recuperará la opción de jugar muchos minutos de máximo nivel y como una de las grandes estrellas de su competición. El Olympiacos es el que más papeletas tienes. El Fenerbahçe está en ello pero parece agotado por sus exigencias y el jugador rechazó una oferta altísima del Hapoel Tel Aviv por, sobre todo, la situación bélica en Israel.
El caso es similar al de Vezenkov, puede que además con el mismo final: fichaje por el Olympiacos. El búlgaro había pasado cinco años en el club de Atenas, donde se convirtió en una de las grandes estrellas de la Euroliga. Tras ganar el MVP de 2023, y aunque su equipo no pudo coronarse en una final que se escapó en la última posesión contra el Real Madrid, Vezenkov se fue a los Kings con un contrato de tres años y unos 20 millones de dólares. Pagó 1,5 de millones de cláusula de salida (la mitad, cosa de la franquicia) y tuvo muchos problemas para tener continuidad y minutos de calidad. Tras una primera temporada frustrante, fue traspasado a los Raptors, que en julio de 2024 anularon un contrato cuya tercera temporada era una team option, opción de equipo sin nada de dinero garantizado. Solo quedaban 6,6 millones del salario de la segunda, 2024-25, que Vezenkov perdonó de forma íntegra para volver a jugar en el Olympiacos, que lo recibió como a un héroe. De vuelta en casa a razón de cinco años y casi 19 millones, el salario más alto de Europa hasta que firmó su renovación con el PAO, el gran rival de Atenas, Nunn.
Los jugadores que fueron estrellas en Europa no tienen problema para tomar decisiones que acaban no siendo problemáticas en lo económico porque tienen por delante años de carrera para compensarlas con creces: Nikola Mirotic había pasado cinco años en la NBA (2014-19) y estaba a punto de coger un avión para firmar con Utah Jazz por tres temporadas y unos 45 millones de dólares cuando una oferta altísima, fuera de mercado, del Barcelona le ayudó a tomar una decisión de quedarse en Europa que ya rumiaba por, sobre todo, preferencia familiar.
Hay una tensión obvia en la planificación: las negociaciones en Estados Unidos se alargan muchas veces hasta que el mercado europeo está exprimido, así que el que arriesga para tener al pez gordo puede quedarse hasta sin los chicos. Compuesto y sin estrella. Los contratos tienen que ser altísimos por jugadores que muchas veces no se sabe con certeza cómo vuelven después de tramos con muy poca presencia competitiva en pista (sucede ahora con Micic). Pero el talento está ahí, y en el nivel Euroliga es tan diferencial que siempre va a existir la tentación de arriesgar, si hace falta al máximo. En la planificación y en las cuentas. El última caso obvio es el de Jonas Valanciunas, que tiene al Panathianikos entre el sueño de hacer uno de los mejores fichajes de Europa y la pesadilla de quedarse sin nada en una posición, la de pívot, en al que ya tuvo problemas el pasado curso con las lesiones de Mathias Lessort y Omer Yurtseven.
Valanciunas parecía dispuesto a regresar a Europa después de trece años en la NBA. Pero ha sido traspasado a unos Nuggets que cuentan con él, sí o sí, como suplente de Nikola Jokic, un rol que no han tenido bien cubierto en las últimas temporadas, lo que ha hecho que el mago de Sombor llegue justo de fuerzas a playoffs. Así que Valanciunas es estratégico y tiene un contrato excelente para el actual rango NBA: 10,3 millones esta temporada, 10 sin nada garantizado en la próxima. El PAO le ofrece la opción de jugar mucho, ser una de las grandes estrellas de la Euroliga y recuperar en un contrato de tres años lo que dejaría de cobrar si renunciaba a sus diez millones asegurados y dejaba la NBA.
La cosa parecía encarrilada pero los Nuggets se han puesto firmes y saben que el jugador no puede cortar por la sano porque necesita el transfer de FIBA, que requiere un acuerdo de las partes y no una decisión unilateral no especificada en el contrato. Y aunque ha habido rumores de que los de Colorado garantizarían el contrato de la temporada 2026-27, y otros diez millones de dólares, a Valanciunas, no está claro que vayan a hacerlo porque necesitan mantener sus cuentas lo más despejadas posibles
Así que al Panathinaikos le toca esperar, mientras otros ven cómo se exprime el mercado NBA para saber quién queda libre a última hora, con la temporada europea cada vez más cerca. Y todos los aspirantes de aquí descifran cómo les va allí a los que han decidido probar suerte, los que buscan iniciar sus carreras en USA, los que persiguen segundas oportunidades… lo que sea. Es una cuestión personal y deportiv, un panorama cada vez más complicado que muchas veces no es en absoluto relevante para la NBA pero que provoca terremotos en Europa.
Si se mira el top 10 de valoración de la última Euroliga, parece obvio: Vezenkov, TJ Shorts (ha firmado por el PAO tras valorar una oferta de los Grizzlies), Mirotic, Maledon (regresó de la NBA con solo 23 años, ahora ficha por el Madrid), Zach LeDay, Nunn, Chima Moneke (hizo un viaje de ida y vuelta en una temporada a la NBA), Hayes-Davis, Jaylen Hoard y un Facu Campazzo que también siguió un patrón ya citado en este artículo: pago de cláusula para buscar un sueño NBA que no se materializa, pocos minutos e inestabilidad y regreso a Europa, en su caso con ese trompicón que complicó su vuelta al Madrid y que tuvo escala en el Estrella Roja. Ahora mismo, para la Euroliga, es lo que hay. Y eso en un momento en el que los jóvenes se van, además, en masa a las universidades y la NBA parece a punto de anunciar una expansión, para el futuro a medio plazo, a 32 equipos. Más madera.
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