Adiós al sueño del oro
Un mal segundo cuarto condenó a España ante la favorita, Estados Unidos, a pesar del esperanzador inicio. Mañana a las 17:00, la lucha por el bronce.


El ogro sigue siendo el mismo para el baloncesto español: Estados Unidos. Lo que sufrieron las generaciones doradas de los equipos absolutos masculino y femenino hace no mucho tiempo lo están pasando también las selecciones de categorías. Y la Sub-19, que llegaba invicta a las semifinales del Mundial, cayó en la República Checa (sede del torneo) y se queda así sin el sueño del oro. Tendrán que conformarse con el bronces, por el que pelearán mañana ante el otro equipo norteamericano del torneo, Canadá, a las 17:00. La esperanza duró 10 minutos, pero fue un mero espejismo. Cuando el equipo nacional más fuerte del mundo decidió que no se quería andar con tonterías, se acabó todo. Bastante se aguantó. Una derrota agria porque siempre lo es, pero que no quita el increíble papel que este grupo ha tenido durante todo el campeonato. Mañana, a cerrar con buen sabor de boca.
El primer cuarto finalizó 21-20 y parecía que, efectivamente, se podía soñar. España se lució con un buen movimiento de balón, aprovechando los pocos espacios que permitía la cerrada defensa de las norteamericanas, que querían obligar a sus rivales a lanzar desde el exterior. Y el tono físico era similar. O esa era la sensación, que se disipó en un segundo periodo primero extraño y luego muy negativo. La concatenación de errores dio pie al primer acelerón de Estados Unidos, que cerraba en la decena su ventaja al descanso (38-28), dejando a la Selección, muy errática, en 8 míseros puntos. Una cantidad insuficiente para competir ante el baloncesto de formación más desarrollado del mundo, el de ese país que al otro lado del Atlántico crea una cultura baloncestística ganadora desde su base hasta su cúspide. Por eso tienen tantísimos oros.
La tormenta se transformó en vendaval en el tercer periodo: 26-14 de parcial y una desventaja que se fue por encima de los 20 puntos. España había anotado 22 entre el segundo y el tercer asalto, sólo 2 más de los convertidos en el primero. El 64-42 al final de los 30 minutos disputados era una ventaja lo suficientemente grande para disfrutar de un final plácido. Y ni los tiempos muertos de Rubén Burgos consiguieron encauzar la situación. Pero la Selección, aun a sabiendas de que era misión imposible, no se rindió en ningún momento: 7-0 de parcial para iniciar el último cuarto y una reducción de la ventaja a 15 tantos que llegó a ser de 14 (68-54) unos minutos después, con las estadounidenses muy bloqueadas en la ofensiva. No fue un espejismo porque no había espacio ni tiempo para el milagro. Pero sí fue un ejercicio brutal de pundonor, de nunca bajar los brazos, de remar hasta las últimas consecuencias. Juntas. Como el equipo, con todas las letras, que han demostrado que son.
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A las duras y a las maduras, Estados Unidos se acabó llevando el duelo por 70-58, la distancia final a la que acabó llegando una España que no dejó de luchar. Lo hizo por físico y talento, pero igual que con Francia en cuartos de final tuvo que sudar. Jordan Lee (15 puntos), Jasmine Davidson (otros 15) y Saniyah Hall (16) fueron las mejores, las que aportaron la calidad que inclinó la balanza. En España, la mejor fue María Anais con 14 tantos (7 de 13 en tiros de campo) y 7 rebotes, secundada por una Somtochukwu-Blessed Okafor (9+6) más intermitente esta vez. Las norteamericanas se la juegan contra Australia en la final (20:00). Antes, España deberá verse las caras contra Canadá, a las 17:00, para conseguir el bronce. Una medalla que se merecen. Pero que, consigan o no, saben que no es la definición de un torneo en el que han jugado de una forma magistral. Demostrando que hay tanto futuro como presente. Mientras tanto, el ogro sigue siendo el mismo. Ya caerá.
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