La prueba del ADN
España, obligada a lavar su imagen y ganar a Bosnia, número 41 en el ranking FIBA, para no quedarse colgada del alambre en el Eurobasket a las primeras de cambio.
A la Selección española de baloncesto le sobran las horas para volver esta noche (20:30 horas, La2) a la madera del Spyros Kyprianu de Limasol y despojarse de todos los hábitos de responsabilidad que le coartaron en su estreno contra Georgia. Bosnia, número 41 en el ranking FIBA, huérfana de Musa pero peligrosa por la presencia de Nurkic, es una prueba de ADN para un equipo que, si se ha hecho grande, como dijo Juancho después de la hecatombe del primer día, es por alcanzar cotas de competitividad inalcanzables para otros. España necesita un golpe de credibilidad en la mesa que borre el partido de Georgia como uno de esos mensajes de wassap en los que a uno se le va la mano. Es fácil emparentar lo que sucedió el jueves con la derrota contra Bélgica en el Eurobasket de 2022, que también dejó a la Selección en una situación delicada en la primera fase de Tiflis, que resolvió en los dos últimos partidos del grupo contra Montenegro y la Turquía de Ataman. No ha pasado mucho tiempo, pero sí han cambiado los contextos.
Más allá de que Scariolo estruje o no la rotación (Aldama, con apenas 24 minutos, fue quien más minutos estuvo en la cancha el pasado jueves), y empiece a escudriñar en su playbook jugadas que debían ser puestas en marcha más adelante, es el momento de los líderes. Es fácil sospechar que la Selección necesita las dos mejores semanas de la carrera de Aldama, Brizuela y los Hernangómez; y otra exhibición táctica del italiano, si quiere hacer algo grande en el Eurobasket. Y hubo pocas noticias del equipo en Limasol pasado jueves, falto de personalidad y arrestos como estuvo.
Las estrellas del equipo están obligadas a recuperar las sensaciones para que el resto les siga y recupere las señas de identidad que siempre le han acompañado. Fallar esta prohibido, porque una derrota dejaría a la vigente campeona colgando del alambre. Y no sólo eso. La diferencia de puntos, después del -14 contra Georgia, también ha adquirido importancia. No hay que ir muy lejos para encontrar la competición en la que España se fue a casa por el basketaverage. Pese a ganarle en la fase de grupos, la diferencia de puntos con Grecia le sacó de los Juegos de París.
Hace unos días, Bosnia parecía un polvorín. El seleccionador, Acis Beciragic, acusó a Nurkic de estar fuera de forma (“casi no puede ni correr). Por el camino, además, perdió al ex madridista Musa, operado de urgencia por un dolor abdominal, y a Xavier Castañeda, el estadounidense de origen mexicano y pasaporte bosnio que acaba de fichar Unicaja, y que fue sustituido por otro naturalizado, el veteranísimo John Roberson, ex del Estudiantes. Pero los bosnios, después de una preparación errática, dieron alguna señal de recuperación contra la, eso sí, debilísima Chipre. Nurkic hizo 18 puntos en un periquete.
España no va a tener delante un equipo con tantos jugadores grandes como Georgia, pero su problema no está en el rival sino en tener una actuación convincente para que no le aparezcan los fantasmas. Demostrar personalidad y no tener miedo a fallar. “Ser uno mismo”, explicaba Aldama que les pedía Scariolo. Es un partido con una carga de responsabilidad importante y casi sin margen de error para la Selección. Pero también una oportunidad de reencontrarse con esos valores de los que tanto le gusta presumir porque ha hecho gala de ellos siempre.
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