Superestrella Doncic, avispados franceses
Ni Doncic ni Eslovenia fueron capaces de aguantar el tirón de Francia cuando se impuso el físico. Remontada a tirones de los galos y polémica final. El EuroBasket se les complica.


Durante los últimos tiempos se ha hablado mucho del récord de puntos en un partido de EuroBasket. Por la preparación de Markkanen, por el impulso de Jokic, por el salvajismo de Giannis y otros condicionantes. La marca histórica la posee Eddy Terrace, que con Bélgica le metió 63 a Albania en 1957. Si avanzamos en la línea temporal y nos vamos a la era moderna, el tope lo ponemos en los 47 de Doncic a Francia en 2022. Y precisamente a ellos, a los que ahora dirige Frédéric Fauthoux, amenazaba con elevarse a sí mismo. No se quedó lejos. Pero ni así le vale a Eslovenia para ganar en este torneo, en la que era la segunda cita del mismo. Doncic es Doncic, probablemente en un espectacular pico de forma si escudriñamos todos los que ha tenido en su carrera, y ni con ésas. Faltan manos. Falta calidad. Falta baloncesto.
El jugador de los Lakers acumuló 39 puntos en su hoja estadística. 4/10 tanto en tiros de dos como de tres y un 19/20 en la línea de personal con el que pegó el brochazo gordo a los números. Cerca del triple-doble, ya que acumuló 9 asistencias y 8 rebotes. 34:55 minutos exhaustivos para, al menos, intentarlo. Muric (16) y Prepelic (15) le acompañaron en ataque; de nuevo, el mayor problema está atrás. Superada la centena por parte de los franceses, 103-95, era harto complicado sacar el triunfo de Katowice. Los de Sekulic se colocan 0-2, cada vez con menos opciones de pase.
Doncic comenzó con la lección aprendida. Buscó a los jóvenes franceses en fintas y saltos para sacar personales y fue horadando la confianza de éstos. Cabarrot, alero del Baskonia, fue el encargado principal de minarle en la primera mitad, tarea en la que erró tanto él como su responsable en el banquillo. Luka sí notó el cansancio minutos después, producto de todo lo ocurrido en el encuentro. Es una carrera de fondo, no un esprint, y para ello mejor tener liebres y asistentes que te hagan más llevadero el camino, cosa que no ocurre en este limitado combinado esloveno.
Anotación alta tras el primer cuarto, 28-30, y el segundo, 47-54. Estrategia como otra cualquiera. Los jóvenes de Francia necesitaban imponer el físico para, uno, frenar a los eslovenos, hacerles los tiros más difíciles, y, dos, activar los ataques rápidos para que una defensa que habitualmente sufre no se pudiera colocar. Leyeron bien el partido, no sin sufrirlo, y remontaron.
Francisco se convirtió en el quizá inesperado replicante de Doncic. El ex del Manresa, la pasada campaña en el Zalgiris, superó a sus defensores con penetraciones por velocidad y ante ello la diferencia con la que Eslovenia contaba quedó reducida poco a poco. También encestaba los tiros en suspensión. Hablamos del mejor partido, por el escenario y el significado, de Sylvain con su selección. Quedó con un borrón: saludó a Doncic dando el partido por terminado y, dándose cuenta de que los resultados cuentan y mucho, atacó sin defensa alguna pidiendo disculpas tras ello.
Se bailó al son de Luka, de cuerpo renovado, hasta que le pillaron el tranquillo. Esos amagos, mejor tirados que el día anterior, valieron veinte tiros libres. Mucho que contestar en el bando contrario. Así lo hicieron.
El ‘77′ corría con seguridad por el estadio polaco. Partidazo. Contaba 15 puntos al acabar el primer periodo, 24 al terminar el segundo. Y el +7 a favor en el colectivo. Krampelj apareció en esos minutos de derroche. La clave se hallaba en saber cambiar el signo del partido. Francia colocó una zona con la que robó varias veces el balón, saliendo en contraataques rápidos y sumando puntos fáciles. Entre Francisco (32 puntos) y Coulibaly (13 puntos) redujeron el poder esloveno. Y era un aperitivo. En el cuarto acto se fueron hasta los 35 en la cuenta. Okobo, con un 2+1, un tiro en suspensión y un triple frío como el hielo, cerró el partido en sí. Quedaría, también con él, estropearlo: atacó la cadera de Doncic estúpidamente, porque de haberse señalado perdía la posesión, y daba alas al rival en el último minuto. Los árbitros se lavaron las manos. 2 horas y 14 minutos sonaban a suficiente.
De ello no hicieron tanta gala en la tángana final, la explicada antes por el error de Francisco. Técnica para el base y así aprende para la próxima. Un feo cierre para un partido sobresaliente en este Europeo. Que haya muchos.
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