Estos Thunder son la forma definitiva de la visión de Sam Presti, uno de los mejores ejecutivos de la historia de la NBA. La base de una dinastía sostenible.

Así se construye un campeón perfecto

No cuesta demasiado, si se le pone imaginación, imaginarse a un Sam Presti de solo 25 años, en 2001 y con su aire de empollón, sugiriendo a los Spurs que, en el draft, tuvieran en cuenta el nombre de un base francés que jugaba en París y que se llamaba Tony Parker. Fue el primer gran golpe de un niño prodigio que había entrado en las oficinas de los texanos como becario bendecido por R.C. Buford, la mano derecha en los despachos de Gregg Popovich durante esa dinastía texana que llegó a parecer que no acabaría nunca.
En 2007, Presti se convirtió en general manager de Seattle Supersonics, el equipo que se mudó a Oklahoma City y cambió de marca (de Sonics a Thunder) en 2008. Desde entonces, ha sido una de las franquicias mejor gestionadas y de éxito más sostenido, de la NBA. Siempre bajo la dirección del que ya es uno de los grandes ejecutivos de la historia de la NBA. El que cambió de era a los Supersonics con los traspasos de Ray Allen y Rashard Lewis, y el que solo ha vivido cuatro temporadas por debajo del 50% de victorias en OKC, ninguna entre 2009 y 2020, un tramo con un promedio por encima del 60% de triunfos en el que se formularon muchos enfoques distintos en busca de un anillo que nunca llegó: las Finales perdidas en 2012, el 1-3 que les remontaron los Warriors en 2016...
Presti drafteó en tres años consecutivos, sus tres primeros en el Middle West, a tres jugadores (2007-09) que serían después MVP, Kevin Durant, Russell Westbrook y James Harden. Y en los últimos años ha sacado a la franquicia del último rastro de sombra (algunas muy, muy alargadas) de todos ellos, rejuvenecida en un nuevo proyecto que lleva las huellas de su ideólogo, cómo no, por todas partes. En una NBA que ha cambiado, qué mejor que estar en manos de quien siempre ha percibido a la liga en movimiento: “Las reglas cambian constantemente, hay muchas fuerzas en marcha que producen muchos efectos. Nuestro trabajo es sopesar todo eso, tratan de decodificarlo y trabajar todo lo que sea necesario para que nuestro equipo esté en disposición de ser competitivo”.
El momento de ir a por todas
Aunque lleva toda la vida en la NBA, Presti tiene solo 48 años. Su entrenador, Mark Daigneault, elevado desde la nodriza de G League, cumplió 40 en febrero, uno de esos casos (lleva desde 2020 en el cargo) más extraños de lo que podría parecer en los que el encargado de navegar la reconstrucción sale de ella como capitán inmaculado de la nave. En parte, porque las reformas duraron lo justo y acabaron antes de que las heridas empezaran a gangrenarse. El equipo, el gran hito de ese monumento general a la juventud perfectamente preparada, tenía el año pasado una media de 23,9 años y acabó la fase regular como líder de su Conferencia. El roster más joven en lograrlo hasta entonces había sido el de Phoenix Suns en la temporada 2004-05, con casi dos años más de promedio: 25,7. Shai Gilgeous-Alexander, segundo en la votación del MVP, fue el titular más veterano con solo 25 años. Esta temporada, la del primer anillo en OKC, los Thunder (25,6) han terminado la temporada como el cuarto más joven y con más de tres años menos que la media (28,7) de los ganadores de la NBA en los últimos cuarenta años.
Ahora es buen momento para echar la vista atrás, al inicio de la temporada 2023-24. Después de dos años en barbecho (22 y 24 victorias), los Thunder ganaron 40 partidos (40-42) y jugaron el play in. Shai se estrenó como all star y All NBA (primer quinteto, además) con más de 31 puntos por noche, Jalen Williams jugó una fantástica temporada rookie y Chet Holmgren, ese alienígena que había sido elegido con el 2 del draft, dejó atrás su temporada en blanco por una inoportuna lesión en un pie. Ahí, Presti no picó, no pisó el acelerador: siguió hablando de “paciencia” y recordó que habían perdido más de lo que habían ganado: “No somos un equipo en el 50% de victorias, más nos vale que nos acabemos el desayuno antes de ponernos a hablar de otras cosas”.
Con el (histórico) botín de rondas de draft que había acumulado, básicamente a partir de las salidas de Russell Westbrook y Paul George, y con margen salarial de sobra para pensar en caza mayor (algo cada día más pasado de moda en los veranos NBA), Presti tampoco pecó, como no lo había hecho con sus palabras, en sus actos: aguantó el paso, usó su margen salarial para apilar más segundas rondas y absorber contratos tóxicos (como el de Davis Bertans) a cambio de más capital de draft. Su movimiento más destacado fue subir al 10 del draft para asegurarse al que había marcado como gran objetivo, el guard defensivo Cason Wallace que ha acabado siendo parte fundamental, ahora, de la rotación campeona. El resto, el catecismo de la paciencia, el descubrimiento, margen para que Daigneault diera con las teclas y los jóvenes despegaran: “Vamos a necesitar unas cuentas salariales funcionales si los jugadores que ya tenemos acaban siendo tan buenos como parece que van a ser”. Shai, en pleno proceso de reubicación de la franquicia (2021), ya había dado un voto de confianza enorme cuando firmó su extensión, cinco años y casi 180 millones de dólares… sin ninguna player option.
Los Thunder ganaron la pasada temporada 57 partidos (57-27). En dos años habían pasado de 24 a 57 con saltos de 16 (de 24 a 40) y 17 (de 40 a 50) victorias. Fueron el mejor equipo del Oeste en la fase regular, arrasaron a los Pelicans en primera ronda… y cayeron en semifinales contra unos Mavericks que tenían a Luka Doncic algo más de medio lesionado y que no fueron mejores en muchos tramos de la eliminatoria: solo supieron cerrarla mejor. Ahora han subido a 68 triunfos (68-14), la cuarta mejor cifra de la historia y 28 más que en la 2022-23. Si su suman los playoffs, sus 84 victorias son una cifra que solo superan los Warriors de Stephen Curry (8 en 2016, pero sin anillo) y los Bulls de Michael Jordan (87 en 1996).
El descubrimiento del que hablaba Presti. La experiencia, incluso a costa de perder contra un equipo que él había ayudado a formar con su millar de pequeños movimientos. Dereck Lively II, el pívot que tiene pinta de ancla en las zonas de los Mavs para muchos años, llegó a través del pick 12 del draft que era originalmente de los Thunder, que después dieron en otra operación a los texanos la primera ronda que usaron para hacerse con Daniel Gafford, otra de las piezas de su reconstrucción invernal.
Daba igual porque ya estaba claro que sí, los Thunder habían llegado. Presti había visto todo lo que necesitaba ver. Que Shai, Jalen Williams y Holmgren eran una base real de estrellas, presentes o futuras, por lo que esos roles estaban en casa y no había que buscarlos fuera; y que lo que hacía falta era más rebote, alternativas para jugar grande y una solución para Josh Giddey, un 6 del draft todavía de 22 años que había terminado los playoffs básicamente fuera de la rotación: su falta de tiro exterior permitió a los Mavs olvidarse de él y su mezcla con Shai era poco natural, los dos mucho mejores con la bola en las manos.
Movimientos de primera magnitud
El 21 de junio, Presti arregló el problema en el que se había convertido Giddey, que además entraba en verano de posible extensión de contrato, con un golpe magistral: no solo no dio nada a cambio para que le ayudaran con la logística (ni una segunda ronda) sino que sacó de los Bulls (una franquicia en permanente confusión) a Alex Caruso. Si Giddey se había convertido en el tipo de jugador que no encajaba en la línea de crecimiento de los Thunder, Caruso ha sido justo lo contrario: salido de la cantera G League de la franquicia, desde donde fue fichado por los Lakers, es un excepcional defensor (uno diferencial de verdad) que no necesita la bola, ejerce de perfecto pegamento en pista y puede castigar al rival si se quesa solo en la línea de tres. Una defensa ya de por sí temible sumó a un especialista de primer orden, un factor de disrupción con pedigrí de campeón (Lakers, 2020), experiencia (31 años) y un contrato en expiring que se renovó en diciembre por cuatro años y 81,1 millones.
El 6 de julio, Presti firmó a Isaiah Hartenstein, exactamente el tipo de pívot que necesitaba, por tres años y 87 millones. Un contrato gigante pero descendente año a año y con una opción de equipo en el tercer curso (2027-28) cuando seguramente ya no tenga sitio por las inevitables extensiones de los contratos rookie de las estrellas jóvenes. Rebote, intimidación, músculo y generación de juego desde el bloqueo: Hartenstein es un excelente interior para la NBA moderna y un tipo de fuerza (más bruta) que los Thunder no tuvieron en la serie de 2024 contra los Mavericks. Una opción obvia para dar relevos a Holmgren pero también para que ambos jugaran juntos, como acabó sucediendo después de la fea lesión de cadera que estropeó media temporada de Holmgren. Presti hizo estos dos movimientos sin perder en el camino ninguna ronda, aprovechando su margen salarial y conservando el filón de rondas de draft (33 hasta 2031) y la flexibilidad salarial que convierten a los Thunder en un peligro en el mercado, un agente negociador con opciones de elegir literalmente cualquier camino, el que quiera. Y con margen de buen previsor para lo que está por venir: este verano dberían llegar las extensiones (enormes) de Holmgren y Jalen Williams. Y seguramente también la siguiente de Shai, que podrá firmar, gracias a sus dos elecciones All NBA seguidas y su MVP, una extensión en formato supermáximo de cuatro años y 294 millones, que arranque en 64,7 y acabe por encima de 80 en la temporada 2030-31. El primer jugador de la historia en esas cifras.
Su otra opción es esperar a 2026 y firmar por cinco años 380 millones. En todo caso, se llevará el 35% del cap y Williams y Holmgren, que dejarán atrás sus primeros contratos a partir del verano de 2026, aspiran a un mínimo del 25% (30 si alcanzan nivel de supermax: Defensor del Año, All NBA…). Este verano también aspira a extensión Lu Dort, un excepcional especialista defensivo en un equipo que cuenta también con Caruso y Wallace (otro con una gran extensión en el futuro). Los Thunder han doblado roles para tener una profunda envidiable ahora, una de campeón, y alternativas mañana, cuando las estrellas dejen de ser baratas y Williams y Holmgren, además de Shai, cobren como primeras espadas.
Movimientos en los márgenes
El excepcional verano pasado de Presti no acabó ahí. Drafteó más jugadores de su gusto, guards de mucho potencial: Nikola Topic. pick 12, toda la temporada fuera por una grave lesión de rodilla pero una baza interesante a partir de ahora, y Ajay Mitchell (pick 38 que ya ha hecho sus pinitos en la rotación). Y se hizo con Dillon Jones, alero elegido originalmente por los Wizards (pick 26) y que llegó a OKC con escala en los Knicks. Cualquiera que vaya encontrando sitio en la rotación será una bendición en lo deportivo y en lo económico para un equipo que en el futuro será carísimo de mantener, en cuanto (2026) arranquen las extensiones de Holmgren y Williams. Ahí los Thunder tendrán que bailar con los aprons y esos quebraderos de cabeza del nuevo convenio que por ahora no van con ellos: ha sido la séptima exta plantilla más barata de la NBA en la temporada 2024-25, 168,4 millones de payroll que se queda a 20 millones del segundo apron y a casi diez del primero.
En el trazo fino, los Thunder se saltaron el corto plazo y evitaron team option baratas para dos secundarios importantes como Isaiah Joe y Aaron Wiggins. Algo que pueden repetir con Jaylin Williams, un pívot criado en la casa que puede convertirse en un relevo barato y sostenible para Hartenstein. Joe podía haber continuado por solo 2,1 millones, pero se optó por un nuevo contrato de cuatro años y 48 millones en formato descendente: esta temporada, su salario ha sido el 9% del salary cap del equipo, en la cuarta solo el 6%... y si quieren los Thunder, que tendrán una team option para decidir el futuro de un especialista tirador al que exprimen, desde el banquillo, como lanzador de volumen. Un rol estratégico. Wiggins es un secundario más completo, menos experto en nada pero capaz de hacer de todo y que ha metido casi el 40% de sus triples desde que llegó a la NBA. Con el mismo patrón, los Thunder obviaron su team option (solo 2 millones) y le dieron un contrato de cinco años y 35 millones. También con opción de equipo en la última temporada (2029-30), en al que su sueldo no llegará ni al 4% del salary cap proyectado. Eric Pincus, experto en cuentas salariales, eligió el de Wiggins como el contrato más valioso para su equipo de toda la NBA esta temporada.
Del núcleo duro joven de estos Thunder, el mejor equipo del mundo ahora mismo y un campeón con aroma a dinatía, solo Shai llegó vía traspaso. La piedra angular, el jugador franquicia, aterrizó como parte del tesoro que los Clippers, carcomidos por las prisas para convencer a Kawhi Leonard, dieron a los Thunder en 2019, un lote que Presti sigue exprimiendo. También llegó en otra operación Kenrich Williams, un secundario asegurado, en ese caso, en un trade a cuatro bandas que despidió a otro histórico de OKC: Steven Adams. Como agentes libres, del núcleo actual, apenas están dos hallazgos, el citado Joe (del que prescindieron los Sixers) y Lu Dort, un excepcional defensor pescado como agente libre no restringido. A ellos se sumaron, en las dos categorías, Caruso (traspaso) y Hartenstein (mercado). El resto es cosa del draft: Cason Wallace (pick 10 en 2023), Chet Holmgren (2 en 2022), Ousmane Dieng (11 en 2022), Jalen Williams (12 en 2022), Aaron Wiggins (55 en 2021…) y los último en llegar, Jones y Mitchell.
Ese es el gran botín de Presti, el arma con el que conservar flexibilidad, abaratar el fondo de la rotación o posibilitar operaciones en el mercado: los Thunder, el campeón (y esto no suele ser habitual en absoluto) tienen a todos los principales de la plantilla con contrato y tienen los picks 15 (de Miami Heat), 24 (de los Clippers) y 44 en el draft 2025 que se celebra esta semana. Y en 2026 pueden tener hasta cuatro primeras rondas, entre ellas la de los Sixers con protección top 4 y la de los Jazz con protección top 8. Además de la suya propia, como en los siguientes cursos hasta donde acaba la vista. Este es, por lo tanto, un campeón joven, pensado para sortear las trampas del convenio colectivo actual, sostenible y perfectamente adaptado a cómo se juega ahora. ¿El comienzo de una dinastía? Es pronto para saberlo, pero desde luego sí, como mínimo y en teoría, el molde de una. La mano experta, la visión definitiva de Sam Presti.
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