NBA | Draft 2025

Cooper Flagg, siete millones más que Victor Wembanyama

El forward tiene, como todas las elecciones de primera ronda, su salario establecido para sus cuatro primeras temporadas en la NBA. Después de la tercera llegará su primera extensión.

Cooper Flagg atiende a los medios en Nueva York, antes del draft 2025 de la NBA.
SARAH STIER | AFP
Juanma Rubio
Nació en Haro (La Rioja) en 1978. Se licenció en periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca. En 2006 llegó a AS a través de iccwin247.com. Por entonces el baloncesto, sobre todo la NBA, ya era su gran pasión y pasó a trabajar en esta área en 2014. Poco después se convirtió en jefe de sección y en 2023 pasó a ser redactor jefe.
Actualizado a

Cooper Flagg es, como no podía ser de otra manera, el número 1 del draft de la NBA. Un golpe rocambolesco de la lotería, que en mayo se saltó cualquier atisbo de guion lógico, ha hecho que el forward de Maine haya acabado en Dallas Mavericks, una franquicia metida en una espiral de autodestrucción, y con clima de guerra civil en su entorno, desde el traspaso de Luka Doncic, en febrero. Flagg, un número 1 para el que los Mavs casi no tenían opciones, abre la puerta a la reconstrucción: emocional, social, económica y también, claro, deportiva.

Eso sí, los Mavericks no son el típico equipo en fase de derrumbamiento y reconstrucción que suele quedarse con el pick 1. Con el hándicap de la grave lesión de rodilla de Kyrie Irving, que se perderá como mínimo buena parte de la próxima temporada, el equipo texano está pensado para competir en el Oeste con Kyrie (cuando regrese), Anthony Davis, Klay Thompson, PJ Washington, Dereck Lively II, Daniel Gafford, Naji Marshall… y Flagg, que evitará el paso por un equipo perdedor pero que también tendrá el extra de presión que implica sumarse a un bloque competitivo desde el primer día. Es, además, el número 1 del draft más joven desde LeBron James. Cumplió 18 años el 21 de diciembre, y por eso, por la proximidad con Fin de Año, pudo adelantar un curso académico y acabar en este draft de 2025 y no en el de 2026, que era para el que en principio estaba proyectado. Con rango de jugador generacional, parece obvio que ha tomado la decisión correcta y que, además, los duendes de la lotería del draft le han enviado a una situación deportiva muy interesante.

Las cifras de su primer contrato

Ahora, Cooper Flagg firmará su primer contrato como jugador NBA. En este caso, uno que ya está establecido, en cuanto a duración y cantidades por la escala rookie (rookie scale), la tabla que marca, en sentido descendente, cuánto percibe cada jugador seleccionado en primera ronda (picks 1-30). Los de segunda ronda no se someten a estas restricciones y sus contratos suelen ser mucho más bajos, en muchos casos por el mínimo y no totalmente garantizados. La escala rookie depende, como todas las cuentas salariales en la NBA, del salary cap, el total del que dispone cada franquicia para gastar en salarios en la temporada. Para la próxima, 2025-26, será 154,6 millones de dólares, un salto del 10% con respecto al curso que acaba de terminar con título para Oklahoma City Thunder (140,6). Con la entrada en vigor de los nuevos contratos televisivos (el gran pilar del BRI, los ingresos por cuestiones deportivas de los que depende el cap), la cifra se dispara. Para evitar deformaciones en el mercado, el último convenio acordó que las subidas interanuales por el aumento del BRI se irían prorrateando y no podrán superar el citado 10% por muy bien que vayan las cosas (que van) en lo económico.

Los contratos de jugadores de primera ronda son por cuatro años, pero solo los dos primeros están totalmente garantizados. El tercer y el cuarto los tienen que ir ejecutando los equipos con sus opciones de renovación unilaterales (team options). Cuando finaliza el tercero, se puede negociar ya la primera extensión, que en todo caso entra en vigor cuando pase una cuarta temporada que se tiene que jugar con las condiciones del contrato rookie. Para los jugadores con techo de estrella, esa primera extensión es su primer gran bocado al dinero a lo grande de la NBA. Por eso, adelantar el salto en el draft es una forma de empezar a jugar como profesional cuanto antes y, entre otras cosas, tener a tiro también antes esa primera extensión. El pasado verano, esas extensiones de contratos rookies estuvieron ya muy por encima de los 200 millones por cinco años en los casos de cantidades máximas, el 25% del salary cap total con opción, si se cumplen ciertos criterios, de llevarse el 30%. Con el cap en ascenso, esas cantidades serán mucho más altas cuando Flagg pueda negociar la suya en el verano de 2028.

Pero, por ahora, Flagg tiene que ceñirse a la escala rookie, que marca las cantidades de ese primer contrato, que después los jugadores pueden firmar en un rango, según esa cifra, que va del 80% al 120%. Los de la categoría de Flagg (en realidad buena parte de los de primera ronda) firman por el tope del 120%. Para el número 1, en este verano, cuatro años y 62,7 millones de dólares. Distribuidos así: 13,8 millones en la primera temporada (2025-26, garantizada), 14,5 en la segunda (2026-27, garantizada), 15,2 en la tercera (2027-28, team option) y 19,1 en la cuarta (2028-29, team option).

El número 1 del año pasado, el francés Zaccharie Risacher, firmó con Atlanta Hawks por cuatro años y 57 millones. El de 2023, Victor Wembanaya, se comprometió con los Spurs por cuatro y 55. Así se aprecia claramente el aumento en función del salary cap. En 2020, por ejemplo, Anthony Edwards se llevó como número 1 un contrato de 44,2 millones por cuatro temporadas. Hace justo una década, Karl-Anthony Towns (con los Timberwolves, como Edwards) uno de cuatro y unos 25,6 millones.

La confusa comparación con la universidad

En esta era en la que los jugadores universitarios empiezan a exprimir unas posibilidades económicas que hace unos años no tenían, se suele debatir cuánto les conviene o les deja de convenir alargar su estancia en College. En el caso de aspirantes a súper estrella como Flagg, es obvio que, si se siente preparado en lo deportivo, el paso al baloncesto profesional es la mejor opción por mucho que los derechos NIL, y las nuevas reglas que también permitirán pagos directos de las universidades a los jugadores, hayan disparado las posibilidades económicas, sobre todo de los que son más especiales en la pista y más relevantes en lo mediático. Para jugadores con proyección de ser elegidos en segunda ronda, con contratos bajos y muchas veces garantías precarias, la universidad sí ofrece ahora alternativas dignas de valorar, igual que para unas estrellas del baloncesto femenino que tiene mucho que avanzar, todavía, en cuanto a salarios de su liga profesional (WNBA).

Muchos se llevaron las manos a la cabeza cuando Howard Bryant, de ESPN, aseguró que Flagg se había embolsado gracias a los derechos NIL (de explotación de su imagen) unos 28 millones en su única temporada en la poderosa Duke. Pero el dato es engañoso ya que se cometió el error de tomarlo como total anual, y por eso se quiso dar a entender que seguir en Duke podía ser una opción real para Flagg. Algo que nunca estuvo sobre la mesa, aunque solo sea por esa ventaja que supone acelerar pasos hacia la primera gran extensión en la NBA.

Esos 28 millones se referían al montante total de los principales acuerdos NIL firmados por Flagg. Es decir, contratos publicitarios que se abarcaron la pasada temporada, en NCAA, pero irán más allá y seguirán vigentes en el arranque de su carrera en la NBA. Ahora, de hecho, sus posibilidades a la hora de explotar su imagen y firmar acuerdos fuera de las pistas serán mucho mayores. En agosto de 2024, firmó con New Balance por 13 millones en un contrato “interanual”. El pasado enero, hizo lo propio con Fanatics por 15 millones. De ahí salen los 28, pero no se circunscriben a la temporada 2024-25, en al que tuvo también acuerdos con otras marcas, como Gatorade.

On3, la web de referencia a la hora de analizar y valorar los derechos NIL, situaba a Flagg en unos 4,8 millones de dólares la pasada temporada y en torno a los cinco de nuevo si hubiera tomado la improbable decisión de seguir en Duke, una universidad que va a invertir entre 8 y 10 millones para apuntalar por la vía de los NIL su proyecto deportivo del próximo curso.

Así que esos 28 millones son engañosos si se quieren tomar como una comparación entre lo que Flagg puede generar como estrella universitaria y como rookie de máximo rango en la NBA. Eso sí, lo que es incuestionable también es que durante cuatro años su contrato será el que está fijado, 62,7 millones. Si juega al nivel que se espera de él, será un chollo para los Mavs, que de hecho comenzaron a reponerse económicamente del desastre que fue traspasar a Doncic en cuanto supieron, hace más de un mes y medio, que tendrían el 1 del draft y, por lo tanto, a un Flagg que, si rompe en estrella, se pondrá al día cuando firme su primera extensión en la NBA después de jugar tres temporadas.

De hecho, en las proyecciones actuales, y si alcanzara el rango que se espera de él y tuviera condición de súper máximo y no de máximo en sus extensiones, la primera (pasaría del 25 al 30% del cap) sería de cinco años y unos 359 millones (entre 2029 y 2033). Y la siguiente, ya por el 35% del cap, de cinco años y 509 millones (2034-38). En estos números, Flagg se aseguraría, solo en contratos con franquicias, unos 930 millones de dólares a los 31 años, todavía con años de carrera por delante.

¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de . ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic

Etiquetado en:

Comentarios
Normas

Rellene su nombre y apellidos para comentar

Te recomendamos en NBA