El rompecabezas de los Lakers
Los angelinos se acercan a la apertura del mercado con muchas dudas, intentos frustrados y la posibilidad de perder más piezas importantes. Se acercan días decisivos.


La noche del lunes marcará el inicio oficial del mercado de agentes libres en la NBA, un momento crucial en la configuración de las plantillas de cara a la próxima temporada y que alarga los movimientos de los últimos días, alrededor de las noches (ahora, dos) del draft. En tiempos en los que las grandes operaciones se hacen a través de traspasos, y en los que las franquicias ya no priorizan la generación de masas importantes de espacio salarial, el mercado sigue siendo un trance clave porque agiliza y propicia, a través de sus movimientos, esos traspasos y ayuda también, como mínimo a completar los equipos en posiciones trascendentales de la rotación. Eso incluye, por supuesto, a unos Lakers que son una incógnita por revelar. Y que afrontan una situación complicada, ciertamente difícil si bien el juicio completo no se podrá hacer hasta ver qué ha podido hacer Rob Pelinka, el jefazo de los despachos que con el traspaso por Luka Doncic se ganó el beneficio de la duda (como mínimo) después de haber recibido muchas críticas por su inacción en los dos años anteriores.
Los Lakers tienen prisa: LeBron James va a cumplir 41 años en su vigésimo tercera temporada (dejará atrás a Vince Carter y marcará un nuevo hito en la NBA) como profesional. Y Luka Doncic afronta su primer curso completo de púrpura y oro, todavía motivado por las que cosas que se han dicho y se dicen de él desde los Mavericks y pendiente de firmar una extensión y de saber cómo de bueno puede ser su equipo en un momento (26 años) en el que no puede permitirse no estar en el primer plano competitivo: pasó de jugar las Finales en 2024 a ser traspasado y no pasar de primera ronda en playoffs en 2025, el primer año sin all star ni Mejor Quinteto después de un lustro (2020-24) rellenando esas dos ilustres casillas.
Los Lakers ganaron la pasada temporada 50 partidos (50-32), un dato notable que le dio además un meritorio tercer puesto en un Oeste muy competitivo en una temporada partida en dos tramos totalmente diferenciados por la operación Doncic. Parecía que esos Lakers, los de primavera en regular season ya con el esloveno, podían competir por hacer cosas importantes. Eso parecía, sí… hasta que llegaron los playoffs: 1-4 contra los Timberwolves, un frío adiós a la primera y la sensación, viendo el resto de las eliminatorias hasta junio, de que faltan muchas piezas, mucho físico, mucho talento y mucha reorganización para que los Lakers estén de verdad entre los equipos que pueden ser, sin que medie un milagro deportivo, campeones. En esas, además, la franquicia se ha metido en un proceso de venta en números nunca vistos en el deporte estadounidense: más de 10.000 millones de dólares para que la familia Buss deje el control después de casi medio siglo y se ponga al frente Mark Walter, el multimillonario que ha hecho maravillas con los Dodgers y del que se espera mucha inversión y también máxima exigencia. Y modernización en un equipo que estaba siendo poco competitivo en los despachos, con áreas que necesitan inyección económica, dinamización, reestructuración… y menos endogamia.
Un puzle con LeBron y Doncic
La primera gran incógnita es LeBron James, que tiene un año más de contrato pero en formato player option (pude aceptarlo o rechazarlo unilateralmente) por 52,6 millones de dólares. Hoy domingo se acaba el plazo, así que habrá noticia y todo apunta, tal y como ha confirmado Dave McMenamin (ESPN), a que LeBron ejecutará esa player option, cobrará esos 52,6 millones y será agente libre el próximo verano.
Había habido rumores de todo tipo, pero pronto pareció claro que LeBron ni se iba a retirar (y según McMenamin tampoco tiene claro que esta próxima vaya a ser su última temporada en la NBA) ni iba a marcharse de los Lakers, el equipo al que llegó en 2018. Si efectivamente acaba el próximo curso como laker, será su tramo más largo (ocho años) en cualquier equipo ya que su primer paso por los Cavaliers duró siete (2003-2010). La cuestión sigue siendo, aunque parece que ya hay pocas dudas, si LeBron se acogerá a esa player option o la rechaza y busca un acuerdo por más temporadas y más dinero total, tal vez en el formato 1+1 que ha usado ya varias veces en su carrera para mantener el control sobre su situación y su futuro. Pero parece que optará por la player option, y el año único de contrato en unas cantidades que salvo sorpresa no rebajará. El verano pasado ofreció un descuento si el equipo tenía nombres importantes a tiro en el mercado, y después ajustó su salario lo suficiente para evitar problemas de impuestos con los nuevos aprons. Ahora, o eso parece, no habrá ni pequeños retoques y se llevará los 52,6 millones.
Con Doncic, la situación también parece definida. Tiene contrato garantizado la próxima temporada (45,9 millones) y una player option (48,9) para la siguiente, 2026-27. El dos de agosto se abre el plazo para que firme una extensión con los Lakers y todo apunta a que lo hará. Parece feliz en L.A., quiere echar en California las raíces que iba a echar en Dallas pero que los Mavericks decidieron arrancar de cuajo y parece encantado con la dimensión de los Lakers y la llegada de un propietario tan competitivo y poderoso en lo económico como Walter. A partir de ahí, la cuestión es qué tipo de extensión firma. Podría ser de cuatro años y 229 millones, aunque parece más probable que firme por tres años y 165 millones con player option para el tercer curso (2028-29), cuando podrá saltar al rango del 35% del salary cap del equipo y firmar otra extensión, en ese caso por cinco años (2028-33) y 419 millones. Esa es su mejor baza económica y la mejor manera de olvidar el contrato histórico que iba a firmar pero se escapó al ser traspasado por los Mavs (cinco años, 345 millones).
Luka Doncic echa cuentas: sus opciones para el futuro
Con LeBron y Doncic asegurados, en principio, la gran duda del teórico big three era Austin Reaves, que jugó una temporada fenomenal pero patinó en unos playoffs desastrosos en los que sufrió contra unos Wolves muy físicos con, lo supimos después, una fea lesión en un dedo del pie. Reaves, un jugador adorado en la franquicia y su entorno y una enorme historia de éxito tras no ser drafteado en 2021, también va a poner a los Lakers en una situación complicada después de rechazar, estaba cantado, la extensión máxima que los Lakers le podían ofrecer ahora: cuatro años y 89,2 millones. Lo normal es que agote su contrato asegurado (13,9 millones el próximo curso, un chollo a la vista de su rendimiento), renuncie a la player option del curso 2026-27 (14,8) y se convierta en agente libre. Ahí podría firmar por cinco años y casi 247 millones con los Lakers o por cuatro y casi 183 con otro equipo. No llegará a esas cifras, en principio, pero el escolta (27 años) sí querrá saltar al rango de los 30 millones anuales, o algo muy cercano. Existía la opción de que los Lakers se adelantaran a ese problema y buscaran un traspaso ahora, algo que parece descartado desde la franquicia salvo que se presente una operación de primerísimo rango. Así que lo normal ahora es que Reaves siga y que intente dentro de un año llegar a un acuerdo con los angelinos, que tienen que decidir si Doncic y el de Arkansas son un backcourt viable a nivel defensivo para llegar lejos en playoffs. En ataque, sus posibilidades son, obviamente, casi ilimitadas.
Siempre a vueltas con el pívot
Parece, por lo tanto, que el trío LeBron-Doncic-Reaves seguirá siendo el eje de los Lakers. Pero es obvio que hace falta más para complementarlo: más físico, más defensa, más piernas jóvenes, más tiro exterior. Si miramos los últimos playoffs, más de todo. Y Pelinka lo tiene claro: “Vamos a mirar debajo de cada piedra y vamos a exprimir todos los recursos que el convenio colectivo nos deja para mejorar. No vamos a descansar hasta que demos con las soluciones adecuadas”.
El planteamiento es obvio: los Lakers no tienen una rotación profunda ni competitiva, y por eso en el partido clave de los últimos playoffs (el tercero de la serie, primero en Mineápolis y con 1-1) JJ Redick jugó toda la segunda parte, algo inaudito en la NBA actual, con el mismo quinteto. Sin hacer ni un solo cambio: los Lakers rozaron el triunfo pero se desfondaron al final. Falta, sobre todo, un pívot. Después de la llegada de Doncic, este dejó claro a Pelinka que para su estilo de juego lo ideal es tener al lado a un interior físico, con envergadura y explosividad, que intimide en defensa y juegue por encima del aro y acabe alley oops en ataque. Días después de la llegada del esloveno, los Lakers hicieron un traspaso por Mark Williams, de los Hornets; pero días después lo anularon porque no les gustó lo que vieron en las pruebas médicas de un prometedor cinco que ha tenido muchos problemas físicos desde que llegó a la NBA. Las malas lenguas decían que se habían arrepentido y que querían esperar a este verano para buscar un jugador que les encajara más como solución a largo plazo. Williams, por cierto, acaba de ser traspasado a los Suns por algo parecido, en lo principal, a lo que acordaron dar en principio los Lakers: la primera ronda baja de este año (pick 29) y una primera protegida de 2029.
Los Lakers siguen sin pívot: en playoffs desapareció de la rotación el mediocre Jaxson Hayes, que acabó contrato y que no volverá salvo que sea con otro contrato mínimo y como jugador para el fondo del banquillo. O así debería ser. El problema es que las opciones top son caras, seguramente inaccesibles. Los rivales, además, saben que los Lakers necesitan con desesperación solucionar esa papeleta, y lo que piden en traspasos es acorde a ese contexto. Eso cierra las puertas, en principio, a la opción soñada, el gigante Walker Kessler, de Utah Jazz. Los de Salt Lake City piden varias primeras rondas y han rechazado las popuestas de unos Lakers que, por cierto, solo tienen para realizar traspasos su primera ronda de 2031 (que tienen que usar solo en la opción ideal, por lo tanto), otras primeras para intercambios (swaps) y un joven, el tirador Dalton Knecht, con un buen mercado (había entrado en la operación abortada por Williams). Y tienen, además, contratos en expiring con los que jugar, algo también importante: los 18,3 millones de Rui Hachimura, los 11,5 de Gabe Vincent, los 11 de Maxi Kleber… Jarred Vanderbilt tiene un vínculo más largo pero también es una opción de salida (tres años, más de 36 millones pendientes), aunque menos apetecible para los demás por los años garantizados y su nulidad en ataque, el problema que estropea sus condiciones defensivas.
Nic Claxton (Nets) también parece una opción complicada, y McMenamin asegura que los Lakers tantearon durante el pasado curso a los Hawks por Okenya Okongwu. Otra opción que ha sonado insistentemente es Robert Williams, un buen perfil pero un jugador con permanentes problemas de lesiones. Así que empieza a dibujarse un panorama en el que los Lakers se lanzan a por veteranos como Clint Capela (31 años) y Brook Lopez (37). En su situación actual, no tienen más margen en el mercado de agentes libres que su midlevel exception. Si LeBron usa su player option y Dorian Finney-Smith sigue en el equipo, ni siquiera podrán usar la midlevel total (algo más de 14 millones, suficiente para hacerse con un titular de buen nivel) y tendrán que bastarse con la midlevel de pagador de impuesto, apenas 5,7 millones con los que ir a por un Capela venido a menos, que encaja mejor en el molde que necesita Doncic que un Lopez ya muy veterano y que es un jugador superior pero cuyas virtudes no son precisamente (ni siquiera lo eran cuando era joven) la explosividad y el juego por encima del aro. Capela por esa midlevel baja y Lopez como suplente con un contrato mínimo parecen ahora mismo un plan B que vira hacia el A. Una solución a corto plazo que indica que el gran refuerzo, un pívot para asentarse en la posición durante años en el núcleo duro del equipo, no asoma en el mercado actual.
Otro asunto que está en el aire es la continuidad de Dorian Finney-Smith, el alero (también veterano: 32 años) que llegó en diciembre a cambio de tres segundas rondas y que podría irse ahora sin dejar nada a cambio. Decepcionante en playoffs (después pasó por el quirófano por un problema de tobillo), DFS ya brilló al lado de Doncic en los Mavs y es uno de esos aleros capaces de defender por toda la pista y de anotar triples liberados que tan importantes son en la NBA actual. Un tipo de jugador que los Lakers necesitan. Y más de uno. Tiene una player option de 15,3 millones que se está planteando no aceptar para ser agente libre. Si se va, los Lakers podrían acercarse a la opción de liberar la midlevel completa y tentar a piezas de primer nivel y un perfil similar: todo el mundo piensa en Nickeil Alexander-Walker, cuya continuidad en los Timberwolves es muy difícil. Pero este es uno de esos casos de más vale pájaro en mano que ciento volando. Muchas franquicias van a intentarlo, casi todas las que tendrán la midlvevel completa, con NAW, más joven y con más techo que un Finney-Smith que no deja de ser un valor más o menos seguro que los Lakers echarán de menos si se va. Y, ahora mismo, y pendiente de una posible extensión con los angelinos, esa opción de que se marche es real. En el lado positivo, podría regresar por más temporadas y un volumen de dinero total más grande pero un salario menor el próximo curso, algo que ampliaría el margen en esas cuentas para este verano.
Así que pasan los días, no se resuelve nada, no aparece ningún traspaso jugoso y se acumulan, en cambio, más dudas e incógnitas en unos Lakers que no están a un par de pequeños movimientos de ser competitivos de verdad en el Oeste. Todo puede cambiar en los próximos días; pero si no lo hace, el primer proyecto completo con Luka Doncic tendrá pocas opciones de volar alto de verdad en el Oeste. Así que hay necesidad, presión y una exigencia que veremos en qué se traduce, ya que la tentación volverá a ser, si no hay nada realmente importante a tiro, conservar las rondas para planificar ese futuro post LeBron que tampoco llegará esta temporada. Así que las cosas, ahora, no pintan bien. ¿En unas semanas? Eso es lo que está por ver.
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