Dallas Mavericks

Marshall: “¿Los dueños de los Mavericks? No saben ni qué han comprado”

Mike Marshall, exvicepresidente de contenidos de los Mavericks, ataca con dureza a los nuevos propietarios del club y habla de la salida progresiva de Mark Cuban.

Miriam Adelson, ahora propietaria de los Mavericks, galardonada por Donald Trump.
Alex Wong
Juanma Rubio
Nació en Haro (La Rioja) en 1978. Se licenció en periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca. En 2006 llegó a AS a través de iccwin247.com. Por entonces el baloncesto, sobre todo la NBA, ya era su gran pasión y pasó a trabajar en esta área en 2014. Poco después se convirtió en jefe de sección y en 2023 pasó a ser redactor jefe.
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Mucho se ha hablado, sobre todo a raíz del inexplicable traspaso de Luka Doncic, y la pésima forma en la que la franquicia gestionó después la resaca y consecuencias de esa decisión, del cambio de propietarios de Dallas Mavericks. Mark Cuban compró, con 42 años, el equipo texano en 2000. Había hecho fortuna muy rápido a través de la tecnología y pagó 285 millones de dólares por un equipo que en diciembre 2023 vendió a la familia Adelson a partir de una valoración de más de 4.500 millones.

Al frente del nuevo orden está Miriam Adelson, furibunda trumpista (es una de sus mayores donantes), sionista y viuda de Sheldon Adelson, patriarca de un imperio del juego gestionado a través de Las Vegas Sands y entre otras muchas cosas el tipo que quiso meter en el este de Madrid aquella chaladura decadente que iba a ser Eurovegas. Su socio (y familia polítca) Patrick Dumont, que se casó con la hijíisima de los Adelson, Sivan, es el que toma esas decisiones en las que solo los muy ingenuos creían que iba a seguir teniendo voz Cuban. Y acabó siendo uno de los más criticados y señalados por todo el asunto Doncic. Solo superado por el enemigo público número 1, el ejecutivo Nico Harrison.

Desde entonces se hablado mucho del desarraigo de un equipo que ha vivido entre rumores (poco fundados) de traslado a Las Vegas pero con una realidad que sí tiene mucho que ver con ser un peón importante en la lucha de los Adelson por la legalización del juego en Texas y la construcción de un casino/resort/pabellón que acogerá los partidos del equipo. De eso, y de la nula empatía que demostraron con los aficionados después del traspaso y su incapacidad a la hora de gestionar de otra manera lo que acabó siendo un trance horrible para la franquicia, al menos hasta que les cayó del cielo la elección de Cooper Flagg como número 1 del último draft.

Ahora, ha ahondado en esta nueva realidad de los Mavericks el que fuera vicepresidente de contenidos, Mike Marshall, apodado The Machine en sus años como locutor de radio. Ya fuera de la franquicia ha explicado con un rotundo “no tienen ni idea de lo que han comprado” la extraña realidad de los nuevos propietarios. Y ha profundizado en algunas de las situación que vivió antes de dejar la franquicia:

El trato con los empleados: “La mayor bandera roja en los seis primeros meses fue que no hubo bonus por playoffs para nadie. Llegamos a las Finales de la NBA pero no hubo bonus. El noventa y nueve por ciento de las veces, cuando un equipo llega lejos en los playoffs, no digamos a las Finales, los empleados reciben una paga extra. Trabajamos dos meses y medio más que si no llegas a playoffs. Se habló de ello como si se fuera a hacer, se dejó básicamente cerrado pero al final no se aprobó. Eso envenenó el ambiente entre los trabajadores. Creo que no sabían que iban a perder decenas de millones de dólares por derechos televisivos esa temporada, porque así es como estaban las cosas circunstancialmente tras la quiebra de Bally y lo que pasó a ser Victory+, y a la espera de que entren en vigor los nuevos derechos de la NBA a nivel nacional con los acuerdos con Amazon”.

Las consecuencias de ese viraje económico: “Había muchos planes e ideas relacionados con el pabellón, se iban a hacer muchas cosas con las retransmisiones. Pero me fui dando cuenta de que no tienen ni idea de lo que han comprado. Cero, en nada: a nivel financiero, de sus cuentas, de planes para los próximos años… cómo va este negocio, cómo funcionan las cosas. Compraron y no tenían ni idea de que era un año de transición, hasta que llegue el dinero de Amazon, y de que iban a tener pérdidas en el corto plazo. Llegaron con muchas ideas, iban a hacer esto y lo otro, hasta que alguien llamó a la puerta y dijo ‘¿sabéis que por ahora vamos a perder decenas de millones por derechos televisivos porque Bally ya no está y Amazon todavía no ha llegado?’. Y no tenían ni idea. Todo cambió ahí, no tenían ninguna gana de asumir esas pérdidas”.

La falta de experiencia: “Cuatro de las seis personas que se encargan de la parte deportiva en los cargos de vicepresidente para arriba, no habían trabajado nunca para una franquicia deportiva profesional”.

Su trabajo en el departamento de comunicación: “Ayudé a construir el legado de Doncic. En qué grado, cuánto hicimos para que fuera el favorito de todo el mundo, no lo sé. Intentamos que fuera todo lo popular que podía ser. Ese era mi trabajo. Proteger su imagen, convertirlo en una estrella global… y entonces hicieron el traspaso y lo tiraron todo a la basura. No solo lo traspasaron, enfadaron a todo el mundo con la forma de hacerlo. Nosotros, los que trabajábamos para los aficionados y de cara a ellos, nos convertimos en el hazmerreir. Hay acuerdos tácitos con los trabajadores, y uno es que no nos vas a usar como escudos humanos no vas a fastidiar nuestras carreras. Rompieron esos acuerdos. Y, encima, cuando se hizo el traspaso no dejaban de decirnos cosiccwin247.como ‘haz esto, arregla esto otro, haz que a la gente le gustemos otra vez ya, ahora mismo’”.

Las reuniones para controlar la debacle: “La cuestión era qué mensaje íbamos a enviar a partir de ese momento. Me miraban a mi buscando respuestas: ¿Cómo seguimos adelante? ¿qué podemos hacer ahora por los aficionados? Antes de lo de Cooper Flagg, la cuestión era que teníamos que centrarnos en las razones por las que la gente era de los Mavericks antes de la llegada de Doncic. Había que hablar lo menos posible de ese equipo, el de la pasada temporada, porque eso enfadaba mucho a todo el mundo. Al principio las reuniones no valían para nada, todo el mundo estaba furioso. No había forma de tener conversaciones constructivas. No había formar de llegar a lugares comunes”.

La venta de la franquicia por parte de Mark Cuban: “Fue como un divorcio a fuego lento, como cuando papá se va de casa a vivir a otra parte. Dejo de aparecer por allí y ya. Y nadie explicó qué iba a seguir haciendo y qué no”.

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