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Michael Jordan y su amor por el baloncesto en los Wizards: “No me importa si me pagan un centavo”

El mítico escolta volvió a la NBA para disputar sus dos últimas temporadas en los Wizards, donde demostró que todavía tenía cuerda para seguir jugando.

MINNEAPOLIS - NOVEMBER 5:  Portrait of Michael Jordan #23 of the Washington Wizards during the game against the Minnesota Timberwolves at Target Center on November 5, 2002 in Minneapolis, Minnesota.  The Timberwolves won 90-86.  NOTE TO USER: User expressly acknowledges and agrees that, by downloading and/or using this Photograph, User is consenting to the terms and conditions of the Getty Images License Agreement.  Mandatory copyright notice: Copyright 2002 NBAE  (Photo by: David Sherman/NBAE/Getty Images)
David Sherman
Jaime Failde
Jaime Faílde nació en Madrid en el 2004. Desde pequeño siempre mostró un gran afán por el mundo del periodismo. Ahora se mismo se encuentra cursando su tercer año de carrera en la Universidad Complutense de Madrid.
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El 25 de septiembre de 2001, Michael Jordan anunció oficialmente su regreso a la NBA y firmó un contrato de dos años con los Washington Wizards. Una decisión que puso patas arriba al mundo del baloncesto. No era la primera vez que el legendario número 23 colgaba las zapatillas para luego descolgarlas. En octubre de 1993, se retiró para cumplir el sueño de su padre, recién fallecido, y probar suerte en el béisbol de la mano de los Chicago White Sox, un equipo de la Major League Baseball que competía en la Liga Americana. La segunda retirada llegó en 1998, después de ganar su sexto anillo con los Chicago Bulls, completando su segundo ‘three-peat’.

Pero esta segunda vuelta sorprendió a todos. A diferencia de la anterior, Jordan ya no regresaba como parte de los Bulls ni como una superestrella en la cima de su carrera (tenía 38 años y llevaba tres años fuera de las canchas). Esta vez, lo hacía como parte de una franquicia completamente distinta, los Washington Wizards, donde ya ejercía como presidente de operaciones desde enero del año 2000. Fue en ese puesto donde se dio cuenta que aún podía jugar. Las críticas no se hicieron esperar. Los amantes del deporte se preguntaban con asombro cómo el mejor jugador de todos los tiempos se había atrevido a arriesgar su legado. Y más aun, para jugar en un equipo que no había rozado los playoffs desde los años 90.

“Solo quiero jugar al baloncesto que amo. No me importa el dinero, ni si me pagan un solo centavo, lo he dicho durante muchos años”, dijo Jordan en aquel momento. Por aquel entonces, su palmarés hablaba por sí solo. No tenía que demostrar nada a nadie: seis campeonatos de la NBA, seis veces MVP de las Finales, diez veces all-star...

El 30 de octubre de 2001, disputó su primer partido oficial con los Wizards frente a los New York Knicks, en el Madison Square Garden. Su regreso fue discreto en cuento a números, pero el impacto mediático fue enorme. El equipo de la capital estadounidense volvía a estar en el mapa de la mejor liga del mundo. En la temporada 2001-02, promedió 22,9 puntos, 5,7 rebotes y 5,2 asistencias en 60 partidos. Su mejor actuación de la temporada llegó en un partido contra los Charlotte Hornets, donde llegó a anotar 51 puntos.

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Al año siguiente, en la temporada 2002-03, volvió a promediar más de 20 puntos en 82 partidos, convirtiéndose en el primer jugador de 40 años en anotar más de 40 puntos en un partido en la historia de la NBA. Algo que hizo dos veces ese año. El 16 de abril de 2003, con 40 años, disputó su último partido como profesional en Filadelfia ante los 76ers. Colgó las botas tras 15 temporadas y 32.292 puntos.

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