Unos Lakers más modernos y con más dinero
Mark Walter convirtió a los Dodgers en la mejor franquicia de beisbol sin escatimar en recursos. Su intención es hacer lo mismo con los Lakers.


La venta de Los Angeles Lakers todavía tiene a la NBA en shock. Los 10.000 millones de dólares que ha pagado Mark Walter a la familia Buss, que algunas fuentes incluso llegan a cifrar en 12.000 millones (aún falta la confirmación oficial de la cifra exacta), son un récord no solo para la liga de baloncesto estadounidense, si no para cualquier deporte. Pero el nombre de Walter no es precisamente nuevo en el mundo del deporte. El empresario tiene la propiedad, en mayor o menor medida, con Los Angeles Dodgers de beisbol, Los Angeles Sparks de la WNBA, la liga estadounidense de hockey femenino, la Billie Jean King Cup, el equipo de Fórmula 1 de Cadillac, el Chelsea y el Estrasburgo. Desde 2021 tenía un 27% del capital de los Lakers y una opción preferente para hacerse con la mayoría de la franquicia en caso de que Jennie Buss decidiera vender.
Walter es un hombre de perfil bajo al que no le gusta conceder entrevistas ni aparecer en los medios, pero todo el mundo en el deporte americano coincide en que su llegada va a catapultar a la franquicia angelina a otro nivel. En 2024 fue incluido en la lista de las 50 personas más influyentes del deporte según Sports Illustrated. Su manejo de los Dodgers, el otro gran equipo histórico de la ciudad, le precede. Los compró en 2012 por 2.000 millones y, desde entonces, no han falta ni un solo año a los playoffs, han quedado primeros de su división en 11 de las 12 temporadas bajo su mando, han jugado cuatro World Series (las Finales de la liga de beisbol) y han ganado dos títulos (2020 y 2024). En 2023 firmó a la superestrella japonesa Shohei Ohtani y le dio un contrato por 10 años y 700 millones de dólares, lo que ha convertido al equipo en un auténtico fenómeno de masas en Japón y Corea del Sur. Ese verano de 2023 firmaron en en sueldos futuros unos 1.500 millones y se espera que vayan a estar por encima del impuesto de lujo durante una buena temporada. Pero eso, para Walter, no es un problema: “No estoy tratando de ahorrar un solo dólar”, explicaba sobre su filosofía de cómo dirigir la franquicia.
De empresa familiar al siglo XXI
Esa va a ser, seguramente, la gran diferencia respecto a la gerencia que había hasta ahora. Los Buss llevan mandando en los Lakers desde 1979, cuando Jerry Buss compró la franquicia por menos de 70 millones de dólares. Desde entonces han ganado 11 títulos y han convertido al equipo de púrpura y oro en una de las marcas deportivas más famosas y exitosas del planeta. Pero los Buss, que en su momento revolucionaron el panorama de la NBA, se habían quedado a la cola de la liga en cuanto a recursos económicos. La mayoría de las franquicias están ahora bajo el mando de empresarios de grandes corporaciones con fortunas muchísimo mayores que la suya. Dueños cuya salud financiera no depende de su equipo de baloncesto. Para ellos es un juguete, un pasatiempo, no es la parte central de su negocio.
Para los Buss sí lo era. Su economía dependía del equipo y eso hacía que no se rascasen el bolsillo de la misma manera que lo están haciendo en otras franquicias. Puede que no les temblase el pulso a la hora de pagar a las superestrellas, que ha sido la seña de identidad de los Lakers desde tiempos inmemoriales, más que en ningún otro equipo de la NBA. Pero sí que racaneaban para completar la rotación de la plantilla y en otro aspecto, mucho menos visible pero también importante: los trabajadores alrededor del equipo. Directivos, entrenadores, médicos, ojeadores, analistas... Departamentos absolutamente profesionalizados en el deporte actual que los Buss seguían gestionando un poco como si todavía estuviésemos en el siglo XX. Porque los Lakers no habían dejado de ser una empresa familiar dentro de una liga que hace mucho tiempo que se llenó de tiburones de los negocios.
Doncic y un futuro regado de billetes
La perspectiva es que los Lakers pasen a gastar tanto como el que más y eso, en un mercado ya de por sí atrayente para cualquier tipo de talento como son Los Ángeles, debería poner en guardia al resto de la Liga. “Si yo fuera otro equipo no pensaría que esto es un gran avance. Creo que los Lakers se volverán más peligrosos como organización con los mayores recursos que teóricamente están a punto de conseguir. Estarán en posición de hacer lo que quieran, donde quieran, cuando quieran, lo cual es una realidad muy diferente no sólo para los Lakers sino para el resto de la NBA”, explicaba el periodista Brian Windhorst.
Con un dueño tan ambicioso en lo deportivo, con tanto dinero para gastar y con tan pocos miramientos para hacerlo, esta operación parece que va a beneficiar a todo el que tenga plaza en este barco. Y el primero de ellos, sin duda, será Luka Doncic. El esloveno vive su segundo cambio de propiedad en menos de dos años. En 2023 compraron los Dallas Mavericks y ya se sabe cómo acabó todo aquello para él. A pesar de haber llevado a la franquicia texana a las Finales de la NBA, unos meses después acabaría traspasado. Esta vez, a priori, el cambio debería favorecerle. Hasta que alguien diga lo contrario él debería ser el mascarón de proa de los Lakers durante los próximos años y parece que le van a poner a su alcance todos los recursos posibles para triunfar. Aún está pendiente su renovación. Puede firmar una extensión de contrato por 229 millones. Si tenía alguna duda de seguir en Los Ángeles, seguramente hoy tenga alguna menos.
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