Unos Lakers sin grandes noticias
Los primeros diez días de mercado han sido una decepción para los que esperaban movimientos importantes en un equipo con poca actividad.


Ya no es 1 de julio. El mercado de la NBA sigue en marcha, todavía puede haber movimientos importantes y los juicios tienen que ser, a la fuerza, incompletos. A ver. Pero ya no es 1 de julio y muchas cosas (es decir: muchos equipos) serán algo muy parecido a lo que son ahora mismo cuando comience la próxima temporada regular. ¿Son los Lakers uno de ellos? Vaya usted a saber. Puede haber todavía bombazo con LeBron James después de, como ha pasado tantas veces con él en L.A., unos días de rumores y mucha actividad seguidos por otros de absoluta calma. Pero sigue sobre la mesa la cuestión principal: en teoría, LeBron quiere competir por un quinto anillo pero no quería renunciar a una player option de 52,6 millones de dólares.
Así que activó esa cláusula para garantizar su sueldo de la próxima campaña (el primero que jugará una vigesimotercera en la NBA) y aireó (a través de su representante y mano derecha, Rich Paul) que vigilaría. A ver qué hacían los Lakers, a ver qué pinta tenía la cosa para ir a por todas en esta temporada 2025-26. Pues bien, los Lakers han hecho muy poquito, por ahora y ya con pocas opciones que vayan más allá de un traspaso que, en teoría, sería por un alero defensivo, un perfil necesario hasta lo dramático. Si finalmente no hay más movimientos, veremos si realmente LeBron tiene ganas de jaleo, de ver qué aspirante quiere y puede meterse en el fregado que es organizar un traspaso por un jugador que va camino de los 41 años, cobrará más de 52 millones y podría estar ante su última temporada como profesional; de salir de L.A., con todo lo que eso implica en su vida personal y sus negocios, de dejar de jugar con Bronny (salvo que este, que todo puede ser, saliera con él en el hipotético traspaso)…
LeBron al menos ha aprendido que, por primera vez en su histórica carrera (¿el mejor de siempre, el segundo mejor?) ya no es el jugador franquicia, el ojito derecho de todo el mundo y el eje estratégico de las operaciones. Ahora, los Lakers son el equipo de Luka Doncic, otro que estará viendo lo que están haciendo, y sobre todo lo que no están haciendo, los californianos. El 2 de agosto, hay que tener muy presente esa fecha, se abre el plazo para que el esloveno firme su extensión con los Lakers. Se supone que lo va a hacer, con unas cuentas que tienen varias opciones y que se pueden consultar en este artículo. Pero ¿y si no lo hace? La presión para los angelinos sería máxima: Doncic podría ser libre en el verano de 2026. Así que lo lógico es que haya acuerdo en unas semanas y que ambas partes estén trabajando de la mano y con flujo de comunicación. Porque si no, los Lakers estarían reclamando una cuota de paciencia importante a un jugador que cayó del paraíso (finalista de la NBA, en las cuentas para el siguiente MVP) en una pasada temporada terrible: lesiones, traspaso, fuera del all star y de los quintetos All NBA. Con 26 años y después de rondar el anillo hace menos de un año y medio, un tramo de reorganización no precisamente rápido puede ser un trago duro para Doncic. Pero quizá sea el único viable si, como parece claro, quiere echar en los Lakers las raíces que no le dejaron echar en los Mavericks.
Porque hasta ahora los Lakers han perdido a Dorian Finney-Smith (secundario veterano en un rol -defensa y algo de tiro en las alas- trascendental, amigo de Doncic, jugador por el que dieron tres segundas rondas el pasado invierno) y se han hecho con DeAndre Ayton, Jack LaRavia y el rookie Adou Thiero. Y ya: nada más… hasta ahora. No da, desde luego, para vender un verano de máxima ambición, de regreso al primer plano competitivo después de ver la cruda realidad en playoffs (1-4 contra los Timberwolves en primera ronda) tras semanas de fantasear con cabalgadas improbables/imposibles hacia la gloria.
Justo después del traspaso de Doncic, los Lakers activaron y desactivaron por la vía rápida la operación por Mark Williams, el pívot de los Hornets que encajaba, a priori, en el molde del interior que mejor se adapta al base esloveno (largo, con juego por encima de aro) pero que iba a costar casi todo el capital que quedaba para aplicar mejoras y arrastraba serias cuestiones por los problemas con las lesiones que le han mortificado desde que llegó a la NBA.
Los Lakers enseñaron sus cartas y todo el mundo les pedía el máximo posible por sus interiores: se sabe que lo intentaron por Nic Claxton (Nets), Okenya Okongwu (Hawks) y sobre un Walker Kessler por el que llamaron varias veces a los Jazz. Ninguno, por cierto, era una opción sin su buena cuota de interrogantes. Cuando nadie parecía encajar, apareció la opción Ayton, un jugador con posibilidad de ser de altos vuelos que, en cambio, lleva años siendo una decepción estruendosa. Con talento para reconducir su carrera y, en teoría, un encaje óptimo con un Doncic (acabó en el pick 3) al que robó el número 1 del draft en 2018.
Ayton, al menos, sí parece feliz por la oportunidad de jugar en los Lakers, con LeBron... y Doncic, su compañero de generación: “Es como un videojuego, una oportunidad que valoro muchísimo. Luka es uno de esos talentos que solo aparecen una vez en cada generación, así que es muy importante para mí jugar con él. He escuchado que está en plena forma, que se ha puesto cuadrado, así que va a ser genial estar en su lado y no enfrente cuando juegue así. Doncic y LeBron promedian como nueve asistencias en sus carreras, son la clase de estrellas que genera mucho para sus compañeros. Te convierten en súper estrella, te hacen ser mucho más de lo que dice tu rol, te hacen sentir muy importante en la pista. Eso es algo que voy a aprovechar para recuperar mi mejor versión, la de cuando llegué a la NBA y jugué las Finales”.
El pívot se ha repartido la midllevel exception de no pagador de impuesto (unos 14,1 millones) con Jack LaRavia, un alero de intensidad, defensa y más actividad que talento pero opciones de tener su rol en la rotación. Entre los dos, ocupan el espacio salarial que iba a ser, a priori, para un Finney-Smith que lo liberó con su salida. No es un mal 2x1, si se mira así, pero no cambia drásticamente el techo del equipo. Thiero es una buena elección… de segunda ronda de draft. Puede acabar siendo un gran defensor con energía y muelles también en ataque, pero hay una razón por la que no fue elegido hasta el pick 36 del draft. Como mínimo, será difícil que sea relevante en el corto plazo.
El resto, nada. Se habló de Al Horford como segundo pívot, un veterano ilustre con mano en cualquier vestuario en el que entre, inteligencia dentro y fuera de la pista y virtudes como pívot abierto que ofrecían un buen plan B al juego de pick and roll que debería, con Doncic al timón, resucitar a Ayton. Pero todo apunta a que Horford acabará en los Warriors o en los Nuggets, si Valanciunas se empeña en ir a Grecia. Se habló de De’Anthony Melton, un gran defensor exterior con poca chicha en ataque y muchos problemas con las lesiones, pero también parece más cerca de los Warriors.
Se habló de muchas cosas, pero no ha pasado nada, o casi nada. Jaxson Hayes, un pívot tan limitado que los Lakers prefirieron ir a una muerte casi segura sin cinco puro antes que darle minutos en la eliminatoria contra los Timberwolves, ha firmado para regresar. Al menos, esta vez como pívot suplente. Su rol ni siquiera debería ser ese: como mucho, tercero, último de la rotación de interiores puros. Para usar cuando otros descansen o para abrir solo en casos de emergencia. Hayes, además, cobrará un poco más del mínimo, lo que ha apretado más las opciones salariales de los Lakers. Una decisión extraña que responderá, seguramente, a que el jugador ha aceptado retirar su cláusula antitraspaso. Sus 3,4 millones de dólares de contrato, de esta forma, podrán ser usados en alguna operación, como relleno salarial.
Los Lakers, en fin, no han hecho nada que haga pensar en un gran salto adelante en el Oeste. En vez de eso, han filtrado que priorizan hasta la obsesión tener limpias las cuentas para el verano de 2027, cuando Giannis Antetokounmpo o Nikola Jokic podrían quedar libres y llegar para forzar una pareja de ensueño con Doncic. Pero para eso queda mucho y tienen que pasar un montón de cosas. La primera, que siga el propio Doncic. Exprimido el mercado y con poquito margen salarial, los Lakers no tienen casi ninguna opción más allá del traspaso. Ahora mismo tienen su primera ronda de 2031, alguna más para intercambios, el talento joven del tirador Dalton Knecht y contratos útiles (y en último año) para formar lotes: Rui Hachimura, Gabe Vincent, Maxi Kleber… Tampoco han aclarado nada con Reaves, que va camino de ser agente libre el verano que viene y pedir, entonces, una cantidad de millones que resulte verdaderamente incómoda.
Dicho todo esto, los Lakers acabaron terceros del Oeste la temporada pasada y tuvieron semanas, entre el traspaso de Doncic y el cierre de la regular season, en la que parecieron casi tan buenos como cualquiera en el Oeste. Casi. Y podrían seguir siendo un muy buen equipo, como mínimo de regular season: Doncic iniciará temporada completa en L.A., sin el shock emocional del traspaso ni secuelas de lesiones; y, parece, con un renovado compromiso por recuperar una forma física óptima. LeBron, porque lo normal sigue siendo que continúe, es perfectamente capaz de doblegar otra vez al padre tiempo y jugar a nivel All NBA. Reaves tuvo rachas fantásticas al lado de los otros dos hasta que se hundió en playoffs, en parte por una lesión fea en un dedo del pie. Hachimura es un buen jugador, Ayton puede ser una solución como mínimo válida en el puesto de pívot y Knecth y LaRavia son jóvenes de los que no es descabellado esperar zancadas: progreso.
Pero eso llegará cuanto toque jugar. Ahora es el momento de la planificación, la preparación y la organización. Y, salvo que haya en el horno un movimiento sorpresa e importante, este no ha sido un verano ni muy movido ni muy ambicioso ni brillante por parte de los Lakers. Quizá porque hay una contradicción obvia entre el prime de Doncic y el final de LeBron, una duda permanente sobre qué recursos usar y cuáles conservar. Quizá porque quieren mantener lo que tienen por si durante la temporada aparece algo a tiro, quizá porque tienen una cuenta difícil pero viable para 2027… por lo que sea.
Pero el caso es que ahora mismo la cosa apunta más a hacer cuentas y tener paciencia que a pensar en llegar (muy) lejos en los próximos playoffs. A partir de ahí, y más si Doncic recupera su mejor versión (la que hace milagros), todo es posible, claro. Aunque todo es más posible con un guard agresivo en la defensa sobre la bola y un par de forwards que defiendan varias posiciones, tengan piernas para correr mucho y puedan meter algunos tiros. Pero eso es lo que quieren todos los equipos, y para tenerlo hacen falta, parece, unos ejecutivos más creativos. El que será nuevo propietario, un Mark Walter que tiene que poner las estructuras de los Lakers en el siglo XXI (y gastar un buen dinero), estará tomando nota.
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