Los Angeles Lakers

Wade: “Pau Gasol tenía que haber sido MVP de las Finales en 2010″

El mito de Miami Heat cree que Kobe no tenía que haber ganado un premio que debería haber sido para el español: “Kobe jugó horrible y Pau lo hizo muy bien”.

Pau Gasol y Kobe Bryant celebran una canasta durante el séptimo partido de las Finales de 2010.
LUCY NICHOLSON
Juanma Rubio
Nació en Haro (La Rioja) en 1978. Se licenció en periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca. En 2006 llegó a AS a través de iccwin247.com. Por entonces el baloncesto, sobre todo la NBA, ya era su gran pasión y pasó a trabajar en esta área en 2014. Poco después se convirtió en jefe de sección y en 2023 pasó a ser redactor jefe.
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Habían transcurrido poco más de tres minutos de partido en el IZOD Center de New Jersey cuando, el 5 de febrero de 2008 -ya madrugada del 6 en una España con los ojos abiertos de par en par-, Pau Gasol enlazó dos mates para estrenar su cuenta anotadora como jugador de los Lakers. El primero, tras un rebote ofensivo. El segundo, tras una de esas asistencias que se le caían de los bolsillos a Lamar Odom, un point forward, un ala-pívot de 2,08 con alma de playmaker que anticipaba el baloncesto que estaba por venir. Los Lakers ganaron (90-105) y Pau pasó de acumular faltas en el primer tiempo a producir 11 puntos y 5 rebotes en el último cuarto. Por si los Lakers tenían alguna duda sobre lo que acababan de añadir a su rotación. Acabó con 24 puntos, 12 rebotes, 4 asistencias y un 10/15 en tiros. Una válvula de escape que antes ni se imaginaba para díiccwin247.como aquel de Kobe: 6 puntos en 13 tiros, 7 pérdidas. Unos mejorados nuevos Lakers.

Con esa victoria, en mitad de la gira por el Este que cada año despeja en febrero el Arena (que para muchos siempre será el Staples Center) para la ceremonia de los Grammy, el Grammy trip, los Lakers se colocaron 31-16, la promesa de un futuro brillante en un Oeste con armamento nuclear (Mavericks, Spurs, Hornets, Suns…) y que conquistaron el 29 de mayo, cuando ventilaron por la vía rápida (4-1) a San Antonio Spurs. Un defensor del título agotado, que sufrió mucho (4-3) contra los Hornets y tuvo un solo día de descanso antes del inicio de la serie contra los Lakers. Tal vez por eso dejó escapar una ventaja de 20 puntos (45-65) en los últimos 18 minutos del primer partido: 89-85 final después de que Kobe Bryant pusiera en ventaja a los angelinos a falta de 23 segundos y Manu Ginóbili fallara un triple a falta de 10.

El 5 de junio, los Lakers iniciaron, cuatro años después de la última, en la que fueron derrotados por los Pistons, la primera de tres Finales de la NBA consecutivas. Fue en el regio y muy hostil Garden de Boston, donde la perdieron (4-2) doce días después contra los Celtics de Paul Pierce, Kevin Garnett y Ray Allen. Pau Gasol promedió en esa serie, de la que salió criticado por no igualar la dureza de Garnett en las zonas (y en el lenguaje corporal y gestual, seguramente), 14,7 puntos y 10,2 rebotes. Kobe anotó más de 25 por noche, pero acabó crujido en el infierno verde de la defensa de Doc Rivers, cartografiada por la tenacidad monacal de Tom Thibodeau, un estudioso que estaba a dos años de convertirse en head coach: Bulls, Timberwolves, Knicks...

Las Finales cayeron por su propio peso en el cuarto partido, en Los Ángeles. Los Lakers salieron 2-0 de Boston pero ganaron el tercero en su pista (2-1). Y, todavía con formato 2-3-2 en la serie por el título (cambió en 2014 y pasó al actual 2-2-1-1-1), tuvieron una ocasión única para llevar la eliminatoria a la histeria del 2-2 en el cuarto partido. Ganaban 34-12 antes de cerrar el primer cuarto y 70-50 en el ecuador del tercero, antes de una aparición heroica de los secundarios de los Celtics hasta el 91-97 que, en esencia, sentenció una Final (3-1) que se cerró (4-2) con sal en la herida de los Lakers y fiesta grande (131-92, paliza grosera) en el sexto y definitivo partido en el Garden, donde no se ha vuelto a celebrar un título. Era el número 17 para los verdes. Los Lakers se quedaban 9-2, entonces, en once Finales contra su rival más odiado. Su némesis.

Aquella derrota en Boston fue una versión moderna del Memorial Day Massacre de 1985, el inolvidable (estuvieras en el bando que estuvieras) 148-114 para los Celtics en el primer partido de unas Finales que acabaron, sin embargo, ganando los Lakers. La herida de esa noche, y de esa serie que nunca fue suya y se escapó definitivamente en esos minutos fatídicos del cuarto partido, una remontada memorable de los Celtics, fue el carburante que alimentó una de las mejores temporadas (2008-09) de la historia de los angelinos: 65-17, un 79,3% de victorias. La marca igualaba la mejor (1986-87) del Showtime de los 80, el equipo de Magic Johnson, Kareem Abdul-Jabbar y James Worthy. Y se quedó por detrás, solamente, de las 67 victorias de la 1999-00, Kobe y Shaquille O’Neal pisando a fondo el acelerador con la llegada de Phil Jackson, y las 69 de la 1971-72, la de los 33 triunfos seguidos, algo que no ha hecho nadie más. Era el equipo de Jerry West, Wilt Chamberlain, Gail Goodrich… y un Elgin Baylor que se retiró después de nueve partidos.

Entre la aritmética de su triángulo ofensivo y la precisión emocional de su libreto zen, Phil Jackson puso un lote ideal de secundarios (Derek Fisher, Lamar Odom, Andrew Bynum, Trevor Ariza, Luke Walton…) al servicio de Kobe Bryant (26,8 puntos, 5,2 rebotes y 4,9 asistencias) y Pau Gasol (18,9, 9,6 y 3,5). En playoffs, Jazz, Rockets y Nuggets quedaron atrás rumbo a unas Finales en las que no asomaron los odiados Celtics. Ni siquiera los Cavaliers de un LeBron James que ya era supernova. La NBA tardó un año en tener revancha del gran clásico y no pudo vender jamás unas Finales Kobe-LeBron que nunca estuvieron tan cerca: mientras los Lakers superaban a unos Nuggets muy duros, liderados por Carmelo Anthony y Chauncey Billups, los Cavs se estrellaron en la final del Este. Después de ganar 66 partidos, más que nadie, y de un 8-0 en las dos primeras rondas, no pudieron con la crecida de Orlando Magic, con Dwight Howard en formato caníbal.

Los de Florida superaron a Celtics y Cavs y fueron, finalmente, los sacrificados por la rabia de los Lakers: 4-1 en una Final en la que, pese a su superioridad, tuvieron que sudar. Kobe promedió 32,4 puntos y 7,4 asistencias. Pau, 18,6 y 9,2. Sobre todo, con Bynum minimizado por sus problemas de rodilla, controló al inmenso Howard. El 14 de junio, en Central Florida, se consumó el exorcismo. Kobe Bryant ganó su cuarto anillo, el primero sin Shaquille O’Neal, y se quitó un peso gigantesco de encima. Phil Jackson ganó el décimo como entrenador… y Pau el primero, para él y para el baloncesto español en la NBA. Borró cualquier rastro de Gasoft, las acusaciones de jugador con más talento que espíritu, y se situó en la nobleza, en el trono de la Liga. En la siguiente temporada, los Lakers bajaron a 57 victorias, menos que Cavaliers (61) y Magic (59) pero más que unos Celtics (50) que avivaron los rescoldos del campeón de 2008 y apearon a ambos, a LeBron y a Howard, rumbo a las Finales de 2010. Entonces sí la gran revancha, un nuevo capítulo de la historia interminable que construyó la NBA.

La madre de todas las batallas

Entre el 3 y el 17 de junio de 2010 se escenificó el capítulo doce de la gran guerra: dos años después, otro Los Angeles Lakers-Boston Celtics. Esta vez con los primeros, los que buscaban venganza, con ventaja de campo y como favoritos. Pero esos Celtics habían apeado a los dos mejores equipos de la temporada regular, Cavs y Magic, algo que solo habían logrado los Rockets de 1995, el equipo del que Rudy Tomjanovich dijo aquello de que nunca hay que subestimar el corazón de un campeón. En regular season, los Lakers ganaron por un punto en Boston y los Celtics, por un punto en Los Ángeles. En las Finales, se llegó al séptimo partido, donde los Lakers nunca habían ganado a su intimísimo rival. Lo hicieron, por primera vez. La tercera en total (9-3 en la cuenta) después del estreno en 1985, cuando el Doctor Jerry Buss, el hombre que ideó un imperio, por fin pudo respirar aliviado: “Este trofeo borra la frase más odiosa que había en nuestra lengua, que era la que decía que los Lakers nunca habían ganado a los Celtics”.

Ese séptimo partido fue una masa de presión asfixiante, nervios y agotamiento físico y mental. Ganaron los Lakers 83-79 después de remontar 13 puntos en la segunda parte. Kobe acabó con un 6/24 en tiros para 23 puntos… y 15 rebotes en una maraña constante de errores. Metta World Peace, el jugador que antes había sido Ron Artest, tuvo momentos heroicos cuando el equipo se desmoronaba y anotó, casi al final, el triple decisivo. Y Pau Gasol emergió titánico en plena batalla: 19 puntos, 18 rebotes, 4 asistencias. En las Finales, quitándose de encima por fin el fantasma de Kevin Garnett, promedió 18,6 puntos, 11,6 rebotes y 3,7 asistencias. El MVP fue Kobe, pero él jugó a un nivel no muy lejano, esencial en el decimosexto anillo de la franquicia, uno de los más saboreados y celebrados de su historia. Por las circunstancias, por el rival, por la atmósfera.

En esos mismos playoffs, Gasol ya había evitado el séptimo partido en primera ronda. En el sexto, reboteó en ataque un fallo de Kobe y anotó en el último segundo para tumbar (94-95) a unos jóvenes y arrolladores Thunder que ya habían reunido a Kevin Durant, Russell Westbrook y James Harden. Estaba en un camino que se demostró imparable, en plena madurez y en el pico de su rendimiento. Un tramo de tres All Star seguidos con los Lakers (2009-11), la franquicia en la que después inició la inevitable pendiente cuesta abajo hasta su salida en 2014, a la que siguió un repunte tremendo en los Bulls (all star en 2015 y 2016) y una última parada entre San Antonio Spurs y Milwaukee Bucks. Como jugador de los Lakers, Pau disputó 429 partidos de regular season en casi siete temporadas. Fue titular en 422 y promedió 17,7 puntos, 9,9 rebotes y 3,5 asistencias. En playoffs jugó 93, todos como titular y con casi 40 minutos por noche en pista: 16,8 puntos, 10,1 rebotes, 3,5 asistencias y casi 2 tapones. Y dos anillos de campeón, claro. El cielo en las manos, un sueño en púrpura y oro.

Tres lustres después, y con la camiseta de Pau Gasol, el eterno 16, ya retirada por los Lakers y colocada junto a las dos de Kobe, el 8 y el 24, en el Crypto.com Arena, todavía se habla de esa resolución del MVP de las Finales de 2010, del premio que fue para Kobe pero pudo haber sido para Pau. El primero promedió en la serie 28,6 puntos, 8 rebotes y 3,9 asistencias con problemas en el tiro contra la defensa feroz de los Celtics: 40% en tiros totales, 31% en triples. Pau acabó en 18,6, 11,6, 3,7 y 2,6 tapones de media, con casi un 48% en tiros de campo.

Dwayne Wade, la gran leyenda de Miami Heat y MVP en las Finales de 2006, es uno de los que cree que Kobe hizo una serie extraordinaria porque nunca dejó de ser él mismo pese a los problemas que tuvo que gestionar… pero que el MVP de las Finales tenía que haber sido Gasol: “Mucha gente no sabe que en esas Finales, las últimas Finales que ganaron juntos Kobe Bryant y Pau Gasol, Kobe no jugó especialmente bien. No tiró bien. De hecho, todo el mundo pensaba que Pau Gasol tenía que haber sido elegido MVP de esa serie. Kobe estaba jugando horrible y Pau lo estaba haciendo muy bien. Pero cuando te ponías el partido en la tele no podías ni imaginarte los problemas que estaba teniendo. Por su liderazgo, que siempre estaba ahí. Su intensidad, que siempre estaba ahí. Su fuego competitivo, que siempre estaba ahí. Podía hacer 8/24 en tiros, pero con un jugador como Kobe no lo notabas en su forma de jugar”.

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