Yabusele no esperó, los Sixers no apretaron
El ala-pívot francés se quedó sin sitio en unos Sixers que dieron clara prioridad a Quentin Grimes. Su otra opción, además de los Knicks, eran los Nuggets de Nikola Jokic.


Finalmente, Guerschon Yabusele cambió de equipo. Y firmó el contrato que, tal como se había movido el mercado y se habían realineado sus opciones, parecía más probable: dos años y unos 12 millones de dólares (con player option para él en la segunda temporada) que acabarán siendo, seguramente más 11,6 que 12: esa es la cantidad de la taxpayer midlevel, la excepción midlevel de pagador de impuesto con la que los Knicks van a fichar al francés. Una herramienta de los equipos por encima del límite del impuesto del lujo que permite un contrato de dos años (si no se está por encima de ese límite, de cuatro) con un primero de 5,6 (en el otro caso lleva a 14,1) y un segundo de 5,9 (una subida máxima del 5%).
Yabusele deja atrás su contrato mínimo de la pasada temporada, con los Sixers (poco más de dos millones de dólares). Con el nuevo, en un rango superior, habrá garantizado más de 13 millones de dólares en tres años (2024-27) de regreso en la NBA. Una buena cifra que la ayudará en lo económico después de la firme apuesta por sí mismo que hizo para regresar a Estados Unidos (había salido, sin sitio en la NBA, en 2019) tras su brillante papel con Francia en los Juegos Olímpicos de París. Tenía un año más de contrato (por algo más de un millón neto) con el Real Madrid, y una cláusula de salida de 2,5 millones de dólares. La pagó, con toda la ayuda que legalmente podía aportar los Sixers, 850.000. Así que le tocó poner el resto (1,6 millones) de su bolsillo, y firmó por un curso y menos de 2,1.
Muy poco margen para él pero objetivo cumplido: jugó a un gran nivel (11 puntos, 5,6 rebotes, 2,1 asistencias, 50% en tiros totales y 38% en triples), demostró que tiene sitio en una rotación NBA y se ganó un nuevo contrato mejorado. El que ha firmado ahora con uno de los rivales históricos de los Sixers en la Costa Este, unos Knicks que vienen de jugar su primera final de Conferencia en un cuarto de siglo y que, con las lesiones y problemas de Pacers y Celtics, parecen los grandes favoritos junto a los Cavaliers para meterse en las próximas Finales de la BA. Aunque para eso queda mucho, claro.
Un comodín importante en la rotación
Los Knicks tenían la pasada temporada un estupendo plan A (Jalen Brunson, Mikal Bridges, OG Anunoby, Karl-Anthony Towns, Mitchell Robinson, Josh Hart, Deuce McBride) pero prácticamente nada más allá. Los traspasos por Anunoby, Bridges y Towns vaciaron una rotación que quedó muy corta, casi sin producción de banquillo en playoffs. Ahora, y aunque el equipo vive en plena incertidumbre porque todavía no ha encontrato sustituto para Tom Thibodeau y sigue sin entrenador, eso está cambiando. Pese a sus apreturas salariales, han podido cambiar lo poquísimo que aportaban Cameron Payne y Precious Achiuwa por lo que traerán Yabusele y un Jordan Clarkson que firmará por un mínimo tras firmar un buyout con Utah Jazz. Entre los dos solo 9,3 millones la temporada próxima, menos dinero que los citados y en teoría un rango deportivo mucho más alto.
De Yabusele, los Knicks esperan lo que dio en los Sixers: polivalencia en la rotación interior, muchos minutos de cuatro y algunos de cinco en quintetos pequeños. Trabajo para disimular sus problemas en defensa pero nivel alto en ataque: lectura de juego, pase y buen tiro exterior. Eso le permitirá, en principio, jugar al lado tanto de Towns como de Robinson, un comodín perfecto por su 38% en triples, casi un 40% en los tiradores above the break (básicamente, los que no son desde las esquinas), un área en la que los Knicks necesitaban mejorar. En eso, el dato de Yabusele el pasado curso fue mejor que, por ejemplo, los Jayson Tatum, Stephen Curry o Jalen Brunson, que ahora será su compañero. Solo dos jugadores lanzaron más de 200 triples en esas posiciones y más de 200 tiros cerca del aro y acabaron en torno al 40% en los primeros y al 70% en los segundos: él y Nikola Jokic. Así que los Knicks celebran la llegada de un jugador que alargará una rotación que, tal vez, ya no será el gran talón de Aquiles que fue el pasado curso.
Los Sixers querían mantener al ala-pívot francés, y de hecho rechazaron ofertas de aspirante al título en el pasado cierre invernal. El objetivo era hacer cuentas para llegar a un acuerdo ahora y el riesgo, como ha acabado pasando, que acabara en otro sitio sin dejar nada a cambio. Y ese sitio, además, es un rival directo por historia y realidad competitiva, en el Este. Denver Nuggets tampoco pujó por él, pero fue el propio Yabusele el que prefirió la Gran Manzana a las Rocosas y el proyecto que lidera Jokic, campeón en 2023.
Lo curioso es que los Sixers tienen la midlevel de pagador de impuesto a su disposición, así que podían haber hecho a Yabusele la misma oferta (no más) que la que ha firmado finalmente con los Knicks. El problema ha sido de timing: la prioridad en Philadelphia es renovar al emergente escolta (25 años) Quentin Grimes, que es agente libre restringido y sigue esperando su momento en el mercado. Si Yabusele (29) firmaba por esa taxpayer midlevel, los Sixers ya no habrían podido superar de ninguna manera (por norma) el segundo apron (207,8 millones), el nivel más alto de gasto en plantilla. Y si la oferta a Grimes de otro equipo (que los Sixers tienen derecho a igualar para retener al jugador como restringido) les hubiera obligado a ir por encima de esa cantidad, no habrían podido y se habrían quedado sin él. Así que los Sixers necesitaban que Yabusele esperara, pero este prefirió agarrarse a lo que estaba ya a mano, tangible. Nunca hubo, por lo tanto, oferta en firme en los Sixers ni llamada del entorno de Yabusele para hablar de la de los Knicks.
El desenlace acabó estando cantado, si bien los Sixers podrían haber arriesgado con sus bazas: solo los Nets, ahora mismo, tienen margen salarial para hacer una oferta como la citada, para sacar de las cuentas a los Sixers, a Grimes. Y es una franquicia en reconstrucción que está priorizando absorber contratos tóxicos y malos para apilar a cambio rondas de draft. En sus planes no está, parece, un movimiento agresivo por un jugador como Grimes. Pero, por si acaso, los Sixers conservaron su flexibilidad y dejaron ir a Yabusele. Esa era el precio. Y el francés cierra etapa (corta pero importante) en un equipo que le ha servido como trampolín en su regreso a la NBA y en el que deja amigos como Tyrese Maxey, el all star que ayer se despidió así de él: “Ya me ha mandado un mensaje diciéndome que nos van a ganar cuatro veces en playoffs... adoro a Yabu, estoy muy, muy feliz por él, por su familia... hace mucho que somos amigos”.
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