El indomable Pogacar: gana la etapa reina ante un Vingegaard a más

El Visma lo intentó todo. Tenía “un plan”, tal y como Jonas Vingegaard anticipaba en Grand-Algueblanche. Y lo ejecutó. El equipo holandés forzó de salida, se mostró hiperactivo todo el día e intentó amarrar a Tadej Pogacar de principio a fin. Una vez más, sin embargo, fue indomable. Este sábado, el campeón del mundo, ya vestido de amarillo líder después de su exhibición 24 horas antes, también conquistó la etapa reina del Critérium del Dauphiné, un monstruo alpino que reunía las cotas más duras del valle de Maurienne, para consolidar su candidatura a la general, que se definirá mañana (si aún no lo está, con 1:01 minutos de margen), y al Tour de Francia, que asoma con su campeón desatado. Levantó el vuelo a 12 kilómetros de meta, en el inédito Valmeinier 1800, y volvió a dejar sentado a su archirrival, que levantó la mano. Vingegaard no respondió al ataque, pero, tras perder más de medio minuto, recuperó la mitad del tiempo al final. Buenas noticias. Hoy por hoy, insuficientes.

La etapa se escribió en tres actos. Antes de Valmeinier 1800, un puerto de 16,5 km al 6,7% que se inicia en el Télégraphe, el pelotón tuvo que superar la Croix de Fer (22,4 km al 6,9%) y la Madeleine (24,6 km al 6,2%). Las tres subidas más largas en esta edición del Dauphiné y dos de las cuatro más largas en lo que va de temporada (Croix de Fer y Madeleine). Todas hors catégorie. Una tras otra. Eran poco más de 130 kilómetros, pero con 4.815 metros de desnivel acumulado y toneladas de historia. El prólogo de lo que ocurrirá dentro de tres semanas exactas. La Madeleine, por ejemplo, que se ha subido en 27 ocasiones en el Tour, volverá a aparecer en la 18ª etapa de la próxima Grande Boucle. En su ascensión, que se iniciaba a balón parado, empezó la fiesta.

El Visma avisó de sus intenciones desde los primeros metros. “Ayer, tuve una buena actuación, mi medidor marcaba buenos números, pero Tadej fue más fuerte, lo tengo que aceptar. Estoy tranquilo, esta carrera también es un entrenamiento para el Tour”, decía Vingegaard antes de la salida, en un llamamiento a la “calma”. “Para hoy, tenemos un plan, mi forma es buena y claro que intentaremos la victoria”, añadía, sin embargo. Victor Campenaerts (Visma) fue el primero en agitar la formación de la fuga. Y, mientras se ascendía la Madeleine a una velocidad feroz, Matteo Jorgenson (Visma) también saltó. Su intento de filtrarse no fructificó, partiendo en el día como cuarto de la general (cayó al séptimo puesto), pero Sepp Kuss le relevó en el intento, que sí cuajó.

El Visma lo prueba todo

Con Kuss en una fuga de mucha calidad, al lado de Iván Romeo (Movistar) o Romain Bardet (Picnic), el Visma tomaba posiciones para ascender la Croix de Fer (por el Col du Glandon). De nuevo, a un ritmo asfixiante. Jorgenson despedazó la escapada, con Bardet como último superviviente, y se aseguró un recuento de efectivos favorable. Vingegaard contaba con la compañía del propio Jorgenson y de Kuss, sumando a Ben Tulett poco después; Pogacar, todo el día muy solo, tenía a Pavel Sivakov como único escudero; Florian Lipowitz (Red Bull) estaba con Maxim van Gils y Remco Evenepoel, a leguas del duelo estelar (entró a 2:29 de Pogacar), aislado. Carlos Rodríguez (Ineos) y Enric Mas (Movistar), en el top-10 del día y de la general, se descolgaron y se reengancharon en el descenso, en el que el Visma también apretó (“fue peligroso, no me gustó”, se quejó Pogacar).

Las cuentas salían, pero el resultado no llegó. Al mismo tiempo que el grupo cazaba a Bardet, que se lo tomaba con humor en su carrera de despedida, el Visma intentó su último truco: lanzó a Kuss con unos 13 kilómetros hasta Valmeinier 1800. De inmediato, Sivakov se puso a trabajar. Pogacar no necesitó más piezas. Jorgenson se abrió y el campeón del mundo despegó. Aceleró, esta vez levantándose del sillín, y Vingegaard se sentó, mirando hacia atrás. Rescató a Lopowitz para la causa, pero no le sirvió (el alemán, que consolidó su podio, se dejó 1:21). El duelo, desde la distancia, fue apretado. Jonas lo luchó hasta el final, dejando mejor imagen. De momento, sin embargo, la genialidad de Pogacar, que levantó el pie en los últimos metros, es inevitable. Sumó su 98ª victoria como profesional y, este domingo, en otra jornada alpina (seis puertos, dos de primera, con final en Val-Cenis), podría sumar la 100 (etapa y general). El esloveno, sin embargo, dice que prefiere llegar al número redondo en el Tour. Si es que él mismo se puede contener.

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