El sevillismo salva al banquillo y condena al palco

No fue agradable la tarde del domingo en el Ramón Sánchez Pizjuán y sus aledaños. La afición sevillista se vistió de luto para despedir la nefasta temporada de su equipo y para señalar a los culpables. Pero entre tanta condena, justa en unos casos y escasa en otros, también hubo indultos. Como el que recibió un Quique Sánchez Flores que en unos meses se ha ganado un cariño por parte del sevillismo cuyas migajas otros llevan años intentando rebañar.

“Tengo la sensación de deber cumplido y me importa también que la afición esté de acuerdo con su entrenador, que sea mutuo. No se puede separar una idea de entrenador a la de club o afición, es lo mismo, y en todo momento he sentido apoyo y crítica, pero para construir. Ahí es donde más respuestas encuentras. Siempre he tenido ánimo y me he encontrado gente que me ha abrazado para sacar al equipo adelante”, decía Quique Sánchez Flores en su última comparecencia en el Sánchez Pizjuán. Una comparecencia a la que acudió vestido de la misma forma que al partido: con un traje negro, al igual que su segundo José Luis Oltra. Una casualidad quizás, pero sabiendo que Quique no ha dado puntada sin hilo en Nervión...

La afición coreó su nombre entre cántico y cántico de protesta contra el presidente, el vicepresidente, el director deportivo, el ayudante del director deportivo al que se le señala por su pasado de hincha furibundo del eterno rival... Hubo para todos, salvo para un Quique cuya continuidad muchos sevillistas pedían. El técnico ha sido la imagen de un Sevilla que sin su figura queda otra vez descabezado a la espera de un relevo que cada vez suena más rocambolesco. Por eso, en seis meses Quique se ha ganado el cariño de una afición que no regala besos y a la vista está.

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