Mundial de Clubes 2025

Alucinados con Luis Enrique

El asturiano llegó a un PSG sin rumbo y lo ha convertido en un equipo imbatible, que podría cerrar el domingo la temporada con un quinto título histórico.

Alucinados con Luis Enrique
Andrés Onrubia
Nació en Madrid en 1998. Comenzó a estudiar Derecho y ADE en la Universidad Complutense, pero su amor por el fútbol francés hizo que se interesara por el periodismo deportivo. En 2019 comenzó a colaborar con Diario AS y un año después, en 2020, a pesar de la pandemia, empezó a ejercer como corresponsal en París para cubrir la información del PSG.
París (Francia) Actualizado a

El PSG es una obra maestra y su artista es Luis Enrique. A toda obra le hace falta un creador, a toda novela un pensador y a todo equipo un entrenador, la pieza del puzzle que le faltaba al club parisino, acostumbrado a descalabros constantes, a desilusiones imperecederas, a tormentos por no conseguir el éxito europeo. Todo ello, en apenas dos años, se ha esfumado por completo con el asturiano, que está a un partido de cerrar una temporada inédita, histórica, única en el fútbol, con cinco títulos con los que habría conseguido la perfección.

No se entiende el éxito del PSG sin Luis Enrique. El gijonés dijo hace un año que su equipo sería mejor en 2025, una frase que se llegó a considerar una osadía por la prensa francesa, ahora rendida al enorme talento del entrenador, al que el tiempo le ha terminado dando la razón. La salida de Mbappé, por muy dolorosa que fuera, fue un alivio para la plantilla, que rema en la misma dirección, no negocia los esfuerzos y somete a los rivales a tal punto de desesperarlos.

Porque el Real Madrid fue la última víctima de un verdugo que no se cansa de barrer todo lo que tiene por delante, de subyugarles, de llevarles a la histeria. El PSG fue un ciclón para el conjunto blanco, que ya perdía 2-0 cuando apenas habían transcurrido ocho minutos de juego y que terminó abdicando, tras el descanso, ante el mejor equipo de Europa. El nivel de todos los jugadores, uno por uno, sin distinción, ha sido una de las claves del triunfo y a todos ellos los ha potenciado Luis Enrique.

El epítome de esta transformación es Ousmane Dembélé. Acostumbrado a ser un jugador irregular, con muchos déficits de atención, una de las causas de su irregular rendimiento en el Barcelona, fue Luis Enrique el que, con su dirección de campo, excelente desde enero, le convirtió en uno de los mejores jugadores del mundo, sino el mejor. Además de sus estridentes números ofensivos, 34 goles y 15 asistencias, su trabajo sin balón fue decisivo, como durante toda la temporada, en la semifinal del Mundial de Clubes, ‘provocando’ dos errores, de Asensio y Rudiger, que allanaron el camino de la victoria. “Somos un equipo. La clave es comportarse así”, decía Achraf, otro de los beneficiados del trabajo del exseleccionador español. Y el Mosquito, que pica, y mucho, cada vez que toca el balón, es el caso paradigmático que evidencia el infatigable trabajo defensivo que realizan los delanteros.

Luis Enrique también ha sido determinante en la metamorfosis del marroquí, un simple carrilero antes de su llegada en 2023, ahora un futbolista total que entra en el área rival por cualquier zona de ataque. Nuno Mendes, el mejor lateral izquierdo de Europa, gracias a Lucho, es otro de las claves de un PSG implacable en todos los sentidos. Fabián, del que frenó en seco su salida hace un año, cuando Luis Campos barruntó traspasarle, Vitinha, Joao Neves, todos son partícipes de un éxito colectivo que puede colocarse, sin enmiendas, entre los mejores equipos de la historia del fútbol.

Desde que aterrizó en París, en 2023, Luis Enrique ha ganado todos los títulos que ha disputado menos uno, la Champions del año pasado, en la que se quedó a las puertas de la final, tras sucumbir por la mínima contra el Borussia de Dortmund. En Francia ha ganado el Triplete durante dos años seguidos y tardó apenas un año y medio en conseguir la Champions League, la pesadilla del PSG durante más de una década desde que Qatar se convirtió en su propietario y en la que vapuleó por 5-0 al Inter de Milan en la final. Un resultado causal, no casual, que explica la voracidad ofensiva de un equipo que tiene hambre durante los 90 minutos sin importar el resultado, como en las semifinales ante el Real Madrid.

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“4-0 en semifinales. Poco a poco, dio alas a Dembélé, que triunfó en este partido y en cuartos de final. Control total de los acontecimientos”, describe, sutilmente, L’Équipe, la gestión de Luis Enrique en las semifinales del Mundial de Clubes. En una temporada para la historia, en un año en el que ha perforado todos los registros, en el que ha borrado del mapa a cualquier equipo que se le ha puesto por delante, París ha encontrado, por fin, a un héroe que suscita en París la misma admiración que Charles de Gaulle cuando irrumpió contra la invasión nazi durante el siglo pasado. Su renovación hasta 2027 se queda hasta corta, y el PSG solo atisba un matrimonio a largo, muy largo plazo con Luis Enrique.

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