El Lille asalta Marsella en los penaltis

El Lille, en un partido frenético, abrumador, extenuante, se clasificó para los octavos de final de la Copa de Francia después de vencer por 3-4 en la tanda de penaltis al Olympique de Marsella, un equipo maldito desde tiempos atávicos, que, salvo sorpresa, deberá esperar otro año más, ya son 13, para intentar ganar un título. El veterano Vito Mannone, que firmó una prestación memorable, detuvo dos penas máximas y consumó el vigésimo encuentro de los norteños sin conocer la derrota. Antes, en el 96’, con el tiempo cumplido, Luis Henrique envió la contienda a la muerte súbita con un golazo espectacular que anudó la esperanza del Vélodrome.

El partido arrancó con un inicio atronador del Marsella, instruido en la filosofía de De Zerbi desde hace meses. El italiano quiso dominar desde el inicio y el Lille, diezmado por las bajas de Zhegrova y Fernández-Pardo, se vio sorprendido por un arranque estridente de los marselleses que, sin embargo, no tuvo premio. Los norteños demostraron, eso sí, gracias a su solidez, el por qué llevaban 19 partidos consecutivos sin perder.

Luis Henrique, en la primera jugada del encuentro, no supo aprovechar un magnífico centro de Maupay, en una jugada que originó la lesión de Gudmundsson. El Lille, que apenas pudo salir de su campo en los primeros 45 minutos, tuvo una llegada de peligro, un disparo de Mukau, tras una gran jugada en la derecha de Bakker, que salió muy desviado.

El Marsella, con presura, apretó antes del descanso. Primero, por medio de Greenwood, que se plantó solo ante el portero tras una cabalgada arrolladora y su disparo lo escupió con una mano imposible el veterano Mannone. Y, segundo, bajo el estruendo del Vélodrome, el inglés se inventó una vaselina majestuosa que, sin embargo, incluso habiendo validado el gol, Clement Turpin anuló por una mano flagrante de Maupay. El desconcierto fue total, ya que en la Copa de Francia no hay VAR hasta los cuartos de final y el colegiado, aunque la acción era punible, ya había peritado como válido el remate.

El Lille corrigió la presión tras la salida del túnel de vestuarios y el Marsella ya no tuvo la suficiencia del primer tiempo para encontrar el hombre libre. Genesio quiso jugarle de tú a tú a De Zerbi, que empezó a impacientarse porque el partido aminoró el ritmo y comenzó a no tener un dominador claro. El italiano dio entrada a Rowe por Maupay, desaparecido durante prácticamente toda la noche contra Diakité y Aleksandro.

La zozobra se transformó en tragedia en el Vélodrome. Jonathan David, cuyo partido estaba siendo inocuo, trazó una ruptura extraordinaria en la derecha y, después, cuando recibió el balón, asistió a Haraldsson, que solo tuvo que empujarla ante de Lange con una sangre fría sobrecogedora. El 0-1 quizá no fue merecido, pero sí reflejó el dominio visitante del segundo tiempo.

Con el tiempo cumplido, con todo prácticamente perdido, con un Lille que perdonó el 0-2 en un mano a mano de Haraldsson, el milagro se manifestó en el Vélodrome. Luis Henrique embocó en la red, a una velocidad supersónica, un disparo ante el que nada pudo hacer Mannone, que se había vestido antes de héroe. Hacía mucho tiempo, décadas, que no sonaba así un gol en el estadio. Una sarta de furia, de pundonor, de ira, que enviaba el partido a la tanda de penaltis.

Desde los once metros, con un Vélodrome sin aliento, arengando al unísono y con el corazón a mil por hora, el Lille se clasificó a los octavos de la Copa de Francia. Vito Mannone se vistió otra vez de héroe inesperado, deteniendo dos penas máximas y consumando el vigésimo partido sin perder de un equipo que parece imbatible en cualquier contexto.

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