Luis Enrique, de “controlar todo” a controlar “cada vez menos”
Tras clasificarse a la final del Mundial de Clubes, el entrenador asturiano destacó la espontaneidad del sistema como la clave del éxito de su PSG.


Hace un año, tras la salida de Kylian Mbappé y en medio de un mar de dudas sobre el futuro del Paris Saint-Germain, Luis Enrique fue rotundo: “¿Creo que voy a mejorar? Sin ninguna duda". El estratega expuso que “el hecho de tener un jugador (Mbappé) que se movía por donde él quería implica que hay situaciones del juego que yo no controlo. El año que viene las voy a controlar todas. Todas, sin excepción”.
Efectivamente, su PSG mejoró. Y vaya que mejoró: pasó de quedarse en semis de Champions la temporada anterior a ganar la ‘Orejona’ por primera vez en su historia, con goleada incluida en la final, y está a una sola victoria de ser el primer campeón del nuevo Mundial de Clubes. Eso sí, lo ha hecho sin controlarlo todo; de hecho, lejos de ello, en palabras del mismo Luis Enrique, lo ha conseguido controlando “cada vez menos”.
Este PSG, que apunta a equipo generacional, se aleja sutilmente del posicionalismo que tanto ha pregonado el asturiano desde sus inicios -y que también lo colmó de éxitos-. Obsesionado por naturaleza con manejar cada detalle, esta etapa en París ha movido sus moldes, y así lo confiesa: “Lo que dije en el final de ese documental era mi pensamiento en ese momento, que lo iba a controlar todo, pero la grandeza del Paris Saint-Germain está en que cada vez controlo menos”.
“Lo que piensas hoy vale para hoy y para mañana si ganas, pero para pasado ya no, porque los rivales se adaptan continuamente. Cuanto menos controlo, más posibilidades tengo de que el rival no sepa lo que vamos a hacer y tarde más en adaptarse. Cuando se adapte, ahí entra nuestro trabajo como staff para tratar de salir de esa zona y dejar de controlar las cosas para que sean imprevisibles", argumenta el ex del Barça y la selección española.
Curiosamente, algo similar decía Thomas Tuchel, entonces entrenador del Bayern, sobre el Real Madrid de Ancelotti en 2024: “Si miras sus goles y ocasiones, y rebobinas diez segundos, no los veías venir. Es la calidad más alta emparejada con una increíble capacidad para permutar posiciones (...) Parece algo muy natural y eso es lo que los hace tan especiales”. Es esa espontaneidad y libertad en las relaciones entre jugadores, sumado a una presión alta coral y muy trabajada, claro está, lo que ha llevado al PSG a tocar el cielo. Esta idea la personifica Luis Enrique en Achraf Hakimi, uno de los pilares del equipo: “Tiene libertad. Él no es un lateral; cuando tenemos el balón, puede ser un delantero centro, un extremo, un mediapunta o un pivote”.
Probablemente este PSG no sea el que Luis Enrique tenía en mente hace doce meses. Es evidente que razón tenía en aquel documental, que la marcha de Mbappé le permitió crear un bloque donde los diez jugadores de campo se comprometen con la presión, pero no todo pasa por ahí. Este PSG es la obra maestra de un Luis Enrique que ha mutado, que ha aprendido de sus jugadores tanto como sus jugadores han aprendido de él, y que ahora entiende el fútbol de una manera distinta -en menor o mayor medida-. Como el futbolista, el entrenador también está en constante evolución; ya dijo Guardiola en su momento que “los entrenadores, si observan, ven qué tienen que cambiar a través de tus jugadores. Ellos te enseñan”. En su caso, Luis Enrique ha entendido a la perfección cómo potenciar a su grupo de futbolistas, y ello ha requerido una contradicción con sus anteriores ideas.
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