Los 116 millones que pagó el Chelsea al Brighton para romper un acuerdo que parecía cerrado entre el ecuatoriano Moisés Caicedo y el Liverpool denotan la urgencia que había por contar con un mediocentro de su perfil en la plantilla. El precio fue altísimo, pero el rendimiento también lo está siendo.

En la temporada de su explosión definitiva, el internacional por Ecuador se erige en un futbolista fundamental para Enzo Maresca en el Mundial de Clubes. Las buenas noticias llegaron ayer cuando el jugador se ejercitó con sus compañeros para preparar la final del domingo ante el PSG.

Aunque acabó con molestias en el tobillo la semifinal ante Fluminense, todo hace indicar que podrá estar en el partido de defina el título mundialista. Una pieza fundamental, sin duda, para el Chelsea. No hay mayor antídoto posible para el tridente Vitinha-João Neves-Fabián que la energía interminable de Caicedo.

Sus números en el torneo hablan por sí solos. A pesar de que se perdió el partido de cuartos por sanción y no jugó el último de la fase de grupos por descanso, promedia 10,336 kilómetros recorridos por encuentro (el que más de su equipo), además de nueve presiones culminadas con éxito y dos recuperaciones de balón.

Un pulpo en toda regla, una figura que muchos comparan con otro exjugador del Chelsea que fue fundamental allá por donde pasó: Claude Makelele. El propio internacional francés en su día elogió a Caicedo: “Hoy por fortuna se habla de mediocentros como él; en mi época sólo se hablaba de delanteros y de los que marcaran goles”.

El ecuatoriano toma el relevo que dejó Makelele y sujeta a Maresca y a sus compañeros junto a su socio en mediocampo: Enzo Fernández. El argentino se complementa muy bien con Caicedo, hasta el punto de que están conformando una pareja de auténtico lujo en el centro del campo.

Aunque entre los dos costaron 237 millones al Chelsea, hoy nada del éxito de este equipo en la temporada se entendería sin ellos (clasificado para la Champions, campeón de la Conference y en la final del Mundial de Clubes). Toca el reto más difícil: anular al mejor equipo de Europa. Con Caicedo, desde luego, es más sencillo.

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