De Nochebuena a San Juan, de técnico desconocido a ideólogo del proyecto
El Valencia anunció a Corberán en la madrugada del 25 de diciembre: en medio año salvó al equipo, viajó a Singapur y Lim le ha dado galones en la planificación.


A más de uno se le atragantó el polvorón a las 2:00 de la mañana de la madrugada del 24 al 25 de diciembre cuando el Valencia anunciaba la llegada de un nuevo entrenador hasta 2027: Carlos Corberán, un técnico semidesconocido, previo pago de su cláusula de rescisión de 2,4 millones al West Bromwich Albiol, un conjunto de la Championship (segunda división) inglesa. El Valencia era el último de la clasificación, con 13 puntos, estaba a cuatro de la salvación y en unos días jugaría el partido aplazado por la DANA, ante el Real Madrid.
El panorama era azul oscuro casi negro y su llegada pasaba única y exclusivamente por lograr una permanencia con una segunda vuelta casi perfecta. De entrada, a Corberán se le dijo que contara con la plantilla que estaba y en el caso de llegar fichajes, ya se le avisaría. El club le reforzó el equipo con Sadiq, Iván Jaime y Aarons y con esos mismos jugadores fue sumando puntos, escalando posiciones, hasta llegar a salvarse a falta de varias jornadas e incluso soñar con Europa. De hecho, hasta el tramo final de la competición solo había perdido los partidos contra el Real Madrid, Barcelona y Atlético.
Para entonces, Corberán y su staff ya habían subido a los altares del valencianismo tras rescatar al Valencia de un más que posible descenso a Segunda División, el que habría sido el segundo descenso de toda su historia. Su buena temporada y el hype que traía de Inglaterra, lugar que Peter Lim tiene idealizado, futbolísticamente hablando, despertó la curiosidad del máximo accionista por conocerle. Y mientras Javi Gracia, Bordalás o Baraja pasaron por el Valencia sin ver al propietario en persona, el de Cheste se montó en un avión, a final de temporada, para reunirse con Peter y Kiat Lim, hijo y presidente, al quien ya había conocido en Valencia.

El caso es que después de unos días en Singapur, con el director general Javier Solís pero sin el director deportivo Miguel Ángel Corona, Corberán se volvió a la capital del Turia con toda la fuerza. La foto en la que posaba con Ron Gourlay, nuevo CEO de fútbol (que aún no ha aparecido por Valencia), le cargaba de poder mientras Corona asistía en su despacho de Paterna a todos los movimientos. Nadie le había ascendido ni dado ningún cargo nuevo pero a su vuelta todos le miraron con otros ojos.
De hecho, lo primero que hizo fue informar a Corona que le concediera a Foulquier los dos años que solicitaba para renovar y que cerrara el fichaje de Dani Raba, ya encaminado. Y advirtió que quería un portero titular: Julen Agirrezabala. Dicho y hecho. Y además, se trajo el ok de Lim para intentar renovar a Mosquera y Javi Guerra, dos jugadores cuyas ventas se daban por seguras desde hacía semanas. Todos estos movimientos, a expensas de lo que pase de aquí al cierre del mercado, le han convertido en el ideólogo y líder de la planificación del equipo. Junto a Ron Gourlay, cuya llegada está prevista para primeros de julio, con quien ya trabajó en el WBA, Lim hará descansar su proyecto del Valencia 2025-26.
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