Qué fue de Robert Prosinecki, el croata que no convenció en el Real Madrid pero conquistó Oviedo
La historia de uno de los futbolistas más talentosos de su generación que brilló más fuera que dentro del campo.

Robert Prosinečki es uno de esos futbolistas que dejaron una huella imborrable en el fútbol europeo de los años 90, un personaje del fútbol a la altura de unos pocos. Nacido en Schwenningen (Alemania) en 1969, pero criado futbolísticamente en la antigua Yugoslavia, destacó muy pronto por un talento especial: zurdo, elegante y con una técnica exquisita que lo convertía en un mediocampista capaz de inventar jugadas imposibles.
Más allá de su trayectoria en clubes, Prosinečki es recordado como uno de los pocos futbolistas que han disputado Mundiales con dos selecciones distintas: primero con Yugoslavia en Italia 90 y más tarde con Croacia, donde fue pieza clave del histórico tercer puesto en Francia 98.
Su calidad, acompañada por una personalidad carismática y un carácter desmelenado dentro y fuera del campo, lo convirtieron en un icono del fútbol balcánico y en un nombre que genera amor y odio a partes casi iguales.
De promesa balcánica a fichaje récord del Real Madrid
Su talento brilló pronto en la cantera del Dinamo de Zagreb, debutando con apenas 17 años. Muy pronto dio el salto al Estrella Roja de Belgrado, donde se convirtió en figura indiscutible y llegó a lo más alto al conquistar la Copa de Europa en 1991, en una generación irrepetible que contaba con jugadores como Mijatović o Savićević.
Ese mismo año, además, fue campeón del mundo sub-20 con Yugoslavia y elegido Balón de Oro del torneo, compartiendo vestuario con nombres que luego harían historia como Davor Šuker. Su irrupción en el Mundial de Italia 90 confirmó que estaba llamado a ser una estrella mundial.
No tardó en llamar la atención del Real Madrid: Ramón Mendoza lo convirtió en su gran reclamo electoral y pagó por él 550 millones de pesetas, cifra récord en la Liga española de entonces. Llegó a Chamartín con el apodo de “El Maradona de los Balcanes” y el salario más alto de la plantilla. Sin embargo, su debut se torció pronto: en su primer partido sufrió una grave lesión que lo dejó casi inédito en la temporada, con solo tres partidos jugados antes de pasar por el quirófano.
Oviedo le vio brillar
Tras tres campañas irregulares en el Real Madrid, donde las lesiones y las recaídas fueron constantes, además de un polémico episodio en el que fue pillado fumando, Prosinečki acumulaba más frustraciones que éxitos. Aun así, logró conquistar una Copa del Rey y una Supercopa antes de ser cedido al Real Oviedo.
En Asturias encontró el escenario ideal para volver a mostrar su fútbol. Bajo la dirección de Radomir Antić, recuperó la confianza y la magia que lo había convertido en una de las grandes promesas del fútbol balcánico. Tan determinante fue su rendimiento que volvió a llamar la atención de la selección croata, recién independizada, que lo convocó para sus primeras citas internacionales.
El Oviedo se convirtió así en su punto de inflexión, el lugar donde demostró que aún podía brillar después de tantas lesiones.
Barça, Sevilla y la gloria con Croacia
Tras su gran etapa en el Oviedo, Prosinečki estuvo en la órbita del Atlético de Madrid, pero finalmente fichó por el FC Barcelona. Llegó a un equipo que ya estaba en declive tras los años dorados del Dream Team de Cruyff.
Las lesiones - de nuevo - y las decisiones técnicas del entrenador impidieron que triunfara en el Camp Nou. Poco después, vivió otra etapa discreta en el Sevilla, donde tampoco pudo consolidarse y además sufrió el descenso del equipo. Pero si hubo un lugar donde sí brilló fue de nuevo en el Dinamo de Zagreb, su club de origen, y sobre todo con la selección de Croacia.
Fue protagonista en la histórica campaña del Mundial de Francia 98, donde una Croacia ‘recién nacida’ alcanzó las semifinales. Prosinečki anotó en el partido por el tercer y cuarto puesto, ayudando a su selección a llevarse la medalla de bronce y confirmando su estatus como leyenda nacional. Más tarde, pasó por clubes en Inglaterra y Bélgica y disputó el Mundial 2002, aunque ya en la recta final de su carrera.
Una vida al límite y una segunda carrera como entrenador
Fuera de los terrenos de juego, Prosinečki siempre fue un personaje carismático y polémico. El tabaco lo acompañó durante toda su carrera, hasta el punto de ser sorprendido fumando durante su etapa en el Real Madrid, algo que enfadó a gran parte de la afición y alimentó la leyenda de su carácter indomable.
Él mismo llegó a justificar parte de sus problemas físicos y recaídiccwin247.como consecuencia del estrés derivado de la guerra de los Balcanes, que marcó a toda su generación. Tras colgar las botas, dio el salto a los banquillos.
Su trayectoria como entrenador lo llevó a dirigir a selecciones como Azerbaiyán, Bosnia y actualmente Montenegro, además de varios clubes como su querido Estrella Roja. Aunque nunca ha alcanzado un buen nivel como entrenador, el croata sigue ligado al fútbol internacional y a la formación de nuevas generaciones, siempre con su particular estilo.
“Prosikito”: la cara de la autocrítica
La huella de Prosinečki no solo quedó en el campo, sino también en la cultura popular. ‘Prosikito’ fue un muñeco inspirado en el futbolista promocionado por el propio Robert. El juguete, al que se le rompían las piernas y se desmayaba del cansancio, fue la viva cara de la autocrítica del balcánico, a la altura de uno de los mayores personajes del fútbol de los 90.
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Con frases como “vámonos de fiesta” y complementos como un jacuzzi, ‘prosikito’ forma parte ya de los objetos de coleccionista más reclamados por los auténticos ‘frikis’ de las reliquias futboleras.
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