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El US Open de Rahm que pudo ser y no fue

El vasco arranca fino y después se atasca en Oakmont, donde alcanzó otro top-10 con una última vuelta genial.

El US Open de Rahm que pudo ser y no fue
ANDY LYONS | AFP
Jorge Noguera
Nació en Madrid en 1995. Doble grado en Periodismo y Audiovisuales por la Rey Juan Carlos. Un privilegiado, hace lo que siempre quiso hacer. Entró en AS en 2017 y se quedó. Salvo un paréntesis en Actualidad, siempre en Más Deporte. Allí ha escrito sobre todo de rugby, golf y tenis. Ha cubierto el British Open, la Copa Davis o el Mutua Madrid Open.
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A media tarde, con pocos aficionados siguiendo su partido, lejos de los focos, casi inadvertido en la señal televisiva, cerró este domingo Jon Rahm un US Open que ha jugado a contracorriente. Brillante en la adversidad, atascado cuando Oakmont (Pennsylvania, EE UU), el verdadero protagonista de la semana independientemente de quien acabe alzando la copa, se suavizó tras las lluvias que inauguraron el fin de semana y dio algo de tregua, desatado en su epílogo, por desgracia cuando ya no tenía opciones.

Completó la semana finalmente con otro top-10 tras una maniobra genial este domingo, -3 para +4, con la que contrarrestó el 75 de un viernes en el que el putt le abandonó y el 73 de un sábado en el que no sacó jugo a un terreno más receptivo por el aguacero. Un guion que pocos habrían escrito tras el 69 con el que abrió en un diseño que durante los primeros 36 hoyos se mostró prácticamente injugable.

Necesitado de una vuelta que en Oakmont, donde el récord es un 63 de Johny Miller para ganar el US Open de 1973, normalmente no sale, él puso todo de su parte para engordar su ya de por sí imponente estadística en ese apartado en los grandes, cercana al 50%.

Su 67, articulado sobre cuatro birdies, aprovechando el par 5 en el 4, enchufando un putt de 14 metros en el 16, exprimiendo el par 4 corto del 17 con un flop espectacular y el 18, un hoyo de bogey, con un hierrazo, fue una última expresión de lo que pudo ser y no fue este US Open para él. Solo le penalizó un bogey y confirma una mejoría en su dinámica en los grandes que entronca con el domingo del PGA y el fin de semana del Masters.

“Es un poco loco, porque no creo que haya jugado muy diferente a las otras vueltas. Una clave es que he estado en posición desde el tee todo el día, en la calle o en el primer corte. Luego he leído muy bien la velocidad en los greenes. He estado tan cómodo como se puede estar en Oakmont. Lo del 16 ya ha sido un bonus”, contaba sorprendido después el vizcaíno.

No fue el único que intentó un movimiento a la desesperada. McIlroy, perdido en la mitad de la tabla toda la semana, se despidió con un 67 (-3 para +7) en el que le sacó seis birdies a la ‘bestia’, pero que vuelve a plantear el interrogante de si ese obligado cambio de un driver que ya no pasaba los estándares de la USGA antes del PGA ha echado por tierra lo que podría haber sido una campaña mejor en los majors a falta del British.

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