Poco más de dos horas duraron las aspiraciones irlandesas de sumar su tercer título seguido en el Seis Naciones, uno que habría sido histórico. Eso fue lo que tardó Inglaterra en confirmar una victoria extremadamente fácil en el Millenium Stadium de Cardiff ante Gales (14-68), en el segundo turno del ‘supersábado’ del Seis Naciones. La que coloca a la Rosa virtualmente campeona del torneo a falta de lo que ocurra en la última de las tres finales que deparaba la jornada, la que medirá a Francia con Escocia en París.

Fue un soliloquio de un equipo que no ha sido especialmente estimulante a lo largo de este mes y medio, pero sí muy sólido. Eficaz en su expresión más pura, capaz de ganar a una Francia que después trituró a esa Irlanda favorita en casi todos los pronósticos y a una Escocia que había hecho costumbre de ganar la Copa Calcuta en los últimos años.

Su último alegato en la causa para determinar al campeón fue contundente, ayudado por una Gales inoperante que ya acumula 17 derrotas consecutivas. A los dos minutos dio comienzo Itoje al enésimo martirio de la parroquia cardifiana. Antes del descanso, el punto extra ofensivo, obligatorio para Inglaterra, era un hecho consumado con la contribución de Roebuck, Freeman, Cunningham-South y Stuart. Cinco posados en 40 minutos sin oposición.

Pero el festín no acabó ahí. Inglaterra, necesitada de la mayor cantidad posible de puntos para enjugar la diferencia abismal en el balance que le separa de Francia en caso de empate, mantuvo el pie en el acelerador. Mitchell y Pollock se unieron a la fiesta en la segunda mitad, en una patada rasa que le sonrió con fortuna el primero y en una aparición en el abierto que leyó con maestría Ford el segundo, debutante este sábado. Algo más tarde otra incursión, esta de Heyes, mejoró algo más el diferencial. Ben Thomas maquilló algo la sonrojante puesta en escena galesa casi sobre la bocina.

Matt Sherratt se despedirá de su cargo interino con más discurso que resultados pues, y Gales deberá buscar en otro la recuperación de una identidad perdida. Inglaterra, que tiene la suya ahora mismo en hacer bien lo esencial y dejar que su delantera hable por sí misma, queda en la silla caliente y se encomienda, seguramente sin mucha fe, a Escocia. Irlanda pierde una oportunidad histórica.

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