Golf | LIV Valderrama

El LIV Valderrama: campo insuperable, atmósfera mejorable

La semana de la superliga saudí en tierras andaluzas deja sensaciones encontradas en una sede espectacular pero que no proporciona la imagen buscada.

Los aficionados observan a Jon Rahm desde una ladera.
Jon Nazca
Jorge Noguera
Nació en Madrid en 1995. Doble grado en Periodismo y Audiovisuales por la Rey Juan Carlos. Un privilegiado, hace lo que siempre quiso hacer. Entró en AS en 2017 y se quedó. Salvo un paréntesis en Actualidad, siempre en Más Deporte. Allí ha escrito sobre todo de rugby, golf y tenis. Ha cubierto el British Open, la Copa Davis o el Mutua Madrid Open.
Valderrama Actualizado a

Si algo se le puede conceder al LIV ya en su cuarto año de vida es su capacidad para entender las dinámicas del deporte contemporáneo, cada vez más un espectáculo en el que ya no importa tanto el resultado como pasarlo bien. Comer, beber, hacer un poco de networking, sacar unas cuantas fotos posteables en redes sociales... Es el concepto de los grandes deportes estadounidenses, extrapolado ahora a uno que, todo hay que decirlo, a veces, no muchas, se toma demasiado en serio a sí mismo (en ningún caso en los torneos históricos, que deben su aura precisamente a ello).

Uno entraba a Valderrama el viernes de la pasada semana y se encontraba ritmos electrónicos sonando a todo trapo por los altavoces, el campo de prácticas convertido en un desfile de periodistas, influencers, agentes, community managers y VIPs. Según se acerca la hora de inicio, la megafonía va instando a los jugadores a acabar sus ejercicios y ocupar la flotilla de furgonetas negras que les llevará, en una imagen que remite a una caravana presidencial, a los distintos hoyos en los que tomarán la salida a tiro.

En esas los espectadores, entre 3.000 y 5.000 el viernes y el sábado según uno de los miembros del equipo de ‘gorilas’ encargado de proteger a los jugadores, tipos mucho más solícitos de lo que su apariencia sugiere, más de 10.000 ya para el desenlace del domingo (cifras no oficiales), se desparraman por el campo buscando un lugar privilegiado o el tee del partido que quieren seguir. Habrán pagado en el entorno de los 30 euros por un pase de día básico, entre 400 y 1.500 por alguna de las experiencias premium que se ofrecen en los distintos hospitalitys repartidos por la propiedad, en los que se puede degustar lo mejor de la gastronomía local e hidratarse de diversas formas mientras se sigue la acción.

Otros apuran para rematar liccwin247.compras en la tienda, que ofrece merchandising de todos los equipos a precios que recuerdan al Masters de Augusta. Un seguidor de los Crushers de DeChambeau, al margen de las estrellas españolas, Jon Rahm y Sergio García, el que más interés suscita en Valderrama, puede comprarse el polo que luce su ídolo más o menos por lo mismo, unos 80 euros, que pagaría un aficionado del Barça por una camiseta de Lamine Yamal. La vida esta cara se mire por donde se mire.

El LIV Valderrama: campo insuperable, atmósfera mejorable
Rahm saluda al público de Valderrama tras rematar su última vuelta el domingo. Jon Nazca

Si se quiere hacer un parón en algún momento las opciones son varias. Asisten a las masas varios puestos de comida y bebida, en los que se pagan desde 4 euros por unos frutos secos a 15,50 por el bocadillo de jamón ibérico, 5,50 por una pinta de cerveza y 13,50 por una copa. Hay un minigolf, un simulador en el que uno puede acercarse a la experiencia que viven los golfistas, un futgolf montado en colaboración con La Liga...

Es un ambiente fresco, diferente, que no tiene mucho que ver con lo que eran las antiguas paradas del circuito europeo. ¿Mejor o peor? Depende de a quién se le pregunte, pero lo cierto es que en el caso de Valderrama parece que no termina de cuajar, a tenor de las conversaciones que se han dado durante el torneo sobre la posibilidad de que se traslade al Club de Campo de Madrid. Scott O’Neil, el hombre que sustituyó a Greg Norman al frente de la organización, busca atmósferas similares a la de la cita de Adelaida (Australia) o la que tiene el PGA Tour en el Phoenix Open. Dos eventos que rompen las costuras del golf tradicional. Y en ese sentido se ve más potencial en la capital para asegurar imágenes potentes a las cámaras televisivas.

En una operación que también involucra a las autoridades políticas, ya hubo contactos el año pasado durante el Open de España y el CEO del torneo, Gerard Tsobanian, se dejó ver por Valderrama la semana pasada en un nuevo acercamiento. Podría haber un parón en la relación del LIV con la joya andaluza que está estipulado en el contrato firmado y que, en ningún caso, sería por el campo, uno de los mejores, si no el mejor, diseños de competición de Europa.

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