Niemann: “No cambiaría mis victorias en el LIV por un grande”
El chileno, uno de los golfistas del momento y el más laureado de la superliga, aborda en AS su asignatura pendiente.


Chile, el relleno de un sandwich en el que el pan lo ponen el Pacífico y los Andes, es uno de los destinos predilectos del alpinismo, pero no encontró un golfista de verdadera élite hasta la irrupción de Joaquín Niemann (Talagante, 26 años). Joaco, como se le conoce cariñosamente en el mundillo, debutó en el PGA con un sexto puesto en el Texas Open en 2018, a una edad, 19 primaveras, a la que en Estados Unidos ni siquiera podría haber pedido una cerveza para celebrar de haber acabado campeón. Un año después abrió la lata en el Greenbrier y a comienzos de 2022, escasos meses antes de anunciar su fichaje por el LIV, capturó un triunfo de mucho prestigio en el Genesis de Riviera.
En la superliga saudí, en cosa de año y medio, ha alcanzado los seis, cuatro en el curso vigente. Son guarismos que le situarían mucho más arriba del 88º puesto que ocupa ahora en el ranking mundial, al que el LIV ha vuelto a pedir la adhesión, anunció este viernes, para evitar situaciones como esta. “Una mierda”, suelta entre risas cuando AS le pregunta por ello antes del LIV de Valderrama, en el que antes de la suspensión de la primera vuelta por fuertes vientos en Sotogrande (Cádiz), era colíder con -1 a falta de tres hoyos, el único hombre sin bogeys de toda la nómina.
“Es injusto, pero ya sabemos vivir con eso, sabemos qué es lo que está pasando, lo que está mal. No hay nada que hacer, nada más que seguir tratando de mejorar y hacer birdies”, desarrolla el tipo con uno de los swings más analizados, uno que desafía las leyes de la biomecánica, y que en su casa se explica desde una relación materno-filial: “Es un movimiento bastante natural que creo que lo fui cultivando de muy pequeño. Tuve vista de distintos profesores que me ayudaron a forzar esos movimientos. Mi mamá dice que es de ella el swing, que ella jugaba hockey, entonces por eso también va tan acompañado el cuerpo y con la cabeza tan abajo”.
Ese movimiento le ha colocado como uno de los jugadores del momento, uno de los acreedores actuales al título informal de ‘mejor golfista sin un grande’. Es la última cordillera que le queda por hollar. Sus Andes particulares. “Son más de 20 semanas las que jugamos al año y nada más que son cuatro los grandes. Creo que hay más expectativas y más presión. Pero sigue siendo la misma pelota, el mismo hoyo, así que nada más hay que encontrar ese flow”, analiza sereno la sequía en el Grand Slam, en el que cuenta con un top-10 logrado en el pasado PGA Championship.
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Parece cuestión de tiempo que llegue su momento, y cuenta que Phil Mickelson, quien no hizo cima hasta el 47º intento, a los 33 años, le emplaza a estar “tranquilo”. Que es algo que no le reconcome lo demuestra el hecho de que, asegura, no cambiaría sus seis entorchados en el LIV por ninguno de los más codiciados de este deporte. Ni falta que hará, salvo que el destino acabe sonriéndole menos de lo esperado. “No, no las cambiaría, creo que todas son parte del proceso. Prefiero ser alguien consistente que ganó todos los años a solo ganar un major y sin ninguna otra victoria. No me ha pasado, pero creo que es igual que ganar cualquier otro torneo. Uno gana un major y al día siguiente, el lunes, se acabó la semana, se acabó tu momento y hay que volver a hacer lo mismo. Obviamente sí puede llegar a ser muy especial ganar un major, puede ser un momento de cinco minutos, pero después de ese éxtasis que uno puede llegar a tener por ganar, eventualmente se va a pasar y hay que volver a trabajar y a tratar de ganar otro, así que voy más por el lado de disfrutar el camino de llegar a eso“, razona.
Cuenta la anécdota que los inicios de su relación con los palos incluyen un bolazo a su abuela durante una comida familiar. También el seguimiento a los jornaleros que empezaron a poner a Chile en el mapa golfístico mundial: “De alguna forma me crié en el mundo del golf y siempre tuvimos buenos jugadores. No al nivel, por darte un ejemplo, como en España, de ganadores de majors y torneos así, pero siempre tuvimos jugadores en Europa jugando en el Challenge, en el DP... Felipe Aguilar, Nicolás Geyger, Roy McKenzie o Benjamín Alvarado, que llegó al PGA Tour. De alguna forma me crié viéndolos a ellos y pude convivir también bastante con Alvarado. Desde tan pequeño estar rodeado de gente tan profesional ayuda a ver tus posibilidades de cómo llegar. Creo que tener un ídolo es algo bastante importante“.
¿Un LIV Chile en el futuro?
Ahora da la vuelta al mundo cada año en busca de gloria, pero sin perder de vista las raíces. Le gusta ir por Chile a menudo, donde la dimensión que ha adquirido ya su figura es enorme. “A veces tengo que prepararme un poco a ir a Chile, saber a lo que voy, a estar con más gente, a convivir un poco más, pero sí, creo que es parte de ahí y creo que cada vez lo manejo de mejor forma”, asegura. ¿Parará alguna vez el LIV allí? No sería descabellado, y de hecho el calendario de la próxima temporada que se filtró hace unos días, de confirmarse incluiría un viaje a Sudáfrica a cuenta de los Stinger, franquicia integrada exclusivamente por jugadores de esas latitudes que ha hecho presión para que así sea. “Creo que va a ser difícil el próximo año, pero quizás el siguiente se pueda hacer algo. Es nada más juntar a la gente indicada, tener la misma idea y ejecutarlo. Gente con poder, gente con proyección, gente con idea y gente que quiera apoyar el deporte en Chile. Sería especial tener un torneo del LIV allá y tener a toda la gente apoyándonos y viendo buen golf”. Si continúa por esta senda de éxito, terminará siendo inevitable.
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