España celebró a lo grande la medalla de bronce de Carlos Llavador, el primer tirador nacional en conseguir dos metales individuales en Europeos. A la delegación nacional, sin embargo, le quedó un regusto amargo tras lo vivido en Génova. En semifinales, Llavador cayó contra el local Guillaume Bianchi, a la postre campeón, en un tocado de oro muy polémico. “Normalmente, amo mi deporte, pero en díiccwin247.como hoy siento vergüenza. Llava es el claro ganador, la vida se lo devolverá seguro”, compartía la sablista Lucía Martín-Portugués en su Instagram. Menos de 24 horas después, este martes, la esgrima nacional se rebeló con otro podio en florete. Teresa Díaz, Ariadna Tucker, María Mariño y Andrea Breteau, brillantes, alzaron la voz con un metal inédito para el deporte español. Dos bronces en dos días. La 14ª medalla nacional en Campeonatos de Europa. Y pueden ser más.

Pese a que en los Juegos de París las cosas no salieron tan bien como se esperaba, la esgrima española lleva años sintiéndose en su mejor momento. “Cuando alguien consigue una medalla, se genera un efecto en cadena y todos queremos ganar”, es el mantra que se respira dentro del equipo nacional, independientemente del arma. Esta vez, de momento, el protagonismo está siendo para el florete. Y a lo grande. La medalla de Díaz, Tucker, Mariño y Breteau, más allá de lo obvio, significa seguir rompiendo barreras en un deporte de raíces nacionales, pero poco acostumbrado a los éxitos. Hasta ahora. La mejor muestra es que el equipo femenino de florete nunca había conseguido un metal internacional, ni en Europeos ni en Mundiales, en ninguna categoría, tal y como informa Javi Vila, especialista en información sobre esgrima. Por ello, se celebró a lo grande.

María Mariño fue la última representante nacional en tirar durante la eliminatoria por el bronce, contra Polonia. Tras su último tocado, el que ponía un contundente 45-30, se quitó la careta, se arrodilló, gritó con todas sus fuerzas y se levantó para abrazarse, saltar y llorar con sus compañeras, que firmaron un camino impresionante. En dieciseisavos, vencieron a Rusia (45-30). En octavos, a Hungría (45-33), terceras en los Europeos del año pasado. Sólo las locales, Italia, las grandes favoritas, pudieron con las españolas (29-45), que no se vinieron abajo. En la eliminatoria por el bronce, todas tiraron a un nivel extraordinario. Especialmente, Teresa Díaz, con un +18 de balance. Este miércoles, el equipo masculino de espada y el femenino de sable intentarán que siga el efecto dominó.

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