Reportaje
Impresiones de Lego Voyagers, el juego que demuestra que los mejores viajes son en compañía
Un cooperativo cocinado a fuego lento que recuerda a It Takes Two.

LEGO siempre ha jugado con la variedad. Su catálogo va desde títulos familiares pensados para todos los públicos —LEGO City Undercover, LEGO Ninjago Movie Videogame o LEGO Marvel Super Heroes— hasta proyectos más creativos como LEGO Builder’s Journey. Dentro de esta línea más experimental aparece su nueva apuesta: LEGO Voyagers, desarrollado por Light Brick Studio y publicado por Annapurna Interactive, un cooperativo íntimo y accesible pensado para disfrutarse en compañía.
La primera vez que vimos LEGO Voyagers fue en el Summer Game Fest 2025. Fue un avance corto que generó interés, aunque también algunas preguntas, en torno a si el juego estaría enfocado a la construcción y la creatividad o si apostaría por un camino totalmente distinto. Meses después, en MeriStation ya hemos tenido la ocasión de probar su demo, y las primeras sensaciones al mando apuntan a una propuesta única, con aires de It Takes Two, pero con la personalidad y el carisma inconfundible de LEGO.
La calma también se construye
El juego está planteado desde el principio como una experiencia cooperativa, ya sea en local, online o con Friend’s Pass. La primera decisión es sencilla: elegir entre una pieza azul o roja, dos simpáticos bloques de LEGO que darán vida a la aventura.

Nuestra misión será dar con una nave perdida, sin apenas diálogos ni tutoriales que nos guíen. El juego nos invita a avanzar por distintos entornos en una experiencia íntima y cargada de emoción, acompañada por una banda sonora delicada y escenarios que alternan imágenes fotorrealistas -como el despegue de un cohete- con un mundo de fantasía construido con piezas de LEGO.
Para avanzar tendremos que abrir senderos, improvisar puentes con piezas sueltas, saltar sobre flores que funcionan como trampolines o dejarnos lanzar por catapultas hasta la siguiente zona. Los escenarios, recrean junglas, astilleros, ríos, animales y zonas industriales, con un estilo de maqueta que desprende cierto encanto.

Más allá de los retos, el juego se toma su tiempo en los detalles más simples, como balancearse en un columpio, probar un balancín o sentarse en unas sillas mientras cae el sol. Son momentos que no hacen avanzar la historia, pero sí suman a una atmósfera que se disfruta a fuego lento.