De Brady a Mahomes

Este domingo es una fecha especial porque se celebra uno de los eventos anuales más vistos en el planeta, en años sin Juegos Olímpicos y sin Mundial de fútbol es incluso el líder de la pantalla. La Super Bowl, a pesar de su localismo norteamericano, transciende fronteras para alcanzar a un público global. Su aperturismo internacional se centra en exportar partidos, un reparto que en noviembre alcanzará a Madrid. La NFL llega cada vez a más aficionados, y España no es una excepción, más bien lo contrario, un mercado emergente, pero la Super Bowl va un salto más allá que su liga, porque atrapa a una audiencia más extensa, menos especializada, con un espectáculo que sobre todo es deporte, pero también mucho más que deporte.

Un evento de esta dimensión no puede vivir, obviamente, sin nombres propios y sin candidatos a mitos. Hasta los más profanos conocen a Tom Brady, el más grande de todos los tiempos con siete títulos, un deportista que marcó una época y se convirtió en un icono social. A su estela, y prácticamente sin transición en el tiempo, ha crecido otro aspirante a leyenda, otro quarterback dominante: Patrick Mahomes. Como ya sabrán, el quarterback o mariscal de campo es habitualmente la estrella del equipo en el fútbol americano. Y Mahomes, en concreto, es la estrella de las estrellas, como lo fue Brady hasta su retirada en 2023. Ahora compiten por la historia. En la Super Bowl de Nueva Orleans, todo gira en torno a Mahomes. Los Kansas City Chiefs, que han disputado seis de las últimas cinco ediciones, podrían convertirse en el primer equipo con tres coronas consecutivas. La primera de ellas, por cierto, ante el mismo rival de hoy: Philadelphia Eagles. Para Mahomes sería el cuarto anillo antes de cumplir los 30 años. Más cerca de Brady. Más cerca del GOAT. El papel de los Eagles es intentar evitarlo. No hay otra crónica posible.