El batacazo del fin de ciclo

Hace unos días, un amigo me dijo que “los finales de ciclo vienen acompañados de grandes batacazos”. Me puso un par de ejemplos. Aquella Selección de fútbol del tiki-taka que encajó una goleada (5-1) ante Holanda en su debut del Mundial 2014, precisamente el mismo rival de la final conquistada solo cuatro años antes. O aquel Angolazo de baloncesto en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 que pusieron el cierre a la era de Antonio Díaz Miguel. Era su manera de advertirme de lo que podía ocurrir en el Eurobasket del adiós de Sergio Scariolo. En el fondo, todos lo pensábamos, aunque nos seguíamos agarrando a su varita mágica.

No sé qué valor estadístico tiene la afirmación de mi colega, pero el trompazo de España en su estreno ante Georgia demuestra que no estaba demasiado equivocado. La derrota entraba dentro de los pronósticos. El rival lucía jugadores como el histórico Shengelia, los NBA Bitadze y Mamukelashvili, el MVP de la ACB Shermadini… Mucha clase. Pero el partido no se ganó solo a base de calidad. También de orgullo, de alma, de garra, de ambición… El patriótico pueblo georgiano rebosa esa cualidad. Ese espíritu estuvo desaparecido en las filas españolas. La diferencia de rebotes, 46 frente a 29, es una muestra de ese contraste.

Nadie va a pedir a esta Selección de transición que revalide el oro europeo, no es realista, pero sí otra actitud en la cancha. Nunca he visto a España jugar tan mal al baloncesto. Me resisto a creer que los finales de ciclo tienen que venir acompañados de un cataclismo, pero es posible que mi amigo lleve razón. El único consuelo es que aquellas Selecciones de fútbol y basket que aludía en sus ejemplos volvieron a triunfar varios años después. Scariolo dice que hay “futuro”. Hay que confiar en ello. Pero antes toca cerrar esta época con la dignidad que merece su historia.

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