Opinión

El campeón es el Tour

A pesar de los 40 años que se cumplen sin un campeón francés, el país sí se siente muy orgulloso de que la carrera más importante del Mundo sea suya.

Tudor Pro Cycling Team's French rider Julian Alaphilippe cycles ahead of the pack of riders (peloton) in the ascent of Cote de Loubeyrat during the 10th stage of the 112th edition of the Tour de France cycling race, 165.3 km between Ennezat and Le Mont-Dore Puy de Sancy, in central France, on July 14, 2025. (Photo by Marco BERTORELLO / AFP)
MARCO BERTORELLO
Juan Gutiérrez
Subdirector de polideportivo. Ha desarrollado toda su carrera en AS desde 1991. Cubrió dos Juegos Olímpicos, siete Mundiales de ciclismo y uno de esquí, 12 veces el Tour y la Vuelta, seis el Giro… En 2007 fue nombrado jefe de Más Deporte, puesto que ocupó hasta 2017, cuando ascendió a subdirector en las áreas de Motor, Baloncesto y Más Deporte.
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Hace unos días me llamaron de la Universidad de Georgetown para pedirme una opinión para el pódcast en español Y esto no es todo. Habían leído en The New York Times un reportaje sobre la larga sequía del ciclismo francés en su Tour y les había llamado la atención. Este lunes, 21 de julio de 2025, se cumplen exactamente 40 años de la última victoria del campeonísimo Bernard Hinault. Desde entonces, Francia no ha vuelto a enfundarse el maillot amarillo en el final del Tour de Francia. Algunos han estado cerca: Laurent Fignon perdió la prenda por solo 8 segundos el último día en París en 1989 y, más recientemente, Julian Alaphilippe cedió el liderato a tres jornadas del final en 2019.

Las razones de esta travesía por el desierto son variadas. Demasiadas para analizarlas plenamente aquí. Una de ellas es, por ejemplo, la globalización: cada vez hay más países aportando talento. Los últimos ganadores han sido un esloveno, un danés, un colombiano y dos británicos, uno de ellos criado en África. Las naciones tradicionales ya no son necesariamente las dominadoras. El dopaje destapado a finales de los 90 también supuso un freno a la evolución. Había que limpiar los viejos usos. Luego existe una cuestión generacional. Y tampoco los jóvenes franceses tienen ya el ciclismo entre sus prioridades. A pesar de ello, mi respuesta a la llamada de Georgetown no entró en tantos detalles. Simplemente les comenté que, independientemente de ganar o no, Francia sí se siente muy orgullosa de que la carrera más importante del Mundo sea suya. Eso no va a cambiar nunca. Las carreteras siguen inundadas de aficionados cada mes de julio al paso por cualquier pueblo, por cualquier puerto… El Tour es una fiesta diaria. Patrimonio Nacional. Con campeones o sin ellos. En realidad, el gran campeón francés es el Tour.

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