Pasaba por aquí | Axel Torres

El Mundial de Clubes, los ingleses y la Superliga

A nadie le extrañaría que Infantino acabara apoyando la Superliga.

Infantino y Ceferin, en el Madrid-Juventus del Mundial de Clubes.
PATRICIA DE MELO MOREIRA
Axel Torres
Actualizado a

Terminó el Mundial de Clubes y lo ganó un equipo inglés. De todos los países europeos representados en el campeonato, el británico ha sido el territorio cuyos medios de comunicación han dedicado menos atención al torneo. La noche de la final, la victoria del Chelsea ocupaba en el Guardian el segundo espacio de portada entre las noticias deportivas. El triunfo de la selección inglesa femenina en la Eurocopa, que simplemente garantizaba el acceso a los cuartos de final, estaba por delante.

Es interesante la perspectiva inglesa porque no tiene que ver con qué clubes disputaron el campeonato y quiénes se quedaron fuera, que es algo que en España sí ha sido fundamental para entender por qué unos medios le han dado más importancia que otros. Para los británicos, en general —obviamente habrá opiniones particulares de todo tipo, pero hablo de la tendencia que he observado siguiendo a no pocos periodistas de ese país—, esta competición de la FIFA ha representado un capítulo más del espiral en el que ha entrado el fútbol moderno y que consiste en inventar nuevos torneos y formatos ajenos a una tradición que hay que preservar a toda costa y que tienen como único objetivo generar más dinero para todos aquellos que no son los hinchas de a pie que acuden cada semana a los estadios. En su crítica no se salva nadie: están en contra del Mundial de Clubes como lo estuvieron de la Superliga y como lo están del nuevo formato de la Champions. No les gusta Infantino, no les gusta Florentino y no les gusta Ceferin.

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Hablando de Florentino e Infantino: su acercamiento en este Mundial de Clubes ha sido evidente y público. Mucha gente en el fútbol sospecha desde hace tiempo que el presidente de la FIFA no tiene una postura tan contraria a la Superliga como podría parecer. Su enemistad con Ceferin y su guerra con la UEFA son tan fuertes que a nadie le extrañaría que acabara apoyando el tan controvertido proyecto que siguen impulsando el Real Madrid y el Barcelona. Ese escenario es hoy, visto lo visto, más factible que hace un año.

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