Gabi y las once finales por la salvación

Decía el fallido Ramírez con esa suficiencia tan suya que no hay finales en marzo, igual que afirmaba con reiteración que no miraba la clasificación, en una de esas sentencias que le definirán y perseguirán para siempre. Pero su herencia, la peor y más dañina de un técnico en estos doce años de travesía por el desierto, obliga al Real Zaragoza a disputar once finales por la salvación, once finales en las que el equipo aragonés debe sumar, al menos, los mismos puntos que el Eldense, que es quien marca el descenso a Primera Federación y que cada vez se encuentra más cerca en la clasificación. Llegó a estar a nueve puntos del Zaragoza y ahora está a uno y con el ‘goal-average’ a favor.

La situación es ciertamente dramática, porque el destrozo al alimón de Ramírez y de Cordero ha sido mayúsculo en todos los órdenes, y el Zaragoza carece ahora mismo de pulso competitivo y de esperanza, pero quedan once finales por delante, sí, once finales en marzo, abril y mayo, y hay que jugarlas todas a cara de perro y sin concesiones. Al Zaragoza le espera un calendario inmediato tremendo, con rivales como el Córdoba y el Mirandés en La Romareda y salida entre medias a Santander, pero en esta carrera desesperada por la salvación no hay una batalla que no se pueda dar.

Llega ahora al rescate Gabi Fernández, cuarto entrenador de la temporada, en una misión complicadísima, a la medida de un valiente, de un tipo con personalidad y liderazgo, con una carrera cortísima en los banquillos, pero muy larga en el fútbol profesional. Y, lo que es más relevante en una emergencia de esta naturaleza, conoce el Real Zaragoza porque vistió su camiseta cuatro años y no hace falta explicarle sus urgencias y sus particularidades. No viene a hacerle un favor al Zaragoza, sino a salvarlo. Y su suerte será la de todos.

Pero Gabi no tiene fórmulas mágicas ni va por la vida de inventor del fútbol, así que es el momento también de que los jugadores den un paso adelante y asuman su responsabilidad profesional. Es la hora de que a Gabi le acompañen más valientes.

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