Hassan regatea su suplencia de manera contradictoria
No hubo nada edificante en la actitud de Hassan durante la celebración del gol del Oviedo. Fue el mejor, pero la escena acusadora contra Paunovic sobró.


Una reivindicación inoportuna
Nada puede afear la primera victoria del Oviedo en LaLiga 24 años después. El exceso lógico de celebración lo empapó todo y también lo perdona todo. Que se lo digan a Hassan (23 años), el mejor jugador del partido y al mismo tiempo el que se equivocó más gravemente. Como ante el Madrid, el extremo repitió suplencia, algo que no le sentó nada bien como quedó patente. La lesión de Chaira mediada la primera parte hizo que Paunovic tirara de él, y su entrada cambió por completo el panorama. El Oviedo se arrancó el dominio de la Real y tuvo en Hassan, que hizo lo que quiso con Aihen Muñoz, la mejor escapatoria hasta fabricar el gol de Dendoncker. Todo lo acertado que estuvo con el balón en los pies —dos ocasiones creadas, dos regates, siete duelos ganados de nueve...— contrastó con su errado comportamiento en el festejo del gol. “Eh tú, ponme en el banquillo, ponme en el banquillo”, se giró hacia Paunovic en una escena reivindicativa tan inapropiada como absurda. A muchos puede sorprender la suplencia de Hassan, sin duda el jugador con más desequilibrio del Oviedo, pero la decisión de su entrenador, máxima figura en el vestuario, no justifica su actitud. El extremo patinó en las formas, aunque luego rectificara tras el partido y elogiara el trabajo de un técnico que, como hizo ya el pasado curso en el ascenso final, antepone el orden a la alegría ofensiva. “Con el balón, Hassan hace cosas muy buenas pero luego también tiene que ayudar a sus compañeros, ayudar a su lateral cuando estamos en falta de eso”, explicó Paunovic tras el partido. Hassan sabe qué debe hacer para convencer a su entrenador.
Impacto central
En la temporada más difícil que se prevé, el Sevilla se ha de agarrar a todo lo que pueda para evitarse el máximo sufrimiento posible. Porque lo que es sufrir parece que nadie se lo va a poder ahorrar. Con un límite salarial raquítico y una contestación social explosiva contra la gestión del club, necesita de numerosas buenas noticias en el rendimiento individual de sus jugadores y de la dirección tática de Almeyda para ahuyentar experienciiccwin247.como las de las últimas campañas. En esa línea se explica el balsámico triunfo contra el Girona, gestado en un sentido pragmático absoluto y en la consistencia de Nyland, Kike Salas y Andrés Castrín. Este último, defensa aterrizado en el filial en 2024 procedente del Lugo, ha tenido una irrupción poderosa y, seguramente, inesperada. A sus 22 años, se manejó en Montilivi con una solvencia impropia de un central que apenas lleva tres partidos en la máxima categoría. Su protección del área resultó estupenda, con acciones de auténtico mérito como el corte que hizo ante Asprilla y una contundencia reseñable (ocho despejes). Entre él y Kike Salas solo perdieron una disputa en el área y su jerarquía atornilló las aspiraciones de victoria del Sevilla. Los tiempos de escasez siempre son una buena oportunidad para la inventiva y la apuesta por la cantera, aunque sea obligada. Castrín es un ejemplo.
Gen creativo
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En este contexto, el Celta también es un club que ha hecho gala de la promoción de los jóvenes en los últimos años, especialmente desde el ascenso de Claudio Giráldez al banquillo. La lista de jugadores es innumerable. Mismamente, frente al Villarreal este fin de semana hubo hasta siete futbolistas con procedencia canterana. No resulta ninguna extrañeza ni su múltiple presencia ni el ascendiente que tienen en el equipo. El comienzo de curso de Hugo Sotelo (21 años), cada vez más afinado, refrenda esta realidad. Estuvo de sobresaliente ante el equipo de Marcelino. Cogió el volante del centro del campo —123 intervenciones, la cifra más alta de los centrocampistas esta jornada— y demostró su buen pie y visión de juego, además de asentarse cada vez más en los duelos físicos y en la colocación defensiva. Desde su capacidad creativa el Celta hundió al Villarreal y salvó un empate con el gol agónico de Borja Iglesias. No ha sido el mejor inicio vigués, pero casos como el de Hugo Sotelo alivian sus expectativas de futuro.
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