Joan García elige el camino difícil

Joan García ha tomado una decisión valiente. En estos días, con las redes sociales convertidas en un estercolero en sus vertientes más radicales, sabía a lo que se enfrentaba al escoger el Barça después de unos años en el Espanyol. Muchos de los que apelaban a su sensibilidad para que no hiriese sentimientos cruzando la Diagonal han sido los más beligerantes en los últimos días. Pero debía contar con ello. Más allá de si su origen es azulgrana, que alguna foto ha circulado en las últimas semanas; o perico, porque el Espanyol es el club que le ha permitido dar el salto al fútbol profesional aunque no se lo terminó de creer al principio (la titularidad no le llegó hasta los 23 años después de desbancar a Pacheco, y su sueldo era bajísimo), ha sido Barça.

Ahora llega la segunda parte de la historia. En el Spotify va a ser bien recibido, muy bien recibido, por su entereza para ser el primer jugador en 30 años en cambiar Espanyol por Barça (el último había sido Korneiev en 1994). El viento le va a soplar a favor, pero va a tener que hacerse valer porque se le va a mirar con lupa desde el principio. Primero, porque muchos esperan de él que le llene la portería del carisma que se echa de menos desde que se marchó Víctor Valdés, seguramente el meta más grande de la historia del club con permiso de Ramallets y Zubi. Y luego, porque habrá nostálgicos de Ter Stegen, que seguro que establecerán comparaciones. El tiempo del alemán en el Barça, sin embargo, parece estar en vías de acabarse. Un brillo deslumbrante al inicio, pero muchas sombras desde hace años. Es el momento de Joan García.

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