La Opinión

Jugo de Scariolo

Hace unos meses, Florentino Pérez se puso en contacto con el italiano para que se hiciera cargo del Real Madrid.

La selección de Scariolo es tercera en los pronósticos para ganar el oro pero hasta hace muy poco era la gran candidata para ganar a Estados Unidos.
ARIS MESSINIS
Juan Jiménez
Redactor jefe de AS. Fue colaborador en AS (2000-04) y, después de pasar por Málaga Hoy, regresó como jefe de Sección en Málaga. Delegado de Andalucía entre 2009 y 2012, colaboró en la integración digital-papel de AS en Madrid. Cubre la información del Barça y la Selección de baloncesto. Tres Juegos Olímpicos. Colaborador de SER, Canal Sur y Gol.
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Hace unos meses, Florentino Pérez se puso en contacto con Sergio Scariolo para que se hiciera cargo del Real Madrid con carácter inmediato. Por muchas circunstancias, respeto gremial y fidelidad a la FEB entre ellas, el italiano no aceptó. Para él, resultaba innegociable terminar bien en la que ha sido y seguirá siendo su casa; y así lo hará, cerrando un ciclo dorado en el próximo Eurobasket.

Ha sido un viaje maravilloso, coronado con una defensa brillante de la candidatura ganadora de Madrid 2029 (hasta para eso ha servido el maestro de Brescia) y si llegó hasta aquí, bien elegido está. Scariolo se había dejado una cuenta en el Madrid hace muchos años y tal vez desee cerrar allí otro círculo. En la Selección dejará una huella imborrable de profesionalidad, exigencia, lealtad y capacidad de adaptación. Llegó siendo un tipo de entrenador en 2009 y se va siendo uno muy distinto en 2025. Fue capaz de modular su carácter, gestionar y hasta establecer relaciones de amistad con la generación de más talento de la historia del baloncesto español; pero también supo ser intervencionista y firmar una gesta, la del Mundial de 2019; y una hazaña, la del Eurobasket de 2022 en Berlín.

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Quedan todavía los últimos pasajes de este verano, cuando España volverá a intentarlo en Limasol y Riga, pero es imposible no empezar a sacar el álbum de fotos y recordar a Scariolo, por ejemplo, sentado en un hotel de Los Ángeles planeando el asalto al Mundial de China de 2019 mientras admitía con toda la honestidad del mundo que en una ocasión le había fallado a Marc Gasol. Manteniendo un poso de calma asombroso cuando se escapaba la semifinal de las prórrogas contra Australia. O después de la victoria en el Wukesong de Pekín, abrazado en el hotel de la FIBA con Sasha Djordjevic. También emocionado por el compromiso de Lorenzo Brown, que jugó el Eurobasket de 2022 con el hombro tocado y medio indispuesto la final. Su huella, como ese cilindro táctico del que tanto le gusta hablar, es profundísima. Pero todavía le queda un último servicio por prestar. Hay que aprovechar el jugo de Scariolo hasta el último día.

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