Teatro Romano de Mérida. 7 de septiembre. María Pérez le entrega la medalla de oro al mérito deportivo de Extremadura y el marchador suelta la bomba: “Me retiro”. ¿Cómo es posible que, a los 30 años, tras ser campeón olímpico, europeo y mundial lo deje? La respuesta solo se entiende en alguien como él, bronce y oro en París 2024. El de Llerena está lleno de inquietudes (licenciado en Derecho y Políticas) y lleva en el deporte desde que era adolescente (con 16 años ya fue olímpico). “Para la formación académica que quiero, no es posible el entrenamiento de alto rendimiento”, decía. Una decisión honesta...

La honestidad es la virtud de Álvaro, que se ha metido “en todos los follones”. Ha luchado contra el dopaje (“quiero que me hagan más controles”), ha defendido a compañeros en peor posición y, sobre todo, ha sido ejemplo de sacrificio y competitividad. Esas virtudes, unidas a la garra y talento de María Pérez, hicieron que la pareja ganase un oro olímpico en la novedad de los relevos mixtos. Dos gladiadores unidos. La granadina se queda como gran punta de lanza de la marcha. Ejemplo de compromiso con la disciplina más fructífera del atletismo español y no siempre bien valorada. También ha sido campeona olímpica, mundial y europea, pero se queda sin su alter ego, Álvaro, que le decía: “Sé que no os lo que querías oir, María”. Ni lo que quería cualquier aficionado, pero es su decisión y le irá de maravilla.

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