Lo de Ter Stegen es un grano para Flick
Lo de Ter Stegen se lía por momentos en Can Barça y no es un caso más porque es el capitán...


El caso. Lo de Ter Stegen se lía por momentos en Can Barça. En su origen, parecía de un desarrollo sencillo por la voluntad inequívoca del jugador de ser titular al fin en un gran torneo con Alemania, logro que nunca ha conseguido por la alargadísima sombra de Neuer. El club, que ya no confiaba en él, creyó que la renovación de Szczesny y el fichaje de Joan García serían dos potentes mensajes que le precipitarían a encontrar una salida que le garantizase un sitio seguro en el Mundial. Sin embargo, pinchó en hueso. Ter Stegen, con el berrinche acumulado del final de temporada, en el que ya se distanció de Flick (rehusó viajar a Milán cuando su compatriota, cansado de sus presiones, anunció que contra el Inter y en el Clásico jugaría Szczesny) y del club (no quiso hablar en público para celebrar el alirón y fue ‘castigado’ sin jugar el último partido en San Mamés), decidió enrocarse y congelar su salida (si es que alguna vez la pretendió). No contento con eso, empezó la pretemporada encerrado en el gimnasio con unos problemas en la espalda que ocultó en vacaciones y han terminado en el quirófano. Resulta que Ter Stegen, tan celoso de su privacidad todos estos años, en los que nunca permitió que el club concretase sus tiempos de baja, anunció unilateralmente a través de sus redes sociales que estará tres meses parado, un tiempo insuficiente para que el Barça le dé la baja y use parte de su salario para pagar otros sueldos.
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El brazalete. El de Ter Stegen no es un caso más porque es el capitán; y un elemento distanciado del entrenador y de la cúpula del club no es el mejor interlocutor con el grupo. Ter Stegen tampoco ha sido nunca el más carismático de puertas adentro y sus movimientos a final de la temporada pasada demostraron más interés por sí mismo que por el vestuario. Sin embargo, sus compañeros han insistido durante la gira asiática en que el capitán es él. Aunque sea por puro corporativismo, públicamente no le van a bajar el pulgar. Ese sapo se lo va a tener que tragar alguien en la vuelta a Barcelona y tiene pinta de que será Flick, que tendrá que arrancarle el brazalete salvo que sean sus propios compañeros quienes le descabalguen si hay una votación privada. A Flick, cuya transparencia fue uno de los éxitos del curso pasado, se le ha visto algo dubitativo estos días, en los que se ha limitado a significar que el ‘1’ de Joan García es solo para la gira. Seguramente, no pueda decir más y no parece que vaya a ser capaz de sacar la granada del vestuario en agosto. Veremos si no acaba por explotarle entre las manos.
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