Luis Enrique marca el camino al Madrid


Un Mundial, dos mundos y un abismo. El que separa ahora mismo al Madrid del PSG. El equipo de Xabi Alonso se golpeó de lleno contra la realidad en un partido que desmintió su mejoría y le devolvió a la más cruel de las certezas. Hay jugadores lejos del nivel mínimo demandado (Asencio y Fran García), una estructura que necesita una revisión completa (en eso está Xabi) y otros futbolistas a los que reclamar una implicación absoluta y no solo a ratos o por elección personal (Vinicius y Mbappé). Así no puede competir cuando la exigencia aumenta, y menos ante un equipo tan auténtico como el PSG, de largo el mejor de ahora. En los parisinos tiene el Madrid un espejo en el que mirarse, lo mismo que Xabi con Luis Enrique, entrenador con mayúsculas.
El pleito duró poco por los errores groseros de Asencio y Rüdiger, pero ya antes el Madrid había dado pistas suficientes de que no iba a dar la talla. Ante la ausencia de Trent, Xabi recolocó a Valverde en el lateral y lanzó un órdago ofensivo con Mbappé que descompensó al bloque. El Madrid pareció retroceder a meses previos, con ese 1-4-3-3 quebrado y sin respuestas. No era la mejor receta ante la insuperable rutina futbolística del PSG. Gonzalo, Vinicius y Mbappé se desconectaban muy rápido de sus funciones defensivas y los blancos no llegaban a corregir a ningún lado. Bajo el predicamento de Vitinha y la influencia creativa y dinámica de Achraf y Nuno Mendes, el PSG salió fácil y se puso en dirección a la portería de Courtois. Doué pasó por encima de Fran García, Dembélé se escapó de Asencio y Rüdiger y Fabián colonizó el área desde atrás.
El Madrid fue un desastre en el aspecto táctico. Xabi no intervino esta vez con acierto para rectificar el ejercicio de su equipo. Cuando bajó a Gonzalo, ya era muy tarde. No hubo rastro de esa estrechez entre líneas que el Madrid había logrado tener en los duelos anteriores. Tampoco de la dedicación defensiva de todos sus jugadores. Ahora mismo, el PSG está a años luz del Madrid en todo, pero resulta imperdonable que algunos jugadores todavía se desinhiban de sus responsabilidades sin la pelota. Que ni bajen ni aprieten. En ese apartado, Vinicius y Mbappé quedaron señalados, a diferencia de Dembélé, ese futbolista al que Luis Enrique ha cambiado de arriba a abajo y ha logrado seducir para que presione y no pare nunca de moverse.
El PSG y su entrenador son un ejemplo de lo que el Madrid debería querer ser futbolísticamente. Perder entraba en la quinielas, pero hacerlo así aniquila las sensaciones positivas que el Madrid había acumulado en Estados Unidos. La lección que le dio el PSG no debería dejarla pasar ni el Madrid ni el propio Xabi.
Bloque largo y partido

El Madrid salta a la presión sin cubrirse la espaldas y con una distancia entre líneas evidente. La posición interior de Doué desactiva a Rüdiger y Güler y Achraf pone la moto ante Bellingham.
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