Pisando fuerte
Esta Selección de Luis de la Fuente tiene alma, talento, atrevimiento y hambre por seguir haciendo historia...

Así se empieza. En estos arranques ante un rival claramente inferior he visto a veces a nuestra querida España, que trovaría Cecilia, cometer un pecado de suficiencia que nos ha costado caro. Ha ocurrido en este triste Eurobasket, en el que hemos quedado apeados de mala manera por ir lastrados desde la jornada inaugural por perder con Georgia, a todas luces un rival inferior a nosotros. Pero esta Selección de Luis de la Fuente tiene alma, talento, atrevimiento y hambre por seguir haciendo historia. Aquí no hay egos ni síndrome de la barriga llena. Y así salieron a jugar ante las abarrotadas y enfervorizadas gradas del Vasil Levski Stadium. Pisando fuerte, que cantaría nuestro Alejandro Sanz. Bien, bien.
Otra Bulgaria. Es curioso que jamás hubiésemos jugado un partido en territorio búlgaro, dado que en su día llegó a ser una potencia mundial del fútbol, por increíble que parezca viendo el pobre nivel mostrado hoy. En los años 90 y gracias a la irrupción de Hristo Stoichkov, tan polémico como genialoide, los búlgaros llegaron a rozar la final del Mundial de EE UU y acabaron con la simbólica medalla de chocolate (cuartos). Pero eran un equipazo y arriba daban miedo. Lo de ahora es un equipo currante, ordenadito en defensa y muy ingenuo y timorato arriba. Ganarles fácil era tan obligatorio como inevitable...
Goleada en Lens. Allí estuve, cuando un joven reportero que viajaba con la Selección con el entusiasmo de un teenager rojigualdo, acudió a la triste última jornada de aquella tortuosa fase primera fase del Mundial de Francia’98. La dura derrota sufrida ante Nigeria en Nantes (3-2) y el pobre empate sin goles ante Paraguay en Saint-Étienne nos llevaron al partido ante los búlgaros ya eliminados. Una pena, porque el estadio Félix Bollaert nos impresionó por su calor y por coincidir los colores del equipo local con los de España. Jugábamos en casa y goleamos al equipo de Stoichkov y Kostadinov. Pero ese set estéril sólo sirvió para edulcorar la hemeroteca. De Lens, todos a casa.
Golazos. Me encantó la conexión donostiarra del 0-1, con Zubimendi asistiendo a su excompañero Mikel Oyarzabal, el héroe de la final de Berlín ante lo ingleses. Y qué decir de Cucurella. Un futbolista que sigue creciendo casi a la misma velocidad que su generosa y rizada cabellera. Metió un chicharro de los que todos soñábamos de pequeños: reventando la pelota y buscando la escuadra. Zurdazo letal, inmisericorde. Se escuchaba La Potra Salvaje de fondo...
Vuelven los ‘Jefes’. Con 0-3 y todo el pescado vendido, la entrada de Carvajal y Rodri fue un fotograma plagado de esperanza. El retorno, un año después, de dos pesos tan pesados que yo atribuyo en parte su ausencia a la derrota en la final de la Nations ante la Portugal de Cristiano. Si la salud les respeta, ambos serán titulares indiscutibles en la cita mundialista de 2026. Carva es muy superior a Pedro Porro y Rodri, aunque tenga una feroz competencia en Zubimendi, es el mejor en su puesto estando al 100%. Con esta pareja, dormiremos más tranquilos.
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Ojo a los turcos. Cierto que en un grupo completado por Georgia y Turquía es casi imposible no imaginar que acabemos líderes y logremos de forma directa una de las 16 plazas destinadas para las selecciones del Viejo Continente. Pero para eso primero debemos ganar este domingo a los otomanos, liderados por mi admirado Arda Güler. Un equipo con mucho talento y mucho amor propio. Ante su gente morderán y no vamos a encontrar las facilidades dadas por los ‘hijos’ de Stoichkov. Se avecina partidazo en Konya. Chavales, prohibido relajarse.
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