Pues yo odio el relato
No me ha gustado nada que, para ensalzar a Xabi, cierta gente haya dejado caer que Ancelotti no trabajaba lo suficiente.


Como cualquier ser humano más o menos normal, de niño me encantaba que me contaran historias. Ahora que soy un cincuentón asumido sigo con ese gusto. Por eso leo, veo cine y voy al teatro. Sin embargo, odio lo que llamamos “el relato”. Es decir, ese cuento oficial que se usa para hacerme creer mentiras o por lo menos para dirigir mi pensamiento, obligarme a seguir la masa como la oveja sigue al rebaño. Sabemos que, en el mundo del fútbol, algunos se han hecho especialistas del relato y consiguen maquillar muy bien sus fracasos, pero esa maniobra intelectual es utilizada por todos los clubes y sus aliados en determinados momentos.
Por todo ello no me ha gustado nada que, para ensalzar a Xabi Alonso, cierta gente haya dejado caer que Carlo Ancelotti no trabajaba lo suficiente y que no tenía bastante autoridad sobre sus jugadores. Así funciona el tema: se contó, por ejemplo, que Xabi llegó a la oficina a la siete de la mañana, insinuando que Carletto no era tan madrugador y no tan aplicado en la preparación de los entrenamientos.
Pues resulta que muchas veces el míster italiano ni siquiera volvía a casa durante la pretemporada y dormía en Valdebebas. Pero eso no se dice. El técnico vasco, un hombre hecho y derecho, no es responsable de la maniobra del relato e, incluso, sabe que, cuando las cosas no irán bien, se usará también contra él.
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