Que todos siguen cobrando cada mes...

Quedan tres meses de Liga. Quedan, todavía, trece jornadas. Salvo que el Real Valladolid gane a Las Palmas y la próxima semana en Valencia, cosa que no creo que vaya a ocurrir, el desenlace será el esperado del descenso a Segunda División. Tras ver lo que ocurrió en Bilbao y las seis derrotas consecutivas y los 59 goles encajados a lo largo de la temporada, la única esperanza lógica que se puede tener es la de que el equipo de Álvaro Rubio deje de hacer el ridículo y pueda terminar la temporada con dignidad. Aquello de arrastrar el escudo y la camiseta viene más al pelo que nunca. Lo de San Mamés fue sonrojante, impresentable. Pero también lo fue ante el Sevilla, Villarreal, Atlético de Madrid, Girona, Barcelona. En número de partidos para olvidar es cada vez mayor y lo mínimo que se puede pedir y exigir es terminar dignamente y demostrando orgullo y profesionalidad.

Es evidente, y me consta, que cada uno ya está pensando en su propia piel y en qué será de su futuro de cara a la próxima temporada. Los que terminan contrato son conscientes de que aquí no van a seguir y muchos de los que lo tienen tampoco parecen muy ilusionados por continuar o bien el club es quien espera poder quitárselos de encima en cuanto pueda. Por eso no veo ni la más mínima posibilidad de luchar por la permanencia. El grupo está como el club, descabezado y en encefalograma plano y así es imposible. La huida reciente del CEO de la entidad, el francés Fenaert, demuestra que cuando el barco se hunde…

Pero a toda esta gente, a estos futbolistas, habría que recordarles que marzo, abril, mayo y junio los van a cobrar. La sensación es de temporada amortizada y de que ya da todo igual, pero no es así. El club les va a seguir pagando su elevado sueldo religiosamente, por lo que eso de dejarse llevar o de tener la cabeza en la próxima temporada no se puede consentir. El que no esté dispuesto a defender la imagen del club y de dar la cara, que se baje del barco como Fenaert y renuncie a lo que le queda de salario anual. El club seguro que se lo podía hasta agradecer. Para lo que hacen, si se van antes y se ahorran cuatro nóminas, fenomenal. Pero no lo harán. Estarán aquí hasta que termine la temporada, cobrando, y saldrán a la carrera al día siguiente de terminar la competición. Por lo tanto, hasta ese último día, es obligatorio dar la cara y demostrar orgullo y profesionalidad. Y es bueno, indispensable, que la afición lo exija y que no permita determinados comportamientos. Nadie está obligado a ganar o a jugar bien, pero sí a darlo todo y a hacer lo máximo que pueda. Eso es innegociable.

Y mientras, una semana más, Ronaldo sigue sin vender. Es necesario que el brasileño recapacite y baje el precio de 39 millones que quería recibir en caso de descenso a Segunda División. Si el club sigue en sus manos, con los mismos gestores y responsables deportivos puede vivir un año terrible la próxima temporada. El Real Valladolid necesita urgentemente cambiar de propiedad y que cada parcela de la entidad se renueve para poder arrancar la próxima temporada con fuerza y con posibilidades de ascender. Una huída hacia adelante de Ronaldo es una locura. Su tiempo aquí ya ha terminado porque tiene al club descabezado y abandonado. Alguien debería asesorar con buen criterio al presidente y dueño y animarle a vender. Ese alguien debería ser Julio Senn, el gran tapado de toda está situación. Y alguien como Jesús Julio Carnero debería solicitar una entrevista con Ronaldo para conocer su intención y para trasladarle el sentir de la ciudad. No es pedir demasiado para un alcalde de la ciudad. Es su obligación. A la espera de acontecimientos quedamos.

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